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Los inconquistables

Aventuras. Western En 1763, en el periodo previo a la Guerra de Independencia Americana (1775–1783), una joven inglesa es deportada a las colonias americanas como esclava. En el barco consigue la libertad después de ser comprada por un apuesto aventurero, pero cuando éste se marcha un malvado político decide volver a convertirla en esclava. (FILMAFFINITY)
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Críticas 18
Críticas ordenadas por utilidad
18 de mayo de 2019
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay que reconocer a Cecil B. DeMille que sabía hacer películas aunque torticeramente cambiara la realidad de los hechos en que se basan las mismas, con tanta facilidad como dirigía a cientos de extras para dar empaque y colorido a sus ciclópeas producciones.

EE UU es un país de esclavos, esclavos ingleses, esclavos africanos, esclavos chinos, esclavos latinos y esclavos indígenas, esos indios a los que machacan película tras película por defender su forma de vida, sus medios de vida y su casa, esto es, el territorio que les daba todo lo que necesitaban para ser autosuficientes.

El guión nos presenta a un preciosa inglesa que fue condenada a la esclavitud durante más de una decena de años para pagar su crimen, o aceptaba la esclavitud o la ajusticiaban. Paulette Goddard, una mujer de armas tomar, con fama de complaciente para obtener lo que quería en aquel Hollywood, hasta se casó con Charles Chaplin, con su explosiva belleza, cautiva a todos los que viajan en el barco que le lleva a la nueva colonia, que los ingleses se disputaban con España y Francia, todo ésto antes de la Independencia americana y donde todos servían al Rey inglés de turno.

A sus ansias de conquista y de expansión, solo se oponían los pueblos indígenas, a los que masacraron para quedarse con sus riquezas, algo que hacían desgraciadamente todos los países europeos y todos los reyes que los regentaban, aunque De Mille, famoso demócrata cercano al fascismo retrógrado, que repudió a su propia hermana por contraer matrimonio con Anthony Quinn, refleja a los ingleses como estúpidos incompetentes con una absoluta falta de respeto por lo mismo.

Además de la bella Goddard, resaltar el trabajo de Gary Cooper, Boris Karloff en el papel de uno de los Jefes indios, Ward Bond, un secundario de lujo y el malvado Howard da Silva.

Puro espectáculo. Sobresaliente, 9.
andeltor
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23 de diciembre de 2016
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al margen de consideraciones históricas, la película que filma C.B. De Mille a finales de los años cuarenta resulta colosal por su colorido, épica por su argumento, deslumbrante por su ambientación y cruel por su contenido.
Pero peca de ingenuidad y se inscribe en una línea del western que hoy ha caído en desuso.

Como es sabido, los títulos de crédito ofrecen la presencia de los esperados G. Cooper y P, Goddard que cumplen su cometido a la perfección. Y hay que reseñar la sorpresa de un B. Karloff, desacostumbrado en su papel, pero cuya actuación también resulta muy convincente.

La película se sigue con atención, ofrece detalles de indudable valor, posee interés y despierta la curiosidad por conocer otros pormenores y puntos de vista.
ABSENTA
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11 de julio de 2015
7 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
“¡Cover up, cover up!”(¡Tapen, tapen!), es una de las frases que nunca ha dejado de gritar la clase política estadounidense a lo largo de su historia… y lo que se ha pretendido siempre con tan preocupado clamor, es cubrir las vergüenzas, los atropellos y las infamias que sus gobernantes e instituciones, van cometiendo con el paso de los años y que todavía resuenan en el cielo. A este propósito, Hollywood ha prestado uno de los más eficientes servicios y los directores mercenarios están siempre listos para hacer la tarea.

Como ‘La rebelión de Pontiac’, fue recordada la respuesta armada que, un gran grupo de tribus americanas, en cabeza del cacique otawa, Pontiac (1720-1769), llevó a cabo a partir de 1763, como respuesta a la ocupación militar (y civil) inglesa de sus territorios que, para los indígenas, significó además toda suerte de afrentas y restricciones que les hacían la vida imposible, pues, la clara intención de los colonizadores, era su arrinconamiento y de ser posible su definitivo exterminio. Tres años duraron los enfrentamientos y los nativos se hicieron sentir hasta que, viendo la situación harto peliaguda, los ingleses se vieron forzados a acudir a la diplomacia y pactaron la paz… hasta nueva orden.

Con el cuento del “¡Tapen, tapen!”, el director Cecil B. De Mille, de sobra conocido por su posición conservadora, vendida a los intereses del sistema, tampoco tuvo escrúpulo alguno en traicionar la verdad histórica, y puesto a su disposición un altísimo presupuesto (5 millones de dólares de 1957), un equipo técnico de primera línea y un reconocido grupo de actores con Gary Cooper y Paulette Goddard a la cabeza, forjó este llamativo filme de aventuras que, sin pudor alguno, convierte a los osados, inescrupulosos e incontenibles colonizadores en “héroes inconquistables que forjaron una gran nación”, mientras que los indios quedan como “los crueles, brutos y salvajes exterminadores que impedían el progreso y el incontenible avance de la insigne raza blanca” (¡Que despliegue de oratoria falaz!)

Hace poco, veía fotografías sin maquillaje de algunas actrices del Hollywood de los últimos años, y siento que así, ¡igualito!, quedaría “LOS INCONQUISTABLES”, si se consiguiera separar su preciosismo visual y su lujoso vestuario, de su banal historia. ¡Pura fachada! Da grima ver al capitán, Christopher Holden, luchando por la libertad de Abigail (sólo porque le resulta bella) y totalmente indiferente ante la esclavitud de un alto número de hombres y mujeres del pueblo que, acusados de cualquier delito, al Estado le sirve como excusa para obtener con ellos mano de obra barata.

Como ocurre con otras tantas películas hollywoodenses, se necesita “gozar” de la ignorancia histórica para poder solazarse con esta necia aventura que, en su momento, también recibió sus buenos palos de parte de la crítica objetiva, mientras que no faltaron los "habitosos" (1) con su canastilla de elogios: “Uno de sus filmes más ridículos, pero bastante divertido”, “Clásico incontestable”, “Si hubiese que elegir una sola película americana, esa sería Los inconquistables, y puede prescindirse de las demás”… (¡!!!!¡)

El primer concepto -de Leonard Maltin- me parece el más justo, porque el filme también tiene dos o tres buenos chistes; la señora Goddard luce tan auténticamente aterrorizada en las escenas de peligro que, de manera frecuente, tuvo agarrones con el director por ponerla en tales situaciones. ¿Y no es “admirable” verla perfectamente maquillada hasta en los momentos más inexplicables? Además, puede añadirse que, algunos diálogos, resultan realmente atinados en sus propósitos mordaces.

Y bueno fue ver en el rol de Hannah a Katherine De Mille -la hija adoptiva del director-, en una oportunidad que éste quiso brindarle, después de haberle dado la espalda por muchos años por haberse casado con el actor mexicano Anthony Quinn… ¡Un medio-indio con sangre azteca!

Las cosas que más odias te perseguirán como la sombra al caminante.

(1) Con esta palabra aludo a las personas dispuestas siempre a vender su alma aunque terminen haciendo el oso.
Luis Guillermo Cardona
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30 de noviembre de 2009
9 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Incontestable película del género de aventuras en la época colonial de Daniel Boone, con un Gary Cooper que nos traerá de cabeza por culpa del mentiroso y traidor de turno, ambicioso y manipulador que quiere todo para él. Y una escena inolvidable en el barco con una bella mujer (Paulette Goddard) condenada a ser vendida como esclava. No faltarán las artimañas de ese malvado traidor, llevado hasta el final por un personaje que se hará odioso al máximo, interpretado espléndidamente por Howard Da Silva.

Todos los pormenores que acompañan a este tipo de películas, indios, colonos, etc... cumplen de forma convencional como era de esperar, con una ambientación detallada y una muy buena escenificación con los extras. Una aventura bien narrada, una clásica de las "de antes" que no dejará nunca, de allá para cuando, de aparecer por televisión las tardes sabatinas.
floïd blue
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14 de enero de 2010
7 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tiene el sabor de las novelas de aventuras escritas en el siglo XIX. Y del cine de otro tiempo. Y eso quiere decir que sea mejor.

Los inconquistables ha envejecido mal. Resulta ingenua, maniquea y convencional. Aunque entretiene. Los personajes secundarios son arquetipos sin profundidad. Ahí está un joven George Washington que irradia grandeza en cada diálogo y un malo de folletín que, no podía ser de otra forma, traiciona a los blancos y subleva a unos indios de atrezzo que hablan como entonces se suponía que hablaba cualquier aborígen, sin conjugar los verbos, y son un obstáculo para la civilización.
Nada de esto, sin embargo, debiera extrañarle a nadie siendo una película de Cecil B. De Mille, que en aquellos años se dedicaba con entusiasmo a cazar comunistas en el Hollywood de las listas negras para defender las esencias del sueño americano.

Gary Cooper está bien en su papel habitual de hombre honesto, decidido, pero tímido con las mujeres, pero no sorprende. Y a Paulette da gusto verla interpretando otro rol de mujer con carácter, aunque su personaje de esclava en el nuevo mundo resulte de lo más inverosímil.

Y el guión, que incluye escenas afortunadas como la subasta de los seis peniques en el barco, acaba conviertiéndose en un garabato de idas y venidas de indios y casacas rojas a la espera de que se resuelva la previsible historia de amor entre los dos protagonistas.
Alguernoon
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