Gabriel García Márquez: La escritura embrujada

Un consejo (puro veneno no tan Kiko) o truco (del almendruco): Dice o comenta que entiende a las mujeres, que se lleva mejor con ellas, que desde pequeño estuvo rodeado de ellas y que al cabo de los años aprendió algo muy valioso, el secreto del éxito, sea, no escucharlas o mejor dicho (por él), no dialogar discutir con ellas jamás, dejarlo estar, que no haya debate o pendencia, polémica, de pareceres o ideas intercambio, que hay que seguir, dar la callada por respuesta, hacer oídos sordos, mutis por el foro, no sabe, no contesta... jajaja, un comentario tan cínico pragmático como jocoso escéptico estrepitoso, y añade que ellas dicen que los problemas se solucionan hablando, pero que es todo lo contrario, encerrona, que no hay que hacerlas caso, como el que oye llover... jajaja, genio del amor, profundo psicólogo, donde los haya empático, el arte del escapismo o si no puedes con tu enemigo, hazte el sordo, ya escampará, ya se cansarán (de hablar), o en casa de herrero, cuchillo de palo, o hasta el mayor mago de las palabras se bate en retirada, reconoce su debilidad, ante la indudable superioridad verbal de las hembras, no somos nada, pobres cachorros, aprendices, ellas mandan, (no) hable con ella, calla, por qué no te callas, te recuerdo, Amanda.
Una reflexión: Apunta, con clarividencia, que es una mezcla feliz de dos opciones o actitudes ante la vida, de dos formas de ser o estar en el mundo, la de su abuelo, del que sacó el sentido de realidad, las cosas como son o fueron, la guerra, y la de su abuela (y toda la corte de mujeres que la acompañaba servía durante los quehaceres del día), de la que aprendió la necesidad de fantasear, de juntar/jugar lo deseado/soñado/imaginado con el mundo tal cual, la anulación de las fronteras entre los distintos planos de la realidad o del ser, lo concreto, lo religioso, lo mítico, la leyenda, la mentira, el cuento, el hecho, el sucedido..., tú verás.
Un espejo: Noticia de un secuestro, el libro que deseaba que fuese o fuera para los colombianos la imagen que les devolviera su retrato para de ese modo, al verse fielmente reflejados, tras la purga, lavativa, ablución o catarsis consecuente inevitable, encontrar el remedio o ungüento que los curase de una enfermedad finalmente no tan incurable.
Un éxito: Muchos años después...
Un documental: Este, bien hecho, las palabras de él son todas pertinentes y están muy bien intercaladas en la narración o collage de su vida, las imágenes locales acompañan, los añadidos cinematográficos alegran (Buñuel, Rulfo o el mismo Gabo como actores ocasionales) el alma, los musicales enriquecen, las figuras reales (Castro, Fuentes... ) adensan, todo ello rematado felizmente por el más que certero recitado de partes señeras de sus muy bellos textos elegíacos poéticos sensoriales telúricos viscerales líricos sugerentes delicados bestias maravillosos.
Un granuja simpático tan talentoso y bien asentado en el mundo, con la mirada tan robusta, clara, un pillastre de siete leguas y suelas con un gran sentido común y una tremenda voluntad, un portento de las letras, un hombre libro. Un narrador popular (de ahí el calado inmenso de su resonancia), no intelectual, nada vulgar, hecho/forjado al fuego del caribe, fierro templado en diferentes mundos y tiempos, lector al principio denodado y narrador constante, un monstruo de la lengua castellana, un contador/escribidor de raza, de la estirpe de Cervantes, legendario.
La metamorfosis: El día que lo iban a matar, Santiago Nasar se levantó a las 5:30 de la mañana para esperar el buque en que llegaba el obispo.
El escritor de los prodigios.