Las películas de Almodóvar siempre dan mucho de qué hablar. De ésta se comentaba que no era una adaptación demasiado fiel (a mí no me importaba, puesto que no había leído la novela que sirve como base) y que, además, poco tenía que ver con sus anteriores trabajos (algo que puedo decir desde ya que no es del todo cierto).

De su trama es mejor conocer lo menos posible. Sólo diré que los protagonistas son Robert (Antonio Banderas), un eminente cirujano plástico torturado por un pasado familiar trágico, y Vera (Elena Anaya), una joven a la que éste mantiene retenida y con la que está experimentado un nuevo y revolucionario tejido…

No me cuesta nada reconocer que las últimas películas del director manchego me han gustado mucho. La que nos ocupa no es una excepción. Su trama engancha desde el primer minuto (aunque algunas resoluciones se vean venir), sus actores (incluido Banderas, quien no me suele gustar nada de nada) pueden presumir de haber salido fortalecidos de tan ardua tarea (imagino que no debe haber sido nada fácil ponerse en la piel, nunca mejor dicho, de tan complejos personajes) y la excepcional banda sonora compuesta por el siempre genial Alberto Iglesias funciona como perfectísimo acompañamiento. Almodóvar lo ha vuelto a hacer, La piel que habito es un trabajo fascinante. No perfecto, pero sí atrevido y atractivo.