El último voto

En las elecciones del año 2000 en los EEUU, las que George W. Bush consiguió hacerse con la presidencia gracias a los decisivos votos de un estado, Florida, casualmente gobernado por su hermano, era un tema demasiado tentador para que alguien se resistiera a realizar un film inspirado en dichos acontecimientos.

Bud Johnson (Kevin Costner) es un buen tipo de Texico en Nuevo México, pero es sumamente irresponsabilidad, la esposa lo abandono, su casa es un desastre, acaba de perder su empleo, se emborracha con frecuencia y no se toma nada en serio.

Molly Johnson (Madeline Carroll) es la hija de 12 años de Bud, una niña buena, inteligente y sumamente responsable.

El día de las elecciones, se supone que Bud fuera a votar, pero por cosas que luego conoceremos éste no lo hace y Molly decide hacerlo por él, pero un apagón estropea el sistema y su voto no queda contabilizado.

El problema surge cuando los dos candidatos a la presidencia empatan en el estado de Nuevo México, y es entonces cuando el resultado final dependerá del voto de Bud, pues éste habrá de votar de nuevo. Bud se convierte ahora en el objetivo de los medios y de los candidatos a la presidencia, que empezarán una guerra para obtener su voto.

El film responde al principio político "un hombre, un voto" y apuntala didácticamente a la consigna de ejercer con responsabilidad las obligaciones cívicas, aunque el 60% de la nación no lo crea así, y es que el mensaje que nos quieren dar es que hay que votar, aunque no nos convenga ninguno de los candidatos.

La película tuvo un presupuesto $21 millones y generó por venta de taquillas la cantidad de $16,8 millones, más $6,9 millones por la venta del DVD, además recibió una nominación a los “Young Artist Awards” por mejor joven actriz: Madeline Carroll.

Tiene un buen empiece y tarda en desenmascararse. Hábilmente manipuladora lleva al espectador a su terreno gracias a la niña y a Kevin, que lo hacen muy bien. Padre e hija están sensacional. Los americanos discurren muy bien en este tipo de películas, saben llegar a las fibras sensibles. Pero amigo, en ésta justo se estanca. Aparecen Dennis Hopper con su cara de embaucador por un lado (un gran tipo para hacer de malo) y por el otro Kelsey Grammer, alias Frasier Crane, nada menos, con el elegante Stanley Emidio Tucci de lugarteniente. Ambos son los contendientes disputándose la Casa Blanca pendientes (ante un crítico empate) del voto de un borrachín de buen corazón que es quien decide. Pobre pueblo americano. También es verdad que el resto del mundo no anda mejor parado.

Qué bien te normalizan la democracia estos tíos encumbrando al obrero más ignorado del orbe como ejemplo supremo del buen funcionamiento de la soberanía popular. No se lo cree ni el Tato, igual que aquí, luego habrá ilusos que digan que todos somos iguales ante la Ley. Pero eso sí es verdad, si la poltrona depende de un voto, descuida que la conciencia sin escrúpulos ya se encargará de hacer lo imposible por quedarse con el voto.

Y ahí es cuando la película entra en un bucle latoso que no sabe por dónde salir, no encuentra la salida por más cabezas pensantes que salen a la palestra, las situaciones se repiten y echan mano de la guapa Paula Patton que está de reserva en el banquillo para que no decaiga la propuesta, pero ni por esas. Se alarga en exceso como si hubiera habido pérdidas de tiempo... ¡Encima! Y revienta ya cuando el obrero se erige en estrella del famoseo.

El caso es que digo yo, dentro de mi ignorancia y sin ser esto un spoiler pues no es más que un pensamiento fuera del argumento. ¿No es el voto secreto? En este caso todo el mundo se iba a enterar de lo que votaba el ciudadano Bud Johnson. Ante una anomalía en una mesa electoral como esta que se produce, está claro que la Junta Electoral debería decidir entre dos posibilidades: Repetir la votación en esa mesa electoral (o en todo el distrito) para mantener el anonimato de los votantes, y que cada uno piense lo que quiera pero siempre puede haber alguien que cambie el voto y ya nadie podría asegurar nada; o declarar voto nulo el del amigo, que es lo que era, un voto nulo pues no había terminado de emitirse. En concreto, todo parece un cuento artificioso y aburrido. Si hubiera habido algo más...

Estimable comedia que no cuajó en EEUU y, ni mucho menos aquí, ya hartos de comprender de lo que es hacer política en América. ¿Es pues, una posible y esperanzadora alusión el tener que quitarse de encima Bush y su administración? Posiblemente, pero aquí las intenciones son neutrales, dadas al buen rollo y el ciudadano Kevin está dispuesto a desbloquear su papel de indeciso ciudadano ante dos estupefactos candidatos a la presidencia (Grammer, de republicano y Hopper de demócrata), sobornándolo y mimándolo en sus campañas como nunca le habían hecho a un votante a lo largo y ancho del país más poderoso del planeta. El personaje de Costner, que no se come un rosco, no es por tan estupido, y su discurso final encandila a toda la nación. Si la realidad fuera así...

Película demasiado blanda, agradable, que se deja ver y trasluce una cierta crítica hacia el sistema dentro del conformismo general hacia el mismo. Esto es, típico film made in USA complaciente consigo mismo. Además no me creo a Costner como una especie de analfabeto ignorante de todo (qué diferencia con Cooper en Juan Nadie).
A pesar de ello, la peli se hace agradable (son maestros en estos del entretenimiento), se ve con cierto interés y la sátira tiene momentos entretenidos dentro de lo ya conocido. Yo creo que no se pretendía ir mucho más allá salvo este leve tirón de orejas a los políticos.
Lo curioso es que los críticos españoles del film no se dan cuenta de que en España no hay, ni siquiera, nada que se le aproxime de mínima crítica hacia nuestros prohombres. Queremos sangre pero siempre fuera de nuestras fronteras y nunca contra nuestro candidato patrio. Qué grandes son los USA.

Para una tarde de sobremesa no está mal.

Buen planteamiento inicial pero que nos deja indiferentes. Con todo y a pesar de que la película es bastante plana, falta de ritmo, de profundidad en los personajes, intentos de humor baldíos y otras carencias que se ponen de manifiesto, lo único que la salva es pequeños destellos en un buen reparto pero mal dirigidos.