El fabuloso Andersen

No hay nada como un buen cuento para dejar sembrada en el alma una lección inolvidable. El cuento aleccionador y bien contado, transmite imágenes resplandecientes que se visionan al nivel más profundo de nuestro ser; al re-crearse en la mente del que lo escucha, queda guardado al igual que aquello que se ha vivido directamente; y al contener una vivencia que ejemplariza, impacta y conmueve, despierta aprobación y se preserva como un pequeño tesoro que no quisiéramos perder jamás, porque, aunque no lo sepamos o no lo creamos, cada cuento es un regalo mágico del universo.

Hans Christian Andersen (1805-1875), fue un grandioso contador de cuentos. Nacido en un ambiente pobre en Odense, Dinamarca, nunca tuvo otra ambición que la de convertirse en un Digter (escritor de alta estima). Huérfano de padre desde muy niño, vivió muy solo, pasando las horas libres con los juguetes que él mismo se fabricaba. Trabajó en una procesadora de telas, y a los 14 años se trasladó a Copenhague con la esperanza de mejores oportunidades. Pronto se le abrieron algunas puertas y con la ayuda de un tenor italiano tomó lecciones de canto, y con el impulso de su luego mentor, Jonas Collin, a los 17 años ya había publicado su primer relato, a lo que seguirían poemas, obras teatrales, libros de viajes, novelas… y sus más célebres cuentos de hadas: “La sirenita”, “El traje del emperador”, “La reina de las nieves”, “El soldadito de plomo”, “La vendedora de cerillas”, “Las zapatillas rojas”, “El patito feo”…

La película de Charles Vidor, como se aclara al comienzo, no pretende ser la biografía de Andersen, pues, apenas toma, modificados, unos cuantos rasgos de su vida. El resto, es otro cuento de hadas salido de la imaginación de Moss Hart y de Myles Connolly donde, Andersen y algunas de sus narraciones, son los elementos centrales.

“EL FABULOSO ANDERSEN” sobresale por su composición visual donde, los exquisitos escenarios, la cálida iluminación, los magníficos vestuarios y la precisa fotografía, confluyen en transportarnos a un ambiente perfecto de cuento de hadas, lo que hace ideal ver esta película en pantalla gigante. Después, las canciones “El patito feo”, “Pulgarcita”, “Yo soy Hans Christian Andersen” y demás, resultan muy atractivas y muy bien interpretadas por el comediante Danny Kaye, quien caracteriza a Andersen con enorme simpatía. Finalmente, la coreografía del ballet “La Sirenita”, encargada a Roland Petit e interpretada por la co-protagonista y bailarina Jeanmarie, es exquisita como ballet y de un preciosismo visual inobjetable. Al final, sentí que faltó algo más de historia, pero, en su connotado estilo musical, la película me deja, no obstante, muy a gusto.

Título para Latinoamérica: “HANS CHRISTIAN ANDERSEN”

No sé si catalogarlo de musical, algo sí, pero en general, con cuenta una historia que tiene poco que ver, algo, pero poco, con el famoso escritor danés, interpretado por un genial Danny Kane que, a sus habituales números de baile, nos da una pequeña lección de interpretación en un papel de extraordinario “”cuenta cuentos y escribe cuentos” con esos niños alrededor que se emocionan con esas historias que, al principio, los mayores no comprenden.

La película tiene una fotografía a color muy buena para la época y estuvo nominada para 6 estatuillas, aunque no consiguió ninguna. Excelente la danza final del grupo de ballet. Sin ser un erudito resulta encantador. Un 6,5 para una película que empieza a cansar justo cuando termina.

Agradable cuento en forma de película que dirige C. Vidor y que presenta una semblanza de la vida de H.C. Andersen desde una perspectiva emotiva y apacible para disfrute de toda la familia.
Una ambientación dulce y colorista, como extraída de un proyecto de dibujos animados, recrea una ensoñación infantil muy propicia para la fantasía y para el ejercicio libre de la imaginación.
El estilo narrativo es directo y el acompañamiento musical adquiere protagonismo aunque se echa de menos la traducción al español del texto de las canciones.
Resulta excelente la elección de D. Kaye como protagonista y su interpretación se encuentra a la altura de lo esperado.

Es un rompecabezas o puzle horriblemente montado/contado, nada casa con nada, todas las piezas están desencajadas, desmadejadas, desorejadas, desangeladas, desparejadas, despeñadas o mal puestas, como Dios les dio a entender, como mezclar Groenlandia con un tenedor y ponerlos a cantar y bailar y que por Antequera salga el sol, es decir, la realidad y la ficción van cada una por su camino lo mismo que los personajes y sus situaciones o dimes y diretes igual que el ballet y el cantable a la vez que los comportamientos, los intérpretes y las transiciones y los entrelazamientos de los diferentes elementos en juego o unidades o tornillos del tan fallido engranaje, el cirujano, Doctor Fronkonstin, fue un carnicero, un chapuzas o manazas, y en lugar de arreglarle e incluso mejorarle la cara o careto, se lo ha desgraciado, se lo ha dejado como un cuadro, un mapa, abstracto, enfermo plano barullo.
Tampoco el tono infantilón y meloso, cursi y kitsch sería decir poco, quedarse escaso o romo, pega con la deriva aberrante de la absurda dichosa de enamorados se supone entente o relación de pareja ni tiene ningún sentido el vaivén de los protagonistas por mucho que lo fíes a las mejores intenciones de todas o todos.
Es en suma y resumen un sindiós perezoso y un dislate blando al que es imposible agarrarse por su vaguedad y disparate por mucho que tenga algunas melodías pegadizas, la voz de él sea la mar de agradable y relajante y el ballet lo parte, tenga o consiga un logrado aroma clásico bien rodado ese haz o trecho, te aburren a muerte los cabrones.

Al principio de la película comentan que no es una película de la vida de Andersen, si no un cuento sobre la vida y los cuentos de Andersen.

Vista y leído por encima la biografía, esta película bien podría ser la biografía de Andersen, ya que las biografías que se hacía y se hacen, son adaptaciones que se toman muchas libertadas.

Sí que es cierto que Andersen no tenía ningún oficio, pero su padre era zapatero. Sí que huyó de su pueblo natal (aquí lo han suavizado mucho, vale), y en Copenhague se forjó su vida y al final escribió historias, y algunas fueron ballets.

Su vida amorosa fue un fracaso (más o menos lo que pasa en la película), aunque realmente, parece ser que era bisexual porque también se conservan escritos de cartas declarándose a otros hombres, que también fue rechazado. Lógicamente, esto no sale en la película.

Una película muy olvidada, y no lo entiendo, porque tiene frescura y tiene mucha vida en los colores y números musicales. Han puesto mucho esmero en representar "La sirenita" como ballet, donde se luce la mar de bien.

Una película que disfrutas de Danny Kaye, un actor que tampoco fue muy agraciado, pero que es reconocible por su simpática cara.