Los amantes de la noche

Este chico y esta chica nunca fueron presentados al mundo en que vivimos. Para contar su historia el Sr. Ray se podría haber agenciado otro chico y otra chica y no hubiera sido lo mismo. El chico y la chica son personas encantadoras que son ajenas al mundo en que viven. Los hombres que no son duros y la chica hablan del amor y no hablan de nada más. Los amantes de la noche fue muy blanda en sus tiempos, más blanda en tiempos modernos y ahora que soy un hombre blando me gustó lo justo. Es justo decir que en Heidi y Marco había diálogos más chispeantes que los diálogos chispeantes de el chico y la chica.

Hoy no hay carta ya que se murió el cartero. Para empezar he intentado ver terminar Los amantes de la noche dos veces y no he podido, a lo mejor es que la comparo con Sólo se vive una vez y la verdad ni le llega a la altura de los cordones. A lo mejor es que no trago a Farley Granger un actor muy limitado, que en la únicas películas que realmente está bien son Side Street de Anthony Mann y una que no está en Filmaffinity Nube de sangre de Mark Robson, pero no es solo Farley Granger el que no me cuadra, es también la historia de amor que es muy light en busca de la fatalidad realmente forzada. De la poesía de Ray que dicen los críticos yo creo que se confundieron de director y de película ya que dicha poesía se la dejó solamenente para la fascinante Johnny Guitar, que casualidades de la vida está influenciada en Encubridora otra peli de Lang. Nicholas Ray no es ni por asomo el gran director que dicen y de los directores tuertos está a años luz de Fritz Lang y John Ford.

Desde el comienzo hortera con el primer plano de la pareja protagonista haciendo carantoñas, pasando por todo un desarrollo argumental tan simple como mal contado, y terminando con un previsible final, esta película supone todo una decepción para el amante del cine negro de una época que dio a luz innúmeras obras maestras. La película se mueve entre situaciones y diálogos forzados, actuaciones poco creíbles, escenas de acción sin pizca de emoción y momentos pseudorrománticos que causan vergüenza ajena. Una pérdida de tiempo que, además, pone de muy mala leche.