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Al otro lado del túnel

Drama Dos guionistas, Miguel y Aurelio, pasan por una crisis creativa. La productora los envía a un monasterio- hotel del Pirineo aragonés para ver si logran la inspiración que les permita terminar el guión de un relato romántico que transcurre en Escocia, en el siglo XIX. Allí conocen a Mariana, la panadera del pueblo, una chica mentirosa, fascinante y muy atractiva que se convertirá en la protagonista de su historia y que irá enredando a ... [+]
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Críticas 6
Críticas ordenadas por utilidad
30 de diciembre de 2008
18 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando visioné la película en 1998, es que me enamoré de Maribel Verdú; centrada en el personaje; unas veces tímida, otras descarada, sensual, vital e ingenua, ingenuidad que avoca al desenlace de la película.
Está Fernando Rey soberbio en su papel.
Luego está el trabajo de Jaime de Armiñán , tanto en el guión como en la dirección.

El "mano a mano" interpretativo entre Fernando Rey y Maribel Verdú es de lo mejorcito de sus carreras como actores. Diálogos frescos, ingeniosos, mordaces, directos a la yugular del contrario. Nos desnudan sus almas y nos dan en bandeja un final que analizandolo friamente reconoces que es el más idóneo.

Resumiendo, diría que es una película que por circunstancias diversas el resultado es redondo.
Poco valorada por crítica/público y digna de ver.
che09
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6 de junio de 2012
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Resulta particularmente difícil emitir un juicio alrededor de este filme, pues, muy a pesar que a leguas se huele un guión bien construido, el desarrollo cinematográfico es muy voluble. La primera hora presenta la estrecha relación entre dos guionistas y las variaciones que produce la estancia en un monasterio, pero las situaciones son tan calmas, que no parecieran introducir el conflicto pasional que centrará la historia; quizás en parte por el humor soso de los monjes que comienzan a especular sobre la temática de la película que se ha comenzado a inventar dentro del claustro. Demasiada ternura para un lugar tan fantasmagórico, donde se supone que las almas del viejo y el joven comenzarían a descentrarse.
El filme cambia de locación en la segunda parte para escenificar el mundo de la chica inquietante que ya ha logrado la atención virulenta de sus futuros huéspedes; es la mejor parte, se mezcla una atmósfera cautivante por la suma de leyendas fantasmales con la sensualidad de un triángulo amoroso, que desorienta aún más a los escritores (personajes). Los acercamientos mutan drásticamente en juegos eróticos que de a poco van entrelazándose con la ficción estructurada por los dos protagonistas como guión de una película que de tanto desvanecerse se convierte en realidad.
Los personajes -empero - no llegan a transmitir el aura de misterio necesaria para que la historia atrape; en ellos el tono es un tanto desapasionado, casi aséptico, no se hace notorios los tambaleos de sus personalidades, en suma, no tienen fuerza dramática suficiente…no hay libido.

Impecable en cambio es la dirección de arte, que logra unas cuantas escenas matizadas de claroscuros, que informan al espectador sobre situaciones lujuriosas y al tiempo poéticas; la fotografía neutraliza las debilidades de las actuaciones- que no son siempre débiles-, aunque por momentos no pareciera ofrecer más que un decoroso estilo de tele film. También se cuenta con buenos diálogos y una línea argumental vívida, pero hay algo que no seduce. Tal vez se quiso cuidar la entereza moral de los dos personajes protagónicos, su amistad limpia e indestructible- en varias escenas sus manos estrechadas en señal de amistad imperecedera aparecen en primerísimos planos- . Sea como fuere se debió jugar más con el aspecto psíquico del triángulo, aprovechando la diferencia de edades entre el maestro y su colaborador; tal situación permitía extrapolar la relación padre-hijo, en relación a su objeto de deseo, echando mano del tabú del padre muerto y la consecuente culpa, vale decir, el contradictorio amor-odio al padre, producido, esta vez por las tentaciones de una mujer lasciva…bueno, al respecto algo se sustrae, pero con fórceps, porque teniendo un argumento para perturbar, como que les dio miedo o vergüenza hacerlo. Es una historia seductora que no logra seducir., y eso, en una película sobre el Amor y la Muerte, es francamente lamentable…
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
LEONDELPLATA
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30 de marzo de 2011
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por eso vale la pena ver esta película: porque es la última del inmenso Fernando Rey, con esa premonitaria imagen del final. El guión es confuso, cada vez más a medida que avanza la película, y sólo se mantiene gracias a Rey y a ese prodigio de la naturaleza llamado Maribel Verdú, guapa, sensual, espontánea, tierna, descarada, en fin, todos los registros y matices, sin miedo al gigante del cine que tiene delante. Por lo demás, muy mediocre.
Eduardo
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27 de diciembre de 2010
11 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ni siquiera Fernando Rey puede hacer otra cosa que fingir que está actuando bien. Los personajes son de cartón. Las situaciones son inverosímiles. Los caracteres son caricaturas cansinas de guardarropía.

Bellos paisajes y bella arquitectura religiosa enmarcando un drama teatral, soporífero, artificial y pretencioso.

Lo siento por Jaime de Armiñán que se me ha quedado muy pasado de rosca.
Espectador ingenuo
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21 de abril de 2023
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La primera vez que vi “El amor del capitán Brando”, en T.V.E. me obligó a interesarme por su director, Jaime de Armiñán. Por desgracia, a todos nos llega la decadencia, también a él.

Recientemente he vuelto a ver las que creo que son sus dos últimas películas: “El palomo cojo” y “Al otro lado del túnel”, de la primera ya escribí lo que me pareció y de la segunda poco hay que se pueda salvar, aunque más que del palomo.

Durante la primera parte vemos la relación que mantienen dos guionistas que son enviados por la productora a un monasterio para que acaben el guion de una película, de una vez por todas. Los dos personajes son demasiados planos y no transmiten gran cosa. Solo Fernando Rey, tirando de experiencia, consigue alguna cosa. Dos monjes metomentodos (Rafael Alonso y Luis Barbero), que quieren intervenir y ayudarles en su trabajo, apenas consiguen darle algo de gracia.

Es en la segunda parte, cuando Maribel Verdú interviene de forma decisiva, que la obra levanta un poco el vuelo. El triángulo amoroso, a ratos funciona y, sobre todo, la tensión sexual entre Fernando y Maribel mantiene el interés.

Que Armiñán solo pueda hacer un guion como éste, demuestra que estaba más en crisis que los protagonistas del film.
La dirección de actores, en la segunda parte, más o menos funciona y, sobre todo, por ver la última actuación del protagonista y a la Verdú: desatada, sensual y soberbia.
Barcino
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