Cinco tenedores

Fernando Fernán Gómez fue un genio polifacético e incomprendido y cineasta maldito del cine español. “El extraño viaje”, una de las películas más singulares en nuestra historia, sólo tuvo una repercusión interna, ceñida a la cinefilia de su momento. El caso de “Cinco tenedores” es todavía más lamentable. Desde luego, sus dimensiones esperpénticas no llegan a las de “El extraño viaje” ni es un film tan emblemático. Pero es que se trata de una gran comedia y, en este caso, anoche tuve ocasión de descubrir una inteligente película que ni la crítica ni el público, salvo pequeñas excepciones, le dedicaron especial atención en su momento.

Aurelio y Maruja son un matrimonio que regenta su propio restaurante de lujo, además de formar parte de un selecto club de cazadores. El cocinero del restaurante se encuentra huyendo de la justicia después de haber matado a su mujer por haberle sido infiel y ahora la pareja tiene que cuidar del hijo de éste, Miguel, que también es su ahijado. Maruja le acoge como si fuese el hijo que no ha podido tener pero pronto ese amor parental se transforma en algo que tiene consecuencias. Se trata de una comedia de humor negro, donde tiene cabida el cinismo, la impostura y la gula, una excelente farsa sobre nuestros vicios nacionales, nuestro carácter latino, nuestras veleidades costumbristas, y, en el fondo, nuestras miserias.

El machismo sale salpicado de una trama socarrona y desenfadada, bastante cruel y feroz bajo su capa de intrascendente diversión, y no le faltan momentos a Fernando Fernán Gómez para observar desde su aguda mirada, caracteres y realidades sin que apenas se note que, en realidad, lo que hace es sociología. Y todo, claro está, muy bien puesto a punto gracias a la gran capacidad de un equipo de actores principales (Saza está soberbio en esta película, y no digamos Concha Velasco) y secundarios (Rafael Alonso, por ejemplo, de exquisita elegancia en su fino y grotesco humor). La alta gastronomía de un restaurante de lujo mezclada con las bajas pasiones, el deshonor del cornudo mostrado como esperpento de tragicomedia, el patriotismo mal entendido, las sospechas de la infertilidad, el patriarcado del venado furioso. Todo ello sugiere un buen menú cinematográfico.

Una comedia poco estimulante pero hasta cierto punto divertida. Dentro de la filmografía como realizador de Fernando Fernán-Gómez no resulta ser uno de sus mejores films pero tampoco es de los peores y refleja con un tono amable y cierto ingenio la capacidad que se puede tener para perdonar ciertas debilidades humanas en una historia maliciosa e ingenua al mismo tiempo. La puesta en escena de Fernán-Gómez es correcta sin llegar a la brillantez y a los intérpretes los dirige con bastante solvencia. Concha Velasco y José Sazatornil imprimen cierta gracia a sus respectivas interpretaciones al igual que también resulta simpático el personaje de Manuel de Benito que durante los años 60 había sido actor infantil en varias películas de Pedro Lazaga. Este terceto protagonista es secundado por varios intérpretes de indudable eficacia que completan un reparto atractivo. El guión desprende una sorna a ratos eficaz y analiza con un sentido del humor absurdo y convencional lo que es el tedio en las relaciones de pareja. Con un tono burlesco se muestran los convencionalismos sociales y como se les puede hacer frente. Una irregular comedia sarcástica con cierto aire revulsivo.

Fernando Fernán Gómez además de ser un actor prolijo y con una muy larga carrera fue un escritor y Director también intenso. Dentro de sus labores como Director destacan la estupenda “Viaje a ninguna parte” (bello homenaje a los cómicos españoles) y “El mundo sigue”, pero también realizo películas sin un verdadero fin y menores como “Cinco Tenedores”.

Siendo una historia rocambolesca, que hay que situarla en la época que se desarrolla “la transición”, y atrevida.

La historia de un adolescente huérfano de madre asesinada por su padre, cocinero de un restaurante de lujo cuyo dueño es José Sazatornil “Saza” casado con una Concha Velasco en su plenitud. A su vez ambos son los padrinos del muchacho. Como consecuencia de la tragedia lo acogen en su hogar. Desde ese momento todas las vidas entrecruzadas derivan hacia derroteros como los celos, adulterios, embarazos o hipocresía de una sociedad dónde las apariencias importan más que lo que hay detrás.

La película, como indicábamos, no deja de ser menor y quitando las actuaciones de Saza y Concha Velasco es prescindible con escenas que producen sonrojo pero sí hay que reconocerle que es valiente para el tema que trata y en el momento que lo trata.

Fernán Gómez siempre genial director, dramaturgo, guionista, escritor..... Bueno un sinfín de cosas. Posiblemente esta película la hizo de encargo. No es de las mejores. Pero tiene sus puntos y un humor negro finisimo. Aurelio y Maruja es un matrimonio que tiene que acoger al hijo del cocinero de su restaurante. Esto conlleva unas serie de circunstancias que solo el maestro sabe llevar sin caer en lo grotesco ni en lo banal. Pero es lo que tiene las películas de encargo que no terminas de coger el punto. Por eso con algún momento olvidable y un final lógico viendo las espectivas hacen de este film uno de los mas irregulares de su director. A pesar de todo le pongo un 7 porque me ha hecho reír tanto Sazatornil como Velasco que están espléndidos

No me esperaba el discurso final que pone Fernando Fernán Gómez en boca del inconmensurable José Sazatornil (Saza) y que es, sin duda, el motivo por el que el espectador igual se despiste un poco. Por todo lo anterior, la película sería una suave comedia picante, sin mucho picante, sabrosa digamos, con ironía y mucha clase. Con unos papeles, tal vez previsibles pues parece que cada actor ocupa el personaje adecuado, pero que aún por eso, queda mejor. Y es que no le iría mejor a nadie el personaje de padre de familia harto de la vida familiar con 4 hijos y uno en camino, que a Agustín González. O ese papel de polvorilla al siempre efectivo Rafael Alonso. Luego, un acertado ambiente cinegético de lo más real con detalles ocasionales típicos de la época como ese brazo estirado que se le levanta a uno en una de las comilonas que se pegan. Además que el asunto entre el hijastro y Concha Velasco está relatado con un acierto enorme y de ahí todo transcurre con mucha verosimilitud.

No he visto machismo como dice uno, ni hay humor negro por una secuencia que no va más allá, lo que sí hay son unos diálogos y unas escenas que muestran la larga trayectoria de Fernán González en este tipo de cine de comedia dramática, que utiliza el humor como crítica social. Y es que no todo el mundo está capacitado para el humor, para denunciar con humor lo que sea, que siempre es más valedero que las quejas siempre iguales o los lamentos y lloriqueos. Son muchísimo más efectivos y demuestran un espíritu sin resentimientos. El caso es que el final escapa de una muestra de libre trayectoria que ha sido hasta ese momento la película, a un dirigido mensaje particular, que sí, que cualquiera puede sumarse a él, pero que por el simple hecho de hacerlo así, queda forzado a una imagen que se nos queda idílica pero que no deja de ser simplemente eso: Una foto, un instante, no un devenir de la historia.