La centinela

Estamos en los 70 y esto es prácticamente un telefilm, pero también es una película de terror, y no precisamente de clase media sino de la aristocracia del género.
No es una obra rebosante de recursos cinematográficos, pero cuando nos disponemos a ver una película de terror lo que queremos es precisamente eso, sentir terror; y ahí es cuando "La centinela" aparece.

La escena en la que la chica se despierta a media noche y recibe una desagradable visita es antología y no apta para ver a solas durante la noche, y menos si se posee una vejiga delicada, porque habría que levantarse para ir al baño, y encender quizás la luz del pasillo ...

Cuenta la leyenda que Michael Winner utilizó auténticos freaks para la escena final, bastante sobrecogedora ella; aunque ese no sea el cenit de esta obra magna del terror.

Dice una frase algo así como que todos tenemos miedo hasta que sabemos a lo que tememos, y ahí radica la majestuosidad del film, en el mal latente que parece impregnar cada fotograma de la película haciéndonos desconfiar de cada personaje que surge ante nosotros, igual que desconfía la protagonista en casa de sus vecinas, auténtico climax de angustia que rompe todos los esquemas de raciocinio conocidos hasta la fecha.

Y es que a veces las incoherencias y las banalidades pueden llegar a acojonar, porque, al fin y al cabo, para qué explicar lo inexplicable.

Espero que nadie crea -dada la escasa relevancia de este engendrillo- que la peli de Winner es otra de tantas joyitas a reivindicar. Espero que nadie lo crea porque, de hacerlo, el chasco puede ser monumental. Tanto o más como el que me he llevado yo. Así pues, no me andaré por las ramas: “La centinela” es un bodriete. Así de claro. Un bodriete rodado a rebufo de ese cine demoníaco tan en boga en la época (“La semilla del diablo”, “El exorcista”) y que generó -lamentablemente- cantinelas tan vergonzantes como la que hoy nos ocupa.

Que nadie se deje engañar, pues, por la pléyade de secundarios de relumbrón (Ava Gardner, Eli Wallach, Burgess Meredith, John Carradine, Martin Balsam, Jeff Goldblum, Christopher Walken, Tom Berenger) que aparecen en el reparto. Puro espejismo. “La centinela”, como ya he dicho antes, es un bluff. Un esperpento. Bazofia.

Y es todo eso y más porque ni da miedo, ni tensiona ni nada de nada. Bueno, sí, perdón: da grima. Y no precisamente por su aditamento gore. El asco que produce “La centinela” no es físico. Es moral. Tanto por su burda y engañosa pátina intelectualoide (con alusiones a Milton incluidas) como por el infame recurso que supone asociar lesbianismo y deformidades al poder del maligno cuando lo único que se pretende realmente es apelar al morbo del espectador de la forma más torpona y chapucera posible.

¿Qué por qué un cuatro, entonces? Pues bueno, le he endiñado cuatro estrellitas porque quién bien me conoce sabe que no suelo ser demasiado severo cuando una peli me entretiene levemente y porque, porque, porque… Pues no sé, porque la prota es mona ¿Contentos?

Acabo de volver a ver una peli que en su momento, tendría yo cinco o seis años, ya ven que esta esquizofrenia cinéfila me viene de lejos, me acojonó y mucho. Recuerdo haberla visto con mi abuela, culpable mayor de mi debilidad por el cine y en especial el de terror, y en aquella época-cuéntame cualquier cosilla que dieran en la 2 nos daba un miedo terrible.
Con la distancia, La centinela no deja de tener puntos sobresalientes, pero ninguno de ellos en el ámbito del cine de miedo.
La historia, sacada de best seller chusco muy de la época, y a la sombra del cine satánico que llenaba carteleras es bastante flojilla.
Las interpretaciones, del montón, y los efectos especiales reguleros.
Pero tiene momentos de auténtica paranoia, más propios de Polanski que del extraño y prolífico Winner.
Para muestra un botón, pero en soiler...
Lo mejor: Precisamente esos momentos del spoiler.
Lo peor: Sin pena ni gloria. Un cinco y punto.

Dado el exitazo de La profecía y El exorcista en la década de los 70, Michael Winner, uno de los directores que mejor partido supo sacar de un actor como Charles Bronson, adaptó 'The sentinel', conocida novela de terror sobre demonios y custodios del averno escrita en 1974 por Jeffrey Konvitz, quien también produjo y guionizó el filme. Winner, remedando el clima enrarecido de La semilla del diablo, plasmó con fidelidad la terrorífica expectación que transmite su fuente original, levemente inspirada en la obra poética de John Milton "El paraíso perdido', y recurrió a figurantes deformes para que dieran vida a los torturados y diabólicos monstruos que aparecen a lo largo de la narración , algo que como a Tod Browning en Freaks le valió alguna que otra reprobación.

¡Vamos! Es cierto, muchas veces directores adelantados a su tiempo hacen obras maestras que la gente no valora, que no está preparada para comprender aún y es el tiempo el que le da su lugar en la historia. Ese término tan manoseado que es el de "Película de culto". Pero si vamos a elevar a cada uno de los fiascos del pasado a ese nivel, ¿que nos queda? Puros bodrios idolatrados. Díganme "me encantó", díganme "no me importa nada, yo la disfruto", y está todo bien. Pero no me digan que es una buena película y mucho menos obra maestra porque es una auténtica basura grande como el mundo.

Pésimas actuaciones, pésimo guión. Pésima dirección. De ideas anda corta y las pocas que hay son descaradamente robadas. Porque no es que le robe a algo desconocido y lejano ni tan siquiera, si no a películas famosas y contemporáneas como Rosemary´s baby. Digamos que de esta hay un 75 % y el otro 25% se lo reparten un poquito de cada una de otras.

Las escenas de terror, aparte de increíblemente predecibles desde que empieza la película son tristemente vergonzosas. Los actores y actrices directamente hacen el ridículo. Realmente estallé en carcajadas en varias escenas. Siendo la entrada de los dos curas con la cruz el apogeo de la comedia. Además para ser una película "en serio", que trata de imponer (a pesar de la trama) un ambiente real, un drama psicológico (como dice entre los géneros) está llena de incoherencias, de cosas que se contradicen a los dos minutos de haberlas dicho. Digo, hay que ser muy lerdo para que esta película te atrape. Como dije en mi título, para lo único que sirve es para re-valorar las verdaderas obras maestras del género y la época y para verla entre varios y reír, burlarse de cada absurdo momento de la cinta.

Pd: No es por subirme al tren este pos-modernista donde todo es discriminación o violencia y todo se juzga moralmente como moda. Pero resulta muy gracioso realmente (en el mal sentido) como los curas son los "buenos" y los malos, los poseídos por el demonio son los homosexuales (las lesbianas, y el viejo no se queda atrás tampoco) y los deformes o tullidos. La última escena se nota que usaron personas así de verdad, sin maquillaje. Aunque algunos no se llega a entender que es lo que tienen aparte de simplemente no verse como dignos especímenes caucásicos-europeos-americanos-arios-burgueses-católicos-apostólicos-romanos.