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Juegos de placer

Drama A finales de los 70, Jack Horner, un director de cine porno que considera su trabajo una forma de arte descubre a Eddie Adams, un joven ingenuo que desea triunfar y que tiene unas características físicas muy adecuadas para ese tipo de cine. Eddie cambia su nombre por el de Dirk Diggler, se adapta inmediatamente a nuevo estilo de vida y pronto se convierte en una gran estrella del porno. (FILMAFFINITY)
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Críticas 91
Críticas ordenadas por utilidad
22 de junio de 2010
30 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
Paul Thomas Anderson investigó sobre la industria pornográfica que comenzó en los setenta, y en concreto sobre un director que adoptó como máxima crear un cine con un mínimo de calidad, algo excepcional en una industria que en general no se preocupa de elaborar guiones, ni de las puestas en escena, ni de preparar a los actores más allá del sexo.
Destellan con fogonazos intermitentes y estridentes los excesos de una década que se abría a cambios drásticos, experimentaciones en las modas y rupturas radicales con los estilos tradicionales. Individuos disfuncionales a la deriva, viviendo al día, saltando de flor en flor en todas las facetas, probando el sabor de las mieles y del veneno de la fama y mordiendo el asfalto al desplomarse cuando el lobo asoma los dientes y aparecen las vacas flacas. Una especie de familia atípica en los márgenes de la sociedad, aislada en lo que podría ser una cuarentena en la que se manejan los reyes del descoco y del desfase. Una concepción revolucionaria y amoral de la sexualidad, promiscua y desinhibida, la convivencia de un grupo variado de fijos y satélites que tienen en común su dedicación actual o pretérita al mundillo del porno, la inmersión salvaje en una ociosidad sin rumbos marcada por la búsqueda del placer y la huida de los miedos personales e inconfesables. Una espiral con vertiginosas subidas y bajadas y la chirriante vida en común de un grupo nada convencional que no encaja en los cánones. Pero un grupo que quizás persigue, bajo su escandalosa fachada autodestructiva, algo tan humano como es un lugar en el mundo, aunque sea un lugar fuera de órbita, junto con un poco de compañía y cariño, y una brizna de felicidad. Ellos la buscan tal vez en el sexo, en la evasión de las drogas, en el amor, en el dinero, en la fama, en la autoestima, en lo que sea… Estén equivocados o no, y habiendo aceptado su más que probable perdición. Al espectador se le deja la tarea de observar, comprender y juzgar.
Hay quienes eligen apurar al máximo en un ritmo desorbitado.
Podría haber resultado un drama bastante más interesante, pero se me hace simplemente anecdótico, con mucho relleno y una radiografía curiosa acerca de los excéntricos setenta-ochenta del porno, con la explosión de moda hortera, la frivolidad ambiente y la música que se escuchaba.
Prometedor en el concepto, pero decepcionante en el desarrollo.
Vivoleyendo
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7 de abril de 2009
25 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si hay algo que me llame la atención de esta película es que la tachen de transgresora, por que precisamente es lo que le falta, mucha mas trasgresión. Es muy llamativo el pudor con el que esta tratada, tocando un tema tabú como el porno, y es que no son capaces de mostrar en todo la película ni un solo coño, ni tan siquiera un pene (exceptuando una sonada escena). En cambio si asistiremos a unas cuantas voladuras de sesos, disparos y gente esnifando coca por doquier, es muy triste pero resulta que en el cine comercial es ofensivo un pene erecto y esta bien visto una persona acribillada a balazos. Sin duda un tema para debatir, la hipocresía moral norte americana y del resto del mundo en general.
No culpo al genial Paul Thomas Anderson, al que supongo le pondrían trabas los productores, distribuidores y demás magnates del cine.
Resumiendo, una buena película con un reparto excelente, una dirección sublime y un guión llevado con maestría. Con el inconveniente de la ya comentada realización demasiado pudorosa que resta veracidad al retrato sobre el mundo de la pornografía. También me gustaría añadir que la película no se hace larga, es larga, el director ya lleva unas cuantas películas con un metraje de dos horas y media o mas, alguien debería comentarle que ser breve también puede ser una virtud.
MARDUK
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3 de junio de 2010
22 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sin duda uno de los mejores retratos de la industria cinematográfica del porno en los Estados Unidos, guiando al espectador a través del crescendo de este gigantesco negocio desde su nacimiento y auge en mitad de la década de los años setenta hasta el boom de las cintas de vídeo.

Para esto, el bueno del director y también guionista de esta cinta, Paul Thomas Anderson ("Magnolia", "Pozos de ambición"), con un estilo que delata claramente su mano sobre el producto, tocado por largos travellings que siguen en varias ocasiones a los protagonistas de la historia, escoge como guía para el argumento a un joven adolescente encarnado con mesura por Mark Wahlberg ("La noche es nuestra"), quien realiza un gran trabajo. Su personaje, Eddie Adams, es un adolescente de diecisiete años marcado por una situación familiar inestable en la que su madre se comporta de forma histérica y su padre no puede hacer nada por evitarlo, al sentirse frustrado. Es por esto que el joven Eddie trabaja a muchos kilómetros de su casa como camarero y limpiador en la cocina de un local nocturno, algo que le permite evadirse de su incómoda vida y le da la oportunidad de llegar a conocer a alguien que pueda descubrir en él las facultades suficientes como para proporcionarle un gran futuro. Una noche, un gran realizador del cine para adultos que sueña con hacer una película que rompa moldes dentro del porno, Jack Horner (Burt Reynolds) le hace algo parecido a una entrevista y le ofrece trabajar bajo sus órdenes en la producción de sus próximas películas pornográficas. Eddie, que considera que tiene un “gran don” (detéctese mi ironía) para desarrollar una carrera dentro de esa industria y es, según uno de sus ligues “increíble en la cama”, termina aceptando tan suculenta proposición, lo que le abre las puertas a un mundo lleno de fama y éxito pero también de problemas, como es el del tema que aquí nos acontece.

Los méritos de esta película son muchos, demasiados, pero sin duda el mayor acierto es conseguir representar a esta industria sin la necesidad de recurrir a lo vulgar o a escenas grotescas. El espectador puede hacerse, gracias a esta cinta, una idea de cómo muchos jóvenes llegan a trabajar en este tipo de cine, respirando un ambiente lujoso y lujurioso que desde esta película no se relaciona con lo superficial, pues sus personajes están llenos de perspectivas respetables, objetivos de futuro y actitudes que hasta rozan lo inocente. No es pequeño el número de personajes del porno que ha encontrado en ese negocio un refugio de una pobre vida, afectada por los problemas familiares o pasados oscuros. Boogie Nights es una forma de decir que quienes trabajan en esa industria no sólo son divas y engreídos que se creen superiores al resto, sino personas normales pero llena de problemas que encontraron en el mundo pornográfico una forma de estabilizarse y de algún modo, alcanzar la añorada felicidad.

(Sigue en el SPOILER sin desvelar detalles del argumento, por falta de espacio)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Sandro Fiorito
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18 de diciembre de 2011
15 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Segundo largometraje del realizador californiano Paul Thomas Anderson (Studio City, CA, 1970) (“Magnolia”, 1999), según guión original escrito por el mismo, que se inspira libremente en la biografía del actor John Holmes. Se rueda en escenarios interiores y exteriores de California con un presupuesto estimado (IMDb) de 15 millones de USD. Es nominado a 2 Oscar (actor y actriz de reparto). Producido por Paul Thomas Anderson, Lloyd Levin, John S. Lyons y Jeanne Selter, para Ghoulardi Film Company y New Line Cinema, se proyecta por primera vez en público el 11-IX-1997 (Toronto Film Festival, Canadá).

La acción dramática tiene lugar a lo largo de 6 años, entre 1977 y 1984, en localizaciones del Valle de San Fernando (CA). Eddie Adams (Wahlberg), un adolescente que a lo largo del film transita de los 17 a los 23 años, empleado de un club nocturno, ingenuo e inexperto, natural del sur de California, desea triunfar como actor de cine porno. Tras abandonar la casa de la madre, se relaciona con el enigmático Jack Horner (Reynolds) y su compañera sentimental, Amber Waves (Moore). Tiene ocasión de conocer a Brandy (Graham), apodada “Rollergirl”, guapa e ingenua, sin estudios, que abandonó la casa de sus padres, y a Scoty (Hoffman), adolescente desorientado y adicto a la cocaína y las anfetaminas. El protagonista real de la obra es el variopinto grupo coral de actores y actrices en el que Eddie se mueve y del que forma parte.

El film explora el mundo del cine porno entre finales de los 70 y primeros 80. Compone un interesante retrato de la realidad social del momento, marcada por los ideales hippies de vivir en libertad, la liberación sexual, la superación de viejos tabúes, la implantación de nuevas normas de conducta y el consumo de drogas (heroína, cocaína, anfetaminas…).

La narración es vibrante y briosa. Se desarrolla a un ritmo intenso y sostenido, que mantiene el interés del espectador a penas sin pausas. Los diálogos son breves y ágiles. Los caracteres se presentan diferenciados y bien definidos. Las interpretaciones de Burt Reynolds, Julianne Moore y Mark Wahlberg, son acertadas y verosímiles. Elogia la alegría de vivir, el hedonismo, la libertad. Muestra las consecuencias de la drogadicción (brotes paranoicos, impotencia, degradación personal…). Evita los juicios morales en beneficio de una exposición que busca ser objetiva y realista. El humor y la ironía, abundantes, se distribuyen a lo largo y ancho del metraje con gracia y sentido de la oportunidad. La obra es interesante, entretenida y reconfortante. Se ha escrito en varias ocasiones que refleja influencias de Martin Scorsese y Quentin Tarantino. El paso del tiempo la ha convertido en película de culto.

Anderson muestra su cinefilia dedicando guiños de simpatía a Kubrick, Martin Scorsese, George Lucas y otros. Cita películas de los años 70, como “Serpico” (1973), “Fiebre del sábado noche” (1977), “La guerra de las galaxias” (1977), y de épocas anteriores y posteriores.

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SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Miquel
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20 de abril de 2009
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Boogie Nights resume las características cinematográficas de Paul Thomas Anderson: un director sobrado de talento, que no escatima en kilómetros de metraje, que siempre construye historias complejas y personajes excesivamente magnéticos, o plomizos, según se mire.
La primera hora y media de la peli es una maravilla: Anderson recorre con su cámara los momentos más dulces de la industria pornográfica en EEUU de forma pomposa y elegante, cuando aquellos directores pensaban que lo suyo era el trabajo propio de un dramaturgo. El reparto es espectacular, yo me quedo con Burt Reynolds y Julianne Moore que es una pedazo de actriz. Mark Wahlberg hace de Dirk Diggler, un personaje maratoniano, de esos que tanto le gusta al director. Pero el bueno de Dirk pierde un poco de fulle al final de la peli, cuando él y sus amigotes se introducen en una espiral de violencia y locura que desafina un pelín con el resto de la historia.
Pese a todo, Boogie Nights me parece una de las mejores pelis del 97, y si no llega haber sido por Titanic (¡¿?!) y la grandiosa L.A Confidential, seguro que hubiera arrasado en los Oscar.
willieyenka
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