Haz click aquí para copiar la URL

Vivir sin parar

Drama Paul Averhoff fue una leyenda como corredor de maratón. Incluso ganó la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Melbourne en 1956. Pero los días de gloria han pasado. Ahora tiene más de 70 años y vive con su esposa Margot en un asilo donde para entretenerse solo puede elegir entre el coro o las clases de manualidades. Y no aguanta más. Como terapia se calza sus viejas zapatillas y ante el asombro de compañeros y cuidadores empieza a ... [+]
1 2 >>
Críticas 7
Críticas ordenadas por utilidad
14 de noviembre de 2014
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tremenda lección de vida la que nos da el protagonista de la película. El que fuera campeón de la maratón de Berlín e incluso ganara un oro olímpico está al borde del precipicio, en la última estación de la existencia. O eso quieren hacerle creer. El fatalismo, encarnado por la institutriz de la residencia geriátrica, se enfrenta con el vitalismo que defiende y experimenta nuestro corredor.

Encontramos claros paralelismos con la obra maestra "Alguien voló sobre el nido del cuco", de hace ya sus 40 añitos, y donde Jack Nicholson hacía las veces de elemento disruptor, en este caso en un manicomio de locos. Cambiando el escenario por la residencia de ancianos, vemos estructuras que se repiten en ambos filmes.

Por lo demás, decir que es una grandiosa película para los amantes del running a nivel amateur, así como para los amantes de las pelis lacrimógenas. Me cuento como parte de ambos colectivos, y de ahí mi súper nota. Lo siento, pero todas mis calificaciones a pelis son subjetivas. Sé que muchos otros se fijan más en la técnica y la realización a diferentes niveles de la misma, pero no es mi caso. Yo me fijo en lo que me transmite, en mi apreciación personal - y por tanto parcial - de la técnica, y por ello no pretendo coincidir con nadie (como con las pobres críticas que le concede la prensa).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Daniel Carpintero
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
15 de noviembre de 2014
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con mucho que decir, pero es un hecho que te deja totalmente sin palabras. Una película que sin duda te abre el corazón, la sientes. Muestra una realidad a la que le damos la espalda y lo peor es que es siempre por miedo.
Vivir sin parar, un drama alemán que nos hace replantearnos muchas cuestiones, pero que sobre todo lanza un mensaje claro: “Siempre adelante”.

Este largometraje nos trae la historia de Paul Averhoff, una leyenda en el mundo del deporte, en el ámbito del atletismo ganó todo lo que se podía ganar. Llenó de esperanza a toda una generación, los niños corrían con él. Ahora tiene más de 70 años, lleva una vida tranquila junto a su mujer Margot, pero el tiempo no perdona. Ya no son jóvenes y aquellos tiempos de gloria parecen haberse esfumado. Tras un pequeño ataque en el que Margot se desploma en la cocina, todo cambia. No tienen una asistenta social que les cuide y su hija, que es azafata, parece estar muy ocupada y con falta de tiempo para ellos. La opción que parece más viable es que ingresen en un hogar de ancianos. No deja de ser un golpe duro, abandonar tu casa, tu hogar, por lo que tanto has luchado.

Una vez se instalan en el asilo, la verdad es que el ambiente es más que lamentable, el único entretenimiento que tienen es el taller de manualidades o el coro. No es justo para ninguna persona que su vida deba terminar así, enjaulado y tratado como un decrépito cuando aun puede valerse por si mismo. Para hacer frente a esta situación, Paul decide volver a correr. Todos los días sale al jardín a entrenar, se calza sus zapatillas y con su chándal se prepara para correr la Maratón de Berlín. Un nuevo propósito, un sueño por cumplir que le recuerde sus hazañas de antaño. Pero esto no es lo más importante, lo verdaderamente fundamental es el apoyo incondicional que recibe de su mujer. Se tienen el uno al otro. Es imposible no llegar a quererles.
Margot le marca los tiempos y el corre. Ese empeño inquebrantable que muestra, hace que se gane a casi todos sus compañeros de la residencia. Como en todos los grupos sociales, siempre hay alguno que se queda atrás, el renegado que en el fondo sólo necesita abrir los ojos a la luz.

La situación empeora y se produce un giro en las circunstancias más que terrible. Lo más lamentable de esto es que la hija del matrimonio, Birgit, no sabe estar a la altura. Quizás por una carencia de amor que ella misma se ha provocado o quizás por puro egoísmo personal. Que los demás no crean en ti ¿qué importancia tiene cuando si lo hacen tus más allegados? Lo que realmente duele es que no crean en ti tus hijos. Pasan a verte como un estorbo que les quita toda privacidad. Es increíble lo egoístas que llegamos a ser los hijos con aquellas personas que nos lo han dado todo.
A pesar de la adversidad Paul no se rinde, debe sacar fuerzas y recuperar esa ilusión con la que empezó a entrenar, pues tiene una maratón que correr y una promesa que cumplir.

Es una delicia que te emocionará, es imposible ser de hierro. Te toca el corazón y eso hoy en día tiene mucho mérito. Manda gran cantidad de mensajes de ánimo, de superación. Realmente no importa la edad, eso no te limita. Mientras estemos vivos sólo nos limitamos nosotros mismos dominados por el miedo. El final es la muerte y hasta entonces podemos lograr todo aquello que nos propongamos. Sin duda es una tierna historia que nos contagia las ganas de vivir.

Kilian Riedhof es quien dirige este drama de ficción que nos hace reflexionar sobre la etapa final de nuestras vidas y cómo nos enfrentamos a ella, al paso de los años o a los obstáculos y limitaciones que nos vamos encontrando en nuestro camino. La película, está protagonizada por Dieter Hallervorden, reputado actor cómico alemán, toda una leyenda en la industria del en el país germano, que con su interpretación en la película obtuvo el premio al Mejor Actor en los German Film Awards, los Goya del cine alemán. Sin duda ha estado más que brillante. Dieter Hallervorden se preparó con intensidad para su papel de Paul Averhoff perdiendo peso, cuidando su alimentación y haciendo ejercicio regularmente para demostrarse a sí mismo, igual que el personaje al que interpreta en Vivir sin parar, que podía enfrentarse a su edad a un reto físico como éste con éxito.

Cabe destacar que la historia esta basada en hechos reales. Pero no os los llegáis a imaginar. No hablamos de un corredor olímpico o de maratón, para nada. En las noticias del periódico salió la noticia de que una mujer le había dado un ultimátum a su marido: o corría en la maratón o ella le dejaba, y el señor era entrado en años pero eso no le detuvo. Se preparó y finalmente corrió. Fue esta peculiar historia la que hizo que Kilian Riedhof llevase a cabo este proyecto, pero obviamente dándole varias vueltas de tuerca a la trama central.
Cinemabites
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
16 de noviembre de 2014
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
''La vida es como una lenteja... o la tomas o la dejas.'' La frase, sólo al alcance de los mejores poetas de la historia de la humanidad, llegó al cerebro de DJ Pepe en un ataque inesperado de inspiración. La ocurrencia no tardó en convertirse en canción, y ésta fue inmediatamente adquirida por Radio Espantoso, mítica emisora de uno más emblemáticos videojuegos de todos los tiempos. Ciertamente, aquella ''Vice City'' tenía excusas musicales –infinitamente- mejores en su repertorio, sin embargo no era extraño ver al medio usuario caer, una y otra vez, en aquella dichosa canción. Nada mejor para inaugurar aquel deportivo recién robado, porque admitámoslo, las petardadas nos encantan. Una lista de reproducción no está completa hasta que en ella no hay, por lo menos, dos o tres representantes de tan elevada modalidad musical. Será por sus habituales ritmos pegadizos, ideales para darle al cerebro un más que merecido respiro; será por su tan cómica tendencia a lapidarnos a base de lecciones vitales de usar y tirar. Al fin y al cabo, no lo olvidemos, nuestra propia existencia tiene la misma naturaleza.

Quizás por esto seguimos nuestra insaciable búsqueda en pos de otra verdad universal; de otro slogan que bien podríamos haber encontrado en el posavasos de un tugurio de mala muerte o, lo que viene siendo lo mismo, en cualquier rima de Fito & Fitipaldis. En éstas que en un geriátrico alemán dejado de la mano de Dios (hasta aquí nos hemos tenido que arrastrar) nos cruzamos con un ancianito que destaca por encima del tono gris que desprenden no sólo las instalaciones (por mucho aire a instituto que quieran aparentar sus dinámicas), sino también todas las personas que las llenan (residentes y empleados incluidos en el mismo pack). Impera, sobre cualquier otra cosa, la tristeza. La melancolía fundida con la nostalgia más depresiva (imagínense), alimentada ésta última por el recuerdo, cada vez más tenue, de unos tiempos que, aunque no necesariamente fueran mejores, sí parecen (y con esto basta) infinitamente mejores en comparación con los que estamos viviendo ahora. Así está el panorama...

Pero por suerte, el bueno de Paul, que así se llama el protagonista de la historia, no se hunde tan fácilmente. No en vano, tenemos ante nuestros mundanos ojos a una auténtica (aunque algo renqueante) divinidad. A una leyenda viva (de momento, al menos) del atletismo. Herr Averhoff, el mismo que se colgara la medalla de oro en el maratón de los Juegos Olímpicos de Melbourne, en el año 1956. El mismo que arrasara en Boston y Londres, así como en otras muchas citas, importantísimas todas ellas en el calendario de la temporada profesional de los corredores de fondo. Sabiendo esto, está por ver si es cierto aquello de que ''Quien tuvo retuvo''... y de si un hombre cuyas constantes vitales piden, a gritos, unos últimos días de reposo hasta que suceda lo que a todos nos tiene que suceder, será capaz de completar un maratón entero. 42 kilómetros (metro más, metro menos) corriendo cual mozo por las calles de Berlín, y más difícil todavía, con la firme voluntad de cruzar la línea de meta antes que nadie. ¿Alguien da más?

Que no cunda el pánico, éste es uno de los muchos casos de esa agradabilísima ficción cinematográfica, tan desvinculada con la realidad (al punto de partida nos remitimos) que es prácticamente imposible que alguien salga perjudicado... ¿O quizás sí debería sonar alguna señal de alarma? Preguntémonos, ¿y si el director Kilian Riedhof se apoya en una invención para hablarnos de algo tan real como la vida misma? Hablando de esto último, Paul Averhoff está en el comedor del centro donde reside ahora mismo. Ahí, antes de meterse en la boca otra cucharada de la misma bazofia que le sirven cada día, el eterno deportista se dirige a su compañero de mesa y le dice: ''Mira, la vida es como un maratón.'' Llegado este punto, el DJ Pepe que llevamos dentro clama una rima fácil (a ser posible, algo picantilla) que garantice un nuevo disco de platino, pero cosa rara en nosotros, decidimos callar y seguir escuchando, pues el señor todavía tiene algo que añadir: ''Verás, al principio avanzas de forma dubitativa, después coges ritmo y le coges el punto a las exigencias del recorrido... al final, cada paso es un suplicio.''

Pues sí. Podríamos poner la sentencia directamente en el cajón de metáforas rancias, pero no por esto vamos a quitarle al pobre hombre la razón que tiene. 'Vivir sin parar' se dedica a condensar todas las sensaciones ahora expuestas, y efectivamente es como un maratón. El riesgo de convertirse en agonía es demasiado latente, especialmente en sus últimos compases. La distancia importa, claro, y en una película también lo hace la cantidad de metraje. Elemental. El que Kilian Riedhof se tome casi dos horas para hacer lo que al fin y al cabo no pretende ser más que una feel good movie sobre los factores que determinan la edad, así como sobre la capacidad / posibilidad perenne de realizar nuestros sueños, se antoja, ya sobre el papel, como un exceso. A la práctica sucede lo mismo. Ya se sabe, la vida, y a veces el cine, es maratón. El trayecto que une el punto A con el B no es una línea recta... y ni mucho menos corto. ¿Apasionante? Por desgracia, no. En el mejor de los casos, entrañable (a pesar de la cursilería y descaro con los que el filme se hace querer); en el peor (cuando el conjunto pierde la noción de las proporciones adecuadas que requiere de ligereza y trascendencia), casi desesperante. Una vez más: ''Al principio avanzas de forma dubitativa, después coges ritmo y le coges el punto a las exigencias del recorrido... al final, cada paso es un suplicio.'' Está claro, 42 kilómetros equivalen a 114 minutos fílmicos. Quizás agradables de ver en un primer visionado, pero con pocos argumentos ofrecidos para repetir.
reporter
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
18 de marzo de 2015
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Adelante, siempre adelante", qué difícil es de realizar, cuánto esfuerzo anímico supone mantener vivo dicho espíritu, no desfallecer, no abandonar, siempre hacia arriba/siempre optimista.
La vejez, qué complicado es hacerse mayor, qué miedo llegar a ella/qué temor no lograrlo, cómo vivirla/cómo encararla/cómo evitar que ésta te consuma, tratado como un niño al que hay que entretener, sin poder para elegir, deciden por ti y no preguntan, comportamientos genéricos de institución pagada, albergue obligado donde ser guardado, donde no se molesta cual maleta que ya no sirve ni viaja, nadie sobresale/nadie es transgresor, la osadía se duerme y detiene para mantener la rutina pues prohibido alterar o pensar, actuar o decidir, sólo se calla, escucha y obedece, sin voz ni voto cual cuidadano sin derechos en manos de supuestos expertos y cuidadores que se olvidan que dentro de ese cuerpo flácido, lleno de arrugas, habita un alma joven, espíritu incandescente que mantiene la ilusión y esperanza por su día a día, por nuevas metas, esperanzas innatas de un Golliat que "participa para ganar pues, sino ¿qué sentido tiene?", rechazar la lástima de los demás/respeto por uno mismo, cambiar el no-puedo por un sincero no-se-si-puedo pero, sin duda, no-puedo-dejar-de-intentarlo porque me va la vida en ello y, sólo existe una y, pasar por ella sin hacer ruido, alborotar y destacar es ofender a tu misma existencia que te mira y susurra...,"sin detenerse nunca".
"Todos los comienzos son difíciles", más lo son los dignos, honestos y orgullosos finales, dar la vuelta a la dureza de una realidad que amarga y obtener un tiempo fructuoso de calidad que no tiene precio ni comparación, epopeya positiva de alegre mensaje por nuestro presente, desesperación/miedo/rabia de aparición a cualquier edad, de valor para afrontar lo nunca perdido/sólo olvidado, halla tu por qué, encuentra tu razón de ser y no la abandones, slogan publicitario para una película sensible, natural y entrañable que exhibe la época final de una larga vida como el comienzo de nuevos proyectos que deben ocupar la mente, activar la razón y bombear a ese delicado corazón siempre en la tentación límite de abandonar, para y desaparecer, permitir la entrada de esa radiante luz que alumbra el camino, borra la amargura, alivia el dolor y faculta un volver a andar y tener destino al que llegar.
Sonriente y enérgica película alemana sobre la tercera edad, sus opciones, apetencias y rebeliones necesarias para seguir haciéndose notar y que sea valorada su presencia, carisma, delicadeza y enorme fuerza de resistencia, personajes naturales que levantan la voz, protestan, chillan e incordian frente a la bruja malvada del cuento, porque toda fábula tiene una y esta plasmación legendaria de un corredor de maratón que vuelve a calzarse las zapatillas como terapia contra la depresión y somnolencia es una épica gesta, canto alegre de ánimo incansable que tiene su mayor talento en su pareja protagonista, una sutil y frágil Tatja Seibt como esposa de pilar firme y sólido en el cual se apoya un correcto Dieter Hallervorden, actor cómico reconocido y, un conjunto armónico de compás cordial, querido y afectuoso que remueve tu impresionable emoción y conmueve a tu cercana intimidad.
"La vida entera es un maratón", participa o mira, corre o quédate parado pero que ésta empieza y no espera, que continúa sin tu permiso y termina sin consideración alguna a tu persona cierto es, como tan cierto es que la fuerza, ilusión y adoración de envidia sana de esta enamorada pareja que han pasado toda una vida como unidad de celosía sana y envidia descarada para quien les observa en la pantalla es de apreciación clara pues "somos como el viento y el mar, juntos llegamos/juntos nos iremos", tesoro que no todos aprecian, pocos logran.
Historia sencilla, dulce, afectiva de consumo muy gustoso gracias a su perspicacia para decir verdades sin caer en la pasimonia y desgana y elevar su ínfima gracia de apertura a aplauso cariñoso de quien entra a meta y se gana su merecida ducha tras el esfuerzo realizado, fácil de ver, sugerente y muy digestiva, un meritorio trabajo de Kilian Riedhof sobre la tristeza, las penas, la superación y un vivir sin parar que es sentida con conciencia y sabiduría, no como propaganda de venta del último libro de autoayuda; vale la pena por modesta, sobria y cándida, ternura que remueve y promociona las ganas de vivir, otra cosa es que no te apetezca escuchar.

lulupalomitasrojas.blogspot.com.es
lourdes lulu lou
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
27 de julio de 2015
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Excelente relato autobiográfico, que presenta la vejez como un camino de superación.
El film pone al descubierto los "desatinos" de un sistema social que desatiende a las personas mayores olvidando los recursos con los que cuentan y las aportaciones que han hecho a la sociedad.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Tautou
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
1 2 >>
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow