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Sherlock: Los perros de Baskerville (TV)

Intriga Un joven llamado Henry Knight acude a pedir ayuda a Sherlock Holmes para que investigue el fallecimiento de su padre que ha aparecido muerto con la enorme dentellada de un perro de caza. Segundo episodio de la segunda temporada de la miniserie "Sherlock". (FILMAFFINITY)
Críticas 5
Críticas ordenadas por utilidad
29 de julio de 2014
17 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dentro de la enorme calidad que destila la serie, este episodio podríamos situarlo entre los menos atractivos de esta nueva temporada. A pesar de disfrutar de la excéntrica personalidad de nuestro amado Sherlock en una nueva aventura, la trama no parece estar a la altura de lo que hemos venido disfrutantdo hasta ahora.

En este episodio la acción transcurre fuera de Londres, en una pequeña localidad en la campiña inglesa. Aunque se agradece poder ver a Sherlock Holmes llevando a cabo sus pesquisas en un entorno tan diferente al que nos tiene acostumbrado, el misterio que trata de resolver no parece enganchar por momentos. A esta sensación contribuyen los actores secundarios. Y es que si echamos la vista atrás siempre son memorables las personas que intervienen en el caso. En cambio Henry, el hijo atormentado, así como el doctor y la psiquiatra, no parecen dejar huella en nuestra memoria a medida que avanza la trama.

También señalar que son numerosas las piruetas de guión. Algunas de las situaciones parecen estar muy forzadas, aún teniendo en cuenta que se trata de Sherlock y Watson, hay veces que todo parece encajar u ocurrir justo cuando nuestros protagonistas los necesitan.

A pesar de todo la forma de ejecutarlo del director Paul McGuigan, y la labor de los actores principales hacen que esta serie alcance unas cotas de calidad y entretenimiento que dificilmente encontramos en las series que se estan emitiendo. Recomendable 100% esta vuelta de tuerca al mítico personaje de Sir Arthur Conan Doyle. Un lujazo verlo indagando en pleno siglo XXI.
LaVidaDeBrian
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12 de marzo de 2014
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
La habilidad para plantear situaciones e implicar en ellas al espectador continúa siendo la clave del éxito de estos episodios por más que determinadas piruetas argumentales poco afortunadas o casualidades poco plausibles se empeñen en hacer perder credibilidad a la peripecia del magnífico Holmes.
Pero la intensidad narrativa es admirable, el suspense se renueva en cada secuencia y el derroche de ingenio resulta abrumador.

Y un permanente guiño de humor favorece ese espíritu de complicidad tan necesario para acercarse al público incluso entre la densa niebla de Barskerville.
ABSENTA
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25 de marzo de 2017
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Primer capítulo de la serie en la que se sale de Londres y del familiar decorado de Baker Street.

Uno de los casos más conocidos del popular detective, y en mi opinión, el más flojo de los cinco visionados hasta el momento, quizás porque su capacidad deductiva basada en la observación del entorno y de los detalles que al resto se nos escapan, en la campiña inglesa tienen otra perspectiva.

No cabe duda de que el ambiente, la oscuridad, el bosque, tiene influencia en las apreciaciones de todo lo que te rodea. No tiene precio ver aterrorizado a Sherlock, es algo inaudito. Como también lo es ver que el racional Watson sienta lo mismo.

Y pensar que todo comenzó con un lindo conejito.

Como dije, el más flojo, pero sólo le rebajo un punto. Un 8.
andeltor
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6 de febrero de 2022
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
40/02(03/02/22) Buen segundo episodio de la segunda temporada de la exitosa serie creada y guionizada por Mark Gatiss y Steven Moffat para la BBC, en la que traen al presente al más famoso detective de la historia, con su cohorte de secundarios, actualizándolo, pero manteniendo intacto los caracteres, en una revisión que rinde tributo al espíritu del personaje. En este caso dirige Paul Mcguigan (dirigió otros episodios: “A Scandal in Belgravia” de 2012, “The Great Game del n2010) y A Study in Pink del 2010), trasladando por vez primeras la acción fuera de Londres, concretamente a los páramos de Dartmoor (El rodaje en exteriores se llevó a cabo principalmente en el sur de Gales, aunque algunas partes se rodaron en Dartmoor), el episodio es una adaptación contemporánea de “El sabueso de los Baskerville” publicada en 1902, una de las obras más famosas de Sir Arthur Conan Doyle, no era una historia corta, era una novela completa, ha visto 23 adaptaciones cinematográficas hasta la fecha, el número más grande para cualquiera de las adaptaciones de Holmes) y es única, quizás la más icónica de la carrera de Holmes, y curiosamente fue escrita tras haber ‘matado’ Doyle a Holmes en “El problema final”, pero por la presión popular lo ‘resucitó’ para esta historia, pero su cansancio con el personaje se dejaba notar por el hecho de que en parte de la historia no estaba presente Sherlock, era Watson el que tomaba el protagonismo.

Debido a la popularidad de la novela, Gatiss sintió una mayor responsabilidad al incluir elementos familiares de la historia que cuando adaptó las historias menos conocidas. El guión estaba destinado a seguir elementos del género de terror y hacer que el episodio fuera aterrador. A diferencia de las historias de fantasmas tradicionales, la trama de Gatiss se centró en horrores más contemporáneos, teorías de conspiración y modificación genética. Creando un metraje con mucho de suspense, con gran misterio, y elementos que remiten a lo sobrenatural, ello en medio de parajes hostiles, lóbregos, ominosos, donde incluso el siempre racionalista Sherlock Holmes se siente preso de lo desconcertante y lo imposible.

En el episodio, Sherlock (Benedict Cumberbatch) y su socio en la resolución de crímenes, John Watson (Martin Freeman), se hacen cargo del caso de Henry Knight (Russell Tovey), quien 20 años antes presenció el brutal asesinato de su padre a manos de un "sabueso gigantesco" en Dartmoor. La investigación lleva a la pareja a Baskerville, una base de investigación militar.

Y por supuesto están las siempre buenísimas actuaciones de Benedict Cumberbatch como Sherlock Holmes, con el que el actor londinense se mimetiza en su sardonismo, su hieratismo, su arrogancia, su energía, genial su expresividad, la electricidad que transmite. Teniendo que lidiar en este capítulo con la volubilidad de su mente, con lo que si ve es verdad o no, eso para alguien tan seguro de sí mismo y racional resulta todo un desafio. Y siempre a su lado Martin Freeman como el Dr. John Watson, cual Sancho Panza, es la voz de la conciencia humana de Sherlock, el que le hace conectar con los sentimientos humanos, teniendo una fabulosa compenetración con Benedict, teniendo momentos estelares en que se luce en el capítulo, epítome la escalofriante secuencia en la jaula metido, emite un pavor epidérmico; Asimismo hay espacio en el episodio para analizar la peculiar amistad entre ambos, ello con el choque entre los dos caracteres, donde el asocial Holmes es víctima de su altivez (“Yo no tengo amigos”), y Watson encuentra la frialdad del detective como un puñal, aunque se resuelve de forma conmovedora (spoiler).

En este episodio los secundarios son menos eficaces que en anteriores entregas, no aparece Una Stubbs como Mrs. Hudson, ni Mark Gatiss como Mycroft, y tiene una presencia cuasi-testimonial Rupeert Gravces como Lestrade (genial el comentario de Sherlock sobre que se hace pasar por llamarse Greg, la respuesta es jocosa), aparte de que hay un cameo en cuasi-créditos finales de Andrew Scott en su exquisito rol de Jim Moriarty. Los que tienen peso en la trama son Russell Tovey como Henry Knight, un tanto sosainas (y con unas orejas abiertas que me desorientan), Amelia Bullmore como la Dra. Stapleton está correctita y Clive Mantle como el Dr. Frankland resulta únicamente solvente, sin dejar ninguno huella alguna.

Un capítulo que mezcla teorías conspirativas gubernamentales, donde hay cabida para la ingeniería genética, ello en una trama donde las teorías deductivas de Holmes resultan espectaculares en como las explica y como se reflejan en el ágil montaje, pero si lo piensas un poquito están cogidas por los pelos, como por ejemplo el modo de averiguar cierta contraseña, todo un prodigio de elementos cogidos de aquí y de allí para componer un puzle bonito en su resolución, pero poco verosímil. Un muy entretenido episodio, aunque con un argumento procedimental bastante arbitrario.

Por supuesto está presente el humor en genuinas dosis ya desde ese principio en que en modo ‘estar con el mono’ de tener un caso atractivo, van pasando diferentes aspirantes a clientes de Sherlock, genial el modo de aspirar el humo del tabaco el detective. O la subtrama Homérica de Watson aplicando sus conocimientos militares en saberse el código morse, descubre un mensaje en la noche con una luz, UMQRA, intrigante saber que quiere decir, hasta que el Dr. descubre el origen, imposible no esbozar cuando mínimo una carcajada.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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25 de mayo de 2014
6 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Este capítulo se puede sostener sin ningún auxilio de la tecnología del siglo veintiuno. La historia resulta simple y cercana a la estructura habitual de un relato de corte decimonónico. Eso hace bueno el capítulo, pero un poco corto con la buena altura que han presentado los capítulos anteriores.
Igualmente agradable, entretenido, este Sherlock sigue manteniendo el pulso con la ramplonería y la vence, haciendo que cada minuto sea un verdadero homenaje a la verdadera y hasta fantástica observación de lo real.
Valetamayo
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