George Miller recupera su personaje emblema en un glorioso remake / continuación de la saga servido con holgura de medios que el director utiliza en pos del espectáculo del más difícil todavía, trascendiendo la concepción cinematográfica a otro nivel, que va más allá del visual o emocional, es un circo de tres pistas que surge de la nada para dejarte continuamente con una sonrisa en la cara y desaparecer ante tus ojos como por arte de magia, sí, porque todo es magia, pura magia. Miller realiza su obra cumbre contra todo pronóstico apoyándose en un carácter ya manido, pero como en esencia es suyo, puede moldearlo y adaptarlo a su antojo, y seguir siendo estimulante, porque es él mismo. “Mad Max: Furia en la carretera” es una de esas películas que te alegras de haber pertenecido a la generación que las ha vivido, que marcan una época.