Sliver (Acosada)

Las apariencias engañan. Detrás de cada pared, detrás de cada puerta hay alguien observando, y nunca se sabe cuando se puede caer en la tentación de observar...de quebrantar las normas y la ética por el morbo.

En 1.992, el holandés Paul Verhoeven pegó un vuelco a los códigos más clásicos del "thriller" al tiempo que los homenajeaba con "Instinto Básico", donde heredaba del cine negro "hitchcockiano" y de las películas de suspense con carga erótica que tanto pitaban en la década de los '80, tales como "Atracción Fatal" o "Fuego en el Cuerpo”; a partir de ese momento, Sharon Stone subió al estrellato convertida en mito erótico y empezaron a salir films del mismo estilo como churros (desde "El Color de la Noche" hasta "El Abogado del Diablo" pasando por "La Última Seducción" y "Jade"...la lista es inmensa).
La ocasión la pintaban calva para trasladar a la gran pantalla la novela "Sliver" de Ira M. Levin, prolífico escritor que vio bastantes obras suyas adaptadas al cine (estando entre ellas clásicos como "La Semilla del Diablo" o "Los Niños de Brasil"). Sería el guionista Joe Eszterhas, el mismo que escribió "Instinto Básico", para más inri, el encargado de dar vida al texto de Levin, provocando el interés en un Phillip Noyce que venía de ganar una fortuna con "Juego de Patriotas", quizá la mejor adaptación de los libros de Jack Ryan (cosa curiosa, después de este film el australiano volvería a inmiscuirse en otra aventura del famoso analista de la C.I.A....).

Con una secuencia inicial que parece sacada del típico "slasher" de los '80, hay que rendirse ante lo evidente y admitir que "Sliver" no es "Instinto Básico", por mucho que se empeñara el sr. Eszterhas. A Noyce, experto en aplicar tensión narrativa a sus films, le sale un producto directamente derivado de la obra de Verhoeven, con influencias más que apreciables de los "thrillers" de DePalma, Argento y Adrian Lyne, tanto en estética y estilo como en argumento, aunque si a algo recuerda "Sliver" es al clásico de Hitchcock "La Ventana Indiscreta", donde se vuelve a poner de motivo esencial de la trama el voyeurismo.
El argumento sonará a visto y oído, pero de todas formas. La guapa, seductora y recientemente divorciada Carly Norris es una editora de libros que se halla en un momento en el que necesita una relación seria y estable; mientras que va reorganizando su vida decide instalarse en un exclusivo rascacielos de New York en el que murió una joven de forma extraña, supuestamente suicidándose, llamada Naomi Singer. El destino ha querido que Carly no sólo ocupe el piso de la anterior inquilina, sino que sea parecida a ésta físicamente, lo que entra en conflicto con algunos moradores del edificio.

Entre ellos se encuentran Jack Landsford, un arrogante escritor en horas bajas, y Zeke Hawkins, un misterioso y atractivo joven; ambos se sienten atraídos por ella y acabarán compitiendo por ella, aunque Carly iniciará un tórrido romance con Zeke. Lo que la recién llegada no sabe es que esos dos individuos están relacionados, de algún modo, con el suicidio de Naomi, y lo más importante: parece que alguien controla a los inquilinos a través de una intrincada red de cámaras, espiándolos, invadiendo sus vidas...una verdad oculta que sólo Carly podrá descubrir.
Al igual que le ocurría a Jefferies, Carly se siente tentada por el atractivo de ver sin ser vista, de disfrutar con ese pasatiempo depravado e invasivo que es observar a los demás, y cuando traspasa la línea que separa la decencia de la inmoralidad ya no puede volver atrás. Al fin y al cabo, la película es más juguetona que provocativa, los sospechosos son eliminados de la ecuación en un abrir y cerrar de ojos y la incógnita de quién es el que observa se disipa demasiado rápidamente, pero si algo malogró el resultado final de la película fueron las tensiones en el rodaje y el que Eszterhas se viera forzado a cambiar el guión cientos de veces.

Baldwin y Stone, dos de los actores más ardientes y deseados del momento, no es que aporten unas muy buenas actuaciones; el primero asume su papel de chico atractivo y algo misterioso que hacía en casi todas sus películas y la segunda vuelve a pasárselo en grande siendo la heroína y exhibiéndose todo lo que puede, siendo su Carly una mala copia de la Catherine de "Instinto Básico" (tendría que haber sido Rebecca DeMornay la protagonista...). Les siguen un Tom Berenger difícil de creer, con esos ademanes de Don Johnson que se trae toda la película, unas enervantes Polly Walker y Colleen Camp y unos notables Keene Curtis y Martin Landau.
¡No así!, a pesar de sus fallos y de sus agujeros en la historia que se resuelven de la forma más facilona y previsible, Noyce consigue mantener el interés y el suspense con mucha eficiencia, muestra de que hasta un guión pésimo puede ser mejorado por un buen director. Puede que su final sepa a poco, pero cuenta con un giro de guión que realmente uno no se espera.

"El típico "thriller" de suspense y carga erótica que salió a raíz del estreno de la gran "Instinto Básico", tan previsible y aburrido como poco sustancioso y sirviendo, únicamente, de vehículo de lucimiento a Sharon Stone".
Críticas de esta guisa sobre "Sliver" han aparecido a montones, pero como dice la canción de los CACTUS, "You Can't Judge a Book by the Cover", así que decidí concederle una oportunidad...sobre todo porque el director era Phillip Noyce.

Entusiasmados por el éxito de "Bajos Instintos", los productores se enfrascaron en esta mediocre, floja y muy mal actuada mezcla de porno disimulado, delirio paranoide y escenas trilladas. La consabida mala suerte de los que ambicionan a Pontífices cuando sólo sirven de monaguillos. Lo siento por la bella Stone, pero es un fiasco.

No la vean porque está buena pero es por momentos aburrida porque no me gustó mucho el guión ni la historia.