James Ivory está equivocandose cada vez más, pero ésta entrega fué hasta perdonable al considerar esas dos rubias que se comen la pantalla y están para degustar como gourmesserie al buen cavernet o quizá merlot. Mais alors, la película falla, nunca termina de conectarse y el cuento con la coartada de las pinturas de La Tour, con un Matthew Modine que ni siquiera decora y una perdida Glenn Close, poco o nada se puede hacer. La historia misma es un fracaso, si se intenta verla como algún romance entre la poetiza americana, quizá hasta britanizada, con el pintor mediocre ese que la abandona por una mujik rusa y su deliciosa hermanita que va al rescate y se comporta más francesa que muchas francesas. (Oh, perdón, eso fué un cliché... Ah! Quizá esa era la idea de don Ivory, vender o destruir clichés... No estoy tan seguro... No termino de entenderlo, sacre bleu...!)

El cinco es única y exclusivamente, reitero, porque cualquiera podría enamorarse de esa poetisa americana britanizada en París sobretodo considerando que podría traerte de regalo una hermanita dispuesta a armar un menage á trois sin problemas, porque si se trataba de una bromita irónica sobre la visión americana de los franceses o un intento de "comedia romántica elegante", monsieur Ivory, vous etes trés trompé... Y eso no tiene ironías francesas.