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Aventuras. Drama
En 1947, el explorador noruego Thor Heyerdahl cruzó el Pacífico en una balsa de madera para demostrar que los indígenas de Sudamérica anteriores a Colón también podían haberlo cruzado para instalarse en la Polinesia. Thor, con un equipo de cinco hombres, recorrió en 101 días 8.000 kilómetros en una travesía épica durante la cual hubo de enfrentarse a tormentas, tiburones e incluso al hambre. (FILMAFFINITY)
27 de septiembre de 2013
12 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
El 28 de abril de 1947 el noruego Thor Heyerdahl tomaba rumbo a la Polinesia desde las costas de Perú a bordo de una balsa fabricada con madera y cuerdas. Por delante le esperaban 101 días de viaje en los que recorrió alrededor de 7.000 kilómetros. El objetivo de esta suicida empresa era demostrar que los pobladores de la Polinesia provenían de América del Sur y no de Asia, como hasta ese momento se creía. Por fin y con varios meses de retraso llega a las salas de cine Kon-Tiki, una película que narra esta particular odisea.
La cinematografía noruega, siempre a la zaga de suecos, daneses o finlandeses, goza de buena salud, como demostraron las recientes Headhunters o La Isla de los Olvidados, y la Academia de Hollywood reconoció su labor nominando a Kon-Tiki. Sus posibilidades de alzarse con el galardón en la gran noche del cine eran escasas ante la presencia de Amor de Haneke, pero esta nominación sirvió para que la película tuviera un mayor recorrido internacional.
No es la primera vez que la excepcional historia de Thor Heyerdahl tenía presencia en la gala de los Oscars. En 1950, el propio Heyerdahl subió al escenario para recoger una estatuilla dorada al Mejor Documental. Y es que este aventurero hizo testigo a todo el mundo de su hazaña grabando el viaje con una cámara. Todo su esfuerzo no obtuvo recompensa, salvo la satisfacción del objetivo cumplido, porque actualmente sigue prevaleciendo la teoría de que fueron los asiáticos los que poblaron la Polinesia.
La cinematografía noruega, siempre a la zaga de suecos, daneses o finlandeses, goza de buena salud, como demostraron las recientes Headhunters o La Isla de los Olvidados, y la Academia de Hollywood reconoció su labor nominando a Kon-Tiki. Sus posibilidades de alzarse con el galardón en la gran noche del cine eran escasas ante la presencia de Amor de Haneke, pero esta nominación sirvió para que la película tuviera un mayor recorrido internacional.
No es la primera vez que la excepcional historia de Thor Heyerdahl tenía presencia en la gala de los Oscars. En 1950, el propio Heyerdahl subió al escenario para recoger una estatuilla dorada al Mejor Documental. Y es que este aventurero hizo testigo a todo el mundo de su hazaña grabando el viaje con una cámara. Todo su esfuerzo no obtuvo recompensa, salvo la satisfacción del objetivo cumplido, porque actualmente sigue prevaleciendo la teoría de que fueron los asiáticos los que poblaron la Polinesia.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Kon-Tiki es una película que merece ser vista. Los espectadores españoles se mostrarán recelosos ante su nacionalidad y su escasa distribución, pero no deberían dejar pasar la oportunidad de disfrutarla, sobre todo si son amantes del cine de aventuras. Kon-Tiki es una magnifica muestra de ese tipo de cine que, al igual que el ‘western’, parece abocado a la extinción. Hasta la elección de su protagonista, Pål Sverre Valheim Hagen, con cierto parecido a Peter O’Toole, parece un guiño a una de las mejores películas de aventuras de la historia, Lawrence de Arabia.
Este relato se centra en la valentía y tozudez de un hombre por demostrar que aquello a lo que había dedicado su vida era verdad. Todo ello está narrado con nervio por el tándem Joachim Rønning-Espen Sandberg, como demuestran en las tensas escenas con tiburones que te obligan a agarrarte a la butaca al más puro estilo Steven Spielberg. El único lunar que se le podría achacar a la película es que el guión desarrolla a algunos secundarios mejor que a otros y su parecido con la reciente La Vida de Pi, pero de eso no tiene la culpa.
Lo mejor: Las escenas con los tiburones.
Lo peor: Que el público se la pierda.
Este relato se centra en la valentía y tozudez de un hombre por demostrar que aquello a lo que había dedicado su vida era verdad. Todo ello está narrado con nervio por el tándem Joachim Rønning-Espen Sandberg, como demuestran en las tensas escenas con tiburones que te obligan a agarrarte a la butaca al más puro estilo Steven Spielberg. El único lunar que se le podría achacar a la película es que el guión desarrolla a algunos secundarios mejor que a otros y su parecido con la reciente La Vida de Pi, pero de eso no tiene la culpa.
Lo mejor: Las escenas con los tiburones.
Lo peor: Que el público se la pierda.