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Voto de Richy:
7 de mayo de 2014
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Séptima película de la larga y celebérrima saga 007 y última en la que Sean Connery encarna al agente secreto bebedor de martinis y con licencia para matar.
Después de la muerte de su esposa, Bond (Sean Connery) está pasando las vacaciones en Francia hasta que M (Bernard Lee) le encarga una misión relacionada con contrabandistas de diamantes en la que Bond se tiene que hacer pasar por uno de ellos. Sus pesquisas le harán averiguar que, detrás de todo, se encuentra una vez más su eterno enemigo, Blofeld (Charles Gray), planeando algo realmente malévolo…
En esta ocasión, Guy Hamilton nos ofrece una aventura de Bond repleta de acción, como siempre, pero con toques de humor más notorios y destacados que en anteriores entregas de la saga. Los personajes presentan cierta aura de parodia que recuerda, aunque sea de lejos, al humor norteamericano de los ZAZ. James Bond se vuelve más duro pero no pierde la sonrisa sarcástica de Connery, la cual alcanza mayor sentido ante el tono cómico general del filme.
El filme tiene momentos a destacar tales como la introducción, el trabajo de los despiadados asesinos Wint y Kidd (Bruce Glover y Putter Smith), la pelea en el ascensor, y las persecuciones motorizadas (entre las que hay una verdaderamente humorística con un falso “rover” lunar). Las escenas de acción están conseguidas y el ritmo del filme es excelente, entretenido y sin altibajos.
Dentro del reparto, destaca una vez más Sean Connery, quizás el mejor Bond de todos, ya que combina mejor que nadie la elegancia con la dureza del agente imaginado por Ian Fleming. La “chica Bond”, Jill St John, no pasa de interpretar el mismo papel que todas las anteriores, es decir, un papel meramente físico que apenas aporta nada a la historia (amén de Ursula Andress), y además la visten con una especie de traje de baño que, más que destacar sus encantos, los ridiculiza.
Criticada por los fans por su evidente tono humorístico, “Diamantes para la eternidad” resulta interesante en cuanto a ese ligero cambio de concepción del personaje y a ese toque paródico que Hamilton le da, haciéndola realmente entretenida. Recomendable.
Después de la muerte de su esposa, Bond (Sean Connery) está pasando las vacaciones en Francia hasta que M (Bernard Lee) le encarga una misión relacionada con contrabandistas de diamantes en la que Bond se tiene que hacer pasar por uno de ellos. Sus pesquisas le harán averiguar que, detrás de todo, se encuentra una vez más su eterno enemigo, Blofeld (Charles Gray), planeando algo realmente malévolo…
En esta ocasión, Guy Hamilton nos ofrece una aventura de Bond repleta de acción, como siempre, pero con toques de humor más notorios y destacados que en anteriores entregas de la saga. Los personajes presentan cierta aura de parodia que recuerda, aunque sea de lejos, al humor norteamericano de los ZAZ. James Bond se vuelve más duro pero no pierde la sonrisa sarcástica de Connery, la cual alcanza mayor sentido ante el tono cómico general del filme.
El filme tiene momentos a destacar tales como la introducción, el trabajo de los despiadados asesinos Wint y Kidd (Bruce Glover y Putter Smith), la pelea en el ascensor, y las persecuciones motorizadas (entre las que hay una verdaderamente humorística con un falso “rover” lunar). Las escenas de acción están conseguidas y el ritmo del filme es excelente, entretenido y sin altibajos.
Dentro del reparto, destaca una vez más Sean Connery, quizás el mejor Bond de todos, ya que combina mejor que nadie la elegancia con la dureza del agente imaginado por Ian Fleming. La “chica Bond”, Jill St John, no pasa de interpretar el mismo papel que todas las anteriores, es decir, un papel meramente físico que apenas aporta nada a la historia (amén de Ursula Andress), y además la visten con una especie de traje de baño que, más que destacar sus encantos, los ridiculiza.
Criticada por los fans por su evidente tono humorístico, “Diamantes para la eternidad” resulta interesante en cuanto a ese ligero cambio de concepción del personaje y a ese toque paródico que Hamilton le da, haciéndola realmente entretenida. Recomendable.
