La casita blanca. La ciudad oculta

Llegado el fin del más famoso “mueblé” de Barcelona, he podido volver a visionar por BTV el excelente documental de Carles Balagué “La casita blanca”, su film va mucho más allá de las miles de citas clandestinas que se puedan haber vivido entre sus paredes, sirve de perfecta metáfora para Balagué, y proponernos un recorrido por la Barcelona de los años 1950 a 1960, con unos guías esplendidos como la artista Carmen de Lirio; los historiadores Rafael Abella, Jaume Boix y Santiago Tarín; los periodistas Pilar Eyre, Josep Martí y Juliá Peiró; el escritor Josep Maria Carandell; el administrador de la Casita Blanca, Josep Tomás, así como los sobrinos de uno de los maquis ejecutados en aquellos años, Angel Oset íntimo amigo de otro mucho más peligroso José Lluis Facerías.

Todos ellos nos van relatando de una forma totalmente creíble, la inmensa hipocresía en que vivía buena parte de la alta burguesía catalana, y otra venida de otras ciudades, que para el pueblo eran considerados personas muy honorables; el lugar donde iban a parar los ingresos del mencionado “mueblé”. Las visitas de Eva Perón y Franco, la celebración del Congreso Eucarístico contrastan con las actividades clandestinas del guerrillero Facerías. La forma como se enriqueció Julián Muñoz Ramonet (uno de los más grandes estraperlistas de la Época), empresario modelo de aquel régimen al que la democracia habría alojado en una celda carcelaria, pero logro huir a Suiza y regresó cadáver, para ocupar una de las nobles tumbas de Montjuic. El turbulento asesinato de Carmen Broto, así como las correrías nocturnas de notables políticos. El documental como he dicho antes enlaza todos estos episodios a modo de un retablo sombrío sobre la doble vida en que vivían ciertos personajes que se autoproclamaban moralmente ejemplares, escondidos en la ciudad oculta.

Excelente: la intervención de los personajes invitados.
Lo más flojo: el videoclip de ficción.

El documental parte de la historia del más famoso "meublé" de Barcelona para a través de él retratar los usos amorosos de la posguerra en la ciudad, con sus protagonistas (guerrilleros, delincuentes y otras perlas como Samaranch) y sus episodios más novelescos.
Fundamentalmente se basa en la explicación de unas personas, bastante genuinas todas ellas, cuya relación con la época o el tema no siempre queda clara, pero que consiguen pese a todo que nos imaginemos cada historia. El discurso padece turbulencias cuando pasa a la reconstrucción en blanco y negro, de una cutrez incluso mayor que la perpetrada por cierto serial de nombre Amar en tiempos de nosequé, a cuyas hechuras recuerda inevitablemente.
Las imágenes de archivo son el otro gran filón y ahí tenemos por tanto fragmentos del No-do para ilustrar acontecimientos como el Congreso eucarístico.
Tenemos delante, en definitiva, una aproximación a ciertas historias y personajes de la época que por lo llamativo e interesante de su contenido consiguen que pasemos por alto la manera excesivamente pedestre con que en ocasiones nos las estén contando.