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Toni Erdmann

Comedia. Drama Inès trabaja en una importante consultora alemana establecida en Bucarest. Su estresante vida está perfectamente organizada hasta que su extrovertido y bromista padre Winfried llega de improvisto y le pregunta ”¿eres feliz?”. Tras su incapacidad para responder, sufre un profundo cambio. Ese padre que a veces estorba y que la avergüenza un poco le va a ayudar a dar nuevamente sentido a su vida gracias a un personaje imaginario: el ... [+]
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Críticas 112
Críticas ordenadas por utilidad
3 de abril de 2017
11 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Creo que son cuatro los momentos a destacar de una película de casi tres horas, y si digo a destacar es porque te sacan un poco de la sosería de la película; de la cual me gustaría saber su finalidad, ya que si para contar la historia de un padre que para enseñarle a su hija que no todo es trabajo ni ser una hija de puta se necesitan tres horas de escenas incongruentes y sin sentido (al menos para mí) pues algo se me debió escapar. Aunque puede que si se me escapase algo y si necesiten esas casi tres horas para contarnos el vacío de su vida y la hacen larga para que la veamos vacía y sin sustancia.

Bueno, los momentos de los que hablaba son estos:

-La fiesta nudista.
-El padre pillado cuando estaba cagando de campo.
-El padre escondido en el armario.
-Y el pastel con sorpresa (no diré cual es la sorpresa pero es treméndamente asquerosa).

Todo lo demás no tiene ningún interés, ni esto tampoco. Pero es lo único que hace que pase de una carita palo a una carita de asombro y luego sonriente, otra de asombro, otra de carcajada, y ya por último de asombro y desagrado.
jesus
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31 de enero de 2020
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Anclada en el esperpento, lo dibuja y se complace. Resulta extravagante, pero en ningún momento ni original ni arriesgada.

El llamado Séptimo Arte, ha llegado a un absurdo tal, que para diferenciarse en los grandes certámenes cinematográficos, acuden a películas que hubieran debido pasar directamente al mercado del despropósito, pero dada la necesidad de continuar fabricando salchichas visuales, se ven obligados a destacar "gilipeneces" de inexpugnable erudición humana dentro de si mismas por ellas mismas y... así.

Me dormí por dos veces, la tercera la terminé a trozos, creo que si... la terminé pero tampoco estoy seguro...
ALIENTO
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19 de enero de 2017
14 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Maren Ade, con tres películas en su haber se ha convertido, además de en una directora con un brillante futuro, en una de las grandes sociólogas del panorama cinematográfico actual, con un estilo intelectual cuyo objetivo se basa en la búsqueda de lo esencial eliminando lo superfluo, al mismo tiempo intimista, que explora diferentes matices del autoconocimiento, la amistad y de la solidaridad. En su debut, con Los árboles no dejan ver el bosque (2003), cuenta la historia de una profesora desesperadamente sola que en sus intentos de hacer amigos siempre está presente el rechazo. Seis años después, en 2009 con Entre nosotros, relata la crónica de la disolución y descomposición de una joven pareja treintañera, la cual cada vez van teniendo menos complicidad y capacidad de sorprender el uno al otro, y en cambio, más diferencias entre sí, en un claro homenaje al John Cassavetes de Faces (1968). Y ahora, con Toni Erdmann, consigue introducirnos en un relato aparentemente simple pero lleno de conflictos muchos más profundos, el complicado rol que debe ejercer la familia cuando vivimos en una sociedad dominada por la competición y la búsqueda del éxito, en cierta forma promovido por las leyes del neoliberalismo y la globalización.

Inès Conradi (Sandra Hüller), que trabaja como ejecutiva en una consultora para una multinacional petrolera en Bucarest, recibe la visita inesperada de su padre, Winfried (Peter Simonischek). Ambos han estado distanciados durante mucho tiempo, en parte por la excéntrica personalidad de Winfried. Triste y afligido por la muerte de su único compañero, su viejo perro, y aprovechando el cumpleaños de Inés decide marchar a Bucarest para estar con ella en ese día especial y conseguir estrechar y suavizar los vínculos parentales. Ella apenas tiene tiempo para estar con su padre, y éste enseguida aprecia como la ambición, la ética profesional y el ritmo frenético de trabajo de Inés, frena la entrada de felicidad en su vida. Parece que Inés ha perdido el sentido del humor, por lo que Winfried tratará de liberarla de su caparazón a través de sus dientes postizos y de su repertorio de bromas que ella tolera a regañadientes.

Él es un bromista incorregible, le encanta ponerse dientes postizos, horribles pelucas y pintura en la cara, además de hacer imitaciones y transformarse en otros personajes como el que da nombre al título de la película, Toni Erdmann. Winfried es un divorciado anciano, profesor de piano a tiempo parcial a punto de jubilarse que trabaja para vivir. Ella, en cambio no podía ser más diferente, es una mujer de negocios cuyos potenciales clientes requieren de sus servicios para que trace calculados planes cuyo objetivo final sea conseguir la reducción de costes en dichas empresas, y al mismo tiempo, asumir el peso de la culpa de los despidos que conllevan esas acciones. Inés, es una mujer cuya vida está totalmente entregada al trabajo, todo el día colgada al teléfono móvil, sin apenas tiempo para disfrutar fuera de su entorno laboral que vive para trabajar.

Winfred, para liberar a su hija, se infiltrará en la esfera profesional de ella poniéndose una ridícula y despeinada peluca acompañado de sus inseparables y horribles dientes postizos para pasar a ser otro padre, un life coach o entrenador de vida, cuyo nombre es Toni Erdmann. Aparece disfrazado de Erdmann por sorpresa en un bar, ante el gesto atónito de Inés, para coquetear y vacilar a sus amigas con una disparatada historia sobre un entierro de tortugas, en otra ocasión se sienta cerca de Inés y su jefe con un cojín tirapedos para interrumpir la conversación, o emplea la típica gracia de utilizar unas esposas con su hija sin saber que ha perdido las llaves. Por su supuesto, todas estas situaciones no provocan ninguna gracia a Inés.

Muchas de estas escenas pueden resultar disparatadas y alocadas, pero ofrecen un sutil y mordaz reflejo, aunque a veces llevado a extremos, de una realidad latente en la sociedad actual sobre el conflicto en las relaciones paternofiliales, originado por las obligaciones naturales de cada uno con sus padres, y la dificultad de cumplirlas cuando somos adultos y llevamos una vida independiente. Toni Erdmann cuenta la historia de dos inadaptados, tanto en sus respectivos ámbitos como cuando están en compañía el uno del otro. En dos de las escenas más destacadas y aplaudidas por los espectadores a lo largo de la película, observamos claramente el sufrimiento y la lucha interior de Inés, tanto en la brutal interpretación de Sandra Hüller cantando The Greatest Love of All de Whitney Houston como en la de una espontánea fiesta de cumpleaños desnuda.

Estamos ante una seria crítica social en tono de divertida e hilarante comedia, sobre la codicia de las grandes empresas multinacionales y de la política corporativa de Europa, sobre todo después de la caída del muro de Berlín. Winfried piensa que su hija es una mujer sería, pero no se da cuenta que en el mundo corporativo las mujeres tienen que ser así, e inclusive ser un poco masculinas (Inés va casi siempre con el pelo recogido y con ropa muy oscura) y apenas mostrar sentimientos para abrirse camino y que las tomen en serio. Por lo tanto, también Maren Ade pone el dedo en la llaga sobre otro aspecto importante en el mundo de las empresas, el sexismo en el lugar del trabajo. El distanciamiento familiar entre el padre y la hija en parte es debido a esa separación generacional existente entre ellos, con dos maneras distintas de ver la realidad y con escalas de valores diferentes.

Si quieres enterarte de todo el contenido de la rueda de prensa de Maren Ade que se celebró el 17 de enero en los cines Golem de Madrid para presentar Toni Erdmann entra en el link de mi artículo de TimeJust: http://timejust.es/actualidad/estrenos-y-criticas-de-cine-toni-erdmann-y-rueda-de-prensa-de-maren-ade/


Todas mis críticas en:
http://timejust.es/author/barriodelensanchegmail-com/

Twitter: https://twitter.com/Fianchettoedu
Eduargil
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20 de febrero de 2017
15 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
He leído varias de las críticas de otros espectadores, y es lo mejor que este bodrio infumable, pretencioso y absurdo ha aportado a mi existencia, pues por lo menos esto me ha permitido reírme y pasar un buen rato. Me refiero como es lógico a los que piensan como yo, que, al igual que algunos de ellos, también manifiesto mi asombro y desconcierto por el rotundo éxito de crítica y premios que ha obtenido esta filmación perpetrada por esta presunta directora a -o lo que sea- de cuyo nombre trataré de no olvidarme nunca para no verme atrapado de nuevo en una película en donde ella haya participado, aunque sea como mera portadora de cafés para los actores, pues seguro que los envenena con sólo tocar la taza.

Abotargado y anestesiado, y casi en coma profundo, salí huyendo de la sala antes de que tan infausta e inacabable proyección deviniera en daños cerebrales irreversibles.
Madrid es Castilla
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27 de diciembre de 2016
12 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Trata de recordar algún chiste de tu padre, cualquiera.
A no ser que nacieras en una familia de comediantes, recordarás esas ocurrencias rancias y simpáticas, que algún día fueron testimonio de lo invencible que parecía tu progenitor, y luego eran tonterías insoportablemente infaltables en las comidas familiares.
De alguna manera, cuando dejan de hacernos gracia es cuando empezamos a hacernos mayores.

'Toni Erdmann' es justo eso.
Un chiste de padre, el mejor que hayas oído nunca, tratando de sacarle la sonrisa a una hija.
Dicho chiste está contado por Winfried, un triste animador que viaja Bucarest para encontrarse con su hija Ines en su cumpleaños, armado de toda la inocencia que le da su trabajo rodeado de niños y ancianos sonrientes.

La decepción no viene porque el chiste ya no tenga gracia alguna, sino porque el entorno de Ines es una maraña de relaciones comerciales, en la cual debes aparentar siempre seriedad pero también ocurrencia, ser elegante pero espontáneo, alabar gente sin poder soportarla... la pregunta de Winfried no parece tan fuera de lugar: "¿eres realmente humana?".
Feliz cumpleaños, hija desconocida, y feliz caída del guindo, papi.
Demasiada frontera entre el sistema que mueve al mundo y la sencilla vida de un buen hombre que sólo busca unas risas.

La solución pasará entonces por el Toni Erdmann del título, un personaje con el pelo (y dientes) que Winfried guarda para sus actuaciones, cuyo objetivo es llevar a cabo la mejor de todas: un inimitable número, con el que intenta que su hija Ines se de cuenta de lo grotescos y repulsivos que son los primates con trajes caros que la rodean.
'Toni Erdmann' podría convertirse a partir de entonces en una plena comedia, y aunque tiene sus puntos, nunca quiere llegar ahí.

Porque entre Toni e Ines se empieza a fraguar un entendimiento mutuo, que tiene más de lento esfuerzo por comprender que de absoluta incomunicación entre los dos. Toni enfrenta los dilemas de Ines, y ella se atreve a continuar sus ocurrencias.
No hay inversión de papeles, pero sí un estrafalario cariño que anima a la tiesa ejecutiva a soltarse y despreocuparse por los contratos perdidos o los acuerdos no cerrados.

Ines empieza a comprender que todos participan de tu broma si te la crees lo suficiente, si te la tomas tan en serio como Winfried se ha tomado su papel.
Puede que incluso haya gente que no la comprenda, pero merece la pena hacerla si con ello se rompen las convenciones sociales que nos convierten en intrascendentes maniquíes: como sorprendente terapia de choque, Ines se desnuda ante los contactos que intentaba impresionar.
Y, por primera vez, podría decirse que es ella la que controla la situación, y no a quien controlan.

El chiste, a fuerza de buscar su gracia, deja de ser rancio, y parece más un agradecido escudo contra los sinsabores de la vida que una insoportable tontería.
Pero lo mejor, tras haberlo pasado, es reconocer a un padre que sigue cuidando de Ines, a su bonita y peculiar manera.
Charles
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