Thriller del montón con buena ambientación y cuidada estética que cuenta una historia de trampas, falsas promesas y conspiraciones en un pequeño pueblo de Texas llamado “Red Rock West”.

John Dahl, director resultón con pocos éxitos cinematográficos que ha encontrado su vocación en la televisión, dirige esta especie de viaje al infierno de un hombre, Michael (Nicolas Cage), que va en busca de trabajo y se mete hasta el cuello en una trama peligrosa donde nadie parece ser quien dice ser. La historia en sí no es nada del otro mundo pero Dahl le imprime un ritmo adecuado que la hace más interesante de lo que parece, sobre todo por la forma de encuadrarla en un lugar que parece estar perdido en medio de ninguna parte.

Tanto la estética de “road movie”, polvorienta y cálida, como la sensación de que el protagonista está en el sitio equivocado, nos puede recordar a “Giro al infierno” (1997) de Oliver Stone, incluso por unos personajes que parecen salidos del manicomio o de una novela gráfica. Dahl también le añade elementos de cine negro que podrían funcionar con otro actor distinto a Nicolas Cage, empeñado en aparentar ser un tipo duro a base de fumar cigarrillos. Por otra parte, el resto de compañeros de reparto sí parecen estar a la altura, destacando a una perversa Lara Flynn Boyle por encima incluso de un atolondrado Dennis Hopper.

Tan sólo destacaría del filme la interesante primera media hora, en la que Michael se encuentra vagando por el desierto hasta que llega a Red Rock West, entra en el bar para tomarse un café y comienza su odisea.

Sin ser gran cosa, al menos entretiene de forma aceptable y correcta. Recomendable.