Una adolescente hondureña (Gaitán) se reune con su padre y su tío para viajar clandestinamente a los Estados Unidos a través de Chiapas. Viajan en el techo de un atiborrado tren, absolutamente vulnerables a todo. Así, se cruza en su camino un joven (Flores) que se ha separado de una de las terribles maras de la zona, huyendo también en ese tren de carga, perseguido por sus antiguos compañeros de mara, quienes quieren matarlo a toda costa...
De un tiempo a esta parte, creo que México es la nación más violenta y peligrosa del planeta. "Sin nombre" es una película descarnada que hace que nos preguntemos si hay verdaderas posibilidades de futuro en algunas partes del mundo. Lo más interesante y mejor de ella es la descripción e introducción que nos hace al ultraviolento, hiperjerarquizado y horrendo submundo de las maras, auténticas mafias dominantes y aterrorizadoras de todas las sociedades dónde operan, aleccionando incluso a adolescentes desde su más primeriza infancia. Es muy atractivo el submundo de los tatuajes y su significado dentro de esos grupúsculos también. Es brutal ver a los bebés en brazos de las madres en semejante panorama hiperviolento.
Por momentos, "Sin nombre" tiene algo de la excelente "Ciudad de Dios" de Salles, pero tiene su propio estilo y personalidad. Es desnuda, directa, violentísima, dónde se enseña de forma brutal el nulo precio que tiene la vida en ciertos sitios. En semejante contexto animal, inhumano, es cuando surgen los sentimientos más profundos, arraigados, imborrables, tautados como los tatuajes que llevan en sus caras los miembros de las maras.
"Sin nombre" está muy bien cerrada, se nota la influencia también de alguien tan imprescindible para el cine mexicano como Iñárritu y tiene una atmósfera suficientemente lograda, siendo un buen ejemplo de cine sobre la inmigración ilegal de tintes antropológicos incluso. Buenas interpretaciones.