La fiesta inolvidable

¿Cómo un film de 1968 me ha hecho reir tanto? Eso fué lo que me pregunté.
La risa está asegurada.
Peter Sellers hace un papel maravilloso.
Lo mejor: las caras de Peter y el desmadre.
Lo peor: ... algo... algo... algo hay.

Película mala entre las malas. El inicio estuvo brillante y entretenido, pero a medida de su avance se torna floja y aburridísima. En su época debió ser bastante buena. No le ví gracia en algunas escenas. Actuación magnífica de Sellers, pero se desperdicia en tan mala puesta en escena. No recomendable para un día aburrido.

Blake Edwards no quiere matarnos de risa: lo que quiere es matarnos de aburrimiento. Dedicó su vida a ello, estoy convencida. Mira que yo procuro ser tolerante con el prójimo y sus gustos, pero en serio que no me entra en mi terca cabeza que alguien en este mundo llore de risa viendo «El guateque». Si estás bajo los efectos del alcohol, no sirve, ¿eh?

Qué digo llorar: al menos una carcajada, una risa sana y profunda, por muy fugaz que sea. Eso no existe en «El guateque». A ver cómo lo explico. La película es una sucesión de situaciones sosas y trasnochadas que se basan en exclusiva en la estupidez de su protagonista, el hindú Hrundi V. Bakshi. Si este hombre no fuese tonto perdido, que lo es, no podría pasar casi nada de lo que ocurre en la historia. Un humor que se fundamenta en las pocas luces de un señor no puede funcionar si no añades inteligencia para plantearlo de tal forma que esa estupidez sea sólida, coherente, ingeniosa y original. Que se perciba como algo cercano y probable, inevitable de alguna forma dada la personalidad del humorista y de lo que le rodea. Por supuesto, eso requiere talento, y como he dicho otras veces el humor no es una decisión, sino un don.

A Peter Sellers no se lo veo, y ni mucho menos a Blake o al resto del reparto, que se queda tan pancho ante los descalabros que ocurren ante sus ojos, única salida para que la trama siga insistiendo en la broma patosa y el borrachín que mete la pata. Los invitados del guateque, que al parecer son tan tontos como el protagonista, ni siquiera se dan cuenta de que una señorita tiene un pollo clavado en el tupé; no tienen ojos en la cara, ¿o qué? Sírvanos esto como ejemplo práctico y evidente de la falsedad y torpeza de este humor sobrevalorado que, repito, en lo personal no comprendo.

Al final, como no es suya la casa, pueden destrozarla a su antojo en un alarde de poca vergüenza extraordinario. Qué felices ellos, bañándose en espuma y haciendo el corro de la patata... Peste de fiesta.

Iba a decir otra vez que la culpa de todo es que el humor ha cambiado con el paso de los años o ha envejecido mal de tal modo que lo que nos hacía gracia hace casi 50 años, ahora no lo hace. Pero si se piensa, el argumento es falso. No funciona lo que nunca lo ha hecho porque es malo. Por ahí hay genios como Woody Allen, los Hermanos Marx o Charles Chaplin, que pueden ser más antiguos que "El Guataque", pero que sin embargo conservan una rabiosa frescura gracias a la cual la risa está asegurada como el primer día. No lo está en cambio con este engendro de Blake Edwards, otro borrón en su nefasta carrera, en el que a lo sumo puedes dibujar un par de medio sonrisas. Humor de lo más bobo basado completamente en la estupidez del protagonista, que peca casi siempre de irreal, aparatoso y de querer estirar el gag visual hasta el infinito. La conclusión, un tedio absoluto y lo peor, la sensación de bochorno ante el cúmulo de idioteces sin gracia que aparecen. Yo confiaba en la parte de la cena, que la primera vez que la vi me hizo de algo de gracia, sobre todo la secuencia de la codorniz, que de hecho me arrancó una de las dos medio sonrisas, pero ni con esas.

Dicho lo cual, la única manera de sacarle algunas risas a "El guateque" es imaginarse qué sucedería si en vez de éste hubieran puesto al tonto por antonomasia, es decir a Harpo.Marx, Ese sí que la hubiera liado haciendo mil payasadas pero a propósito, por el mero hecho de provocar, ser irreverente y mofarse de todos los peces gordos de esa fiesta. Pero sigo con lo que hay, que es un largometraje, que aunque muy malo, de hecho creo que es una fuente de inspiración para la inefable "El Gurú del Buen Rollo" (2008) de Mike Myers, Dios los cría y ellos se juntan, muestra que el tipo de humor "moderno" que la gente premia es el que se basa en reírse de la gente. En este caso un indio lelo (¿por qué indio? ¿es gracioso denigrar a otras razas o culturas?), un borrachín y un montón, todas, de mujeres tontas. Y hablando de mujeres, aquí llega la francesa Claudine Longet, que es lo más interesante de "El guateque". ¿Por guapa? Pues no, ahí le gana la otra francesa que hace de italiana, Danielle De Metz, aunque no es fea, sino que con esa cara de niña buena se vio envuelta en una escabrosa historia con amoríos escandalosos, un extraño homicidio y un juicio mediático, que no aclaró nada. Todo fuertísimo.

Es lamentable que esta parodia de cómo debe ser el guión en una película de humor nos de un resultado tan insufrible. Sí, Peter Sellers parece un patán. Da vergüenza ajena en el 90% del film. Los invitados salvo excepciones lo mismo. Los güateques estarían de moda, pero desde luego no de ese tipo, y con invitados como el prehistórico Mr. Bean que ni hace gracia, ni actúa con un mínimo de interés. Una mierda.