Siendo niño mi padre nos llevó a un pueblo abandonado. Que en la entrada hubiera un cartelón donde ponía “prohibido el paso” era un aliciente más. Que paseo más maravilloso fue aquel por las calles de ese pueblo fantasma, desolado y caótico. La iglesia, el hospital, el ayuntamiento, todo hecho una mierda y al mismo tiempo todo era fascinante. Al final nos pilló el guardia, que tenía una mala leche importante, y hubo que marcharse, sin que mi padre se atreviera a ofrecerle los veinte duros que tenía preparados para sobornarle.

Stalker es un retrato de la desolación, un primer plano de caos, un canto al desamparo, un tributo a la devastación. La película se arrastra lentamente a través de la humedad, la oscuridad y el frío. Si yo fuera director de cine y estuviera pensando en hacer una película sobre la desolación, después de ver este film desistiría, es insuperable.

Para todos aquellos que no fuisteis llevados de niños por vuestros padres a un pueblo abandonado, recomiendo esta película para recuperar esa maravillosa vivencia.

Es preferible verla un día de lluvia, de tormenta a ser posible.