El tercer encuentro entre Vajda y Pablito Calvo tras las memorables "Marcelino pan y vino" y la impresionante "Mi tío Jacinto". Se trata de una fábula neorrealista que aboga por un tono fantasioso (al igual, por ejemplo, que la genial "Milagro en Milán" de Vittorio de Sica): un abogado depravado y usurero (Ustinov) es maldecido por una especie de bruja de barrio a convertirse en un perro feo y lastimoso hasta que alguien no le quiera.
La fábula puede resultar sencilla y todo demasiado trivial y ejemplaroide, pero aún cuando el resultado no es memorable, se nota que Vajda es lo más parecido que ha habido a Capra en el cine español, pues el conjunto pese a haber envejecido algo, sigue resultando entrañable, querible, nada afectado de lo que en otras manos hubiera devenido en sentimentalismo obvio, folletín al uso o como quiera llamarse.
Mención aparte merece la concepción que del barrio de Brooklyn se hizo por parte del jefe de decorados, quién en pleno Chamartín montó un barrio neoyorquino creíble que otorga a la película un halo pseudomágico, en este aspecto sí memorable.