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La casa Emak Bakia

Documental El viaje que hace Oskar Alegria lo lleva tras la casa en la costa vasca donde vivió Man Ray, y donde filmó una película llamada Emak Bakia. Pero lo que impulsa a Alegria no es tanto “documentar” sino “explorar”, y es así que al sumergirse en las huellas de (Super)Man Ray lo hace como un buzo del cine; como alguien que explora en las profundidades, en lo que no se ve desde la superficie, trayendo algo lejano pero completamente nuevo. (FILMAFFINITY) [+]
Críticas 3
Críticas ordenadas por utilidad
25 de noviembre de 2012
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
La primera (y de momento única) película de Oskar Alegría es una hermosa e inteligentísima composición de planos que da lugar a un fabuloso relato lleno de matices. Un viaje tras los pasos de Man Ray que se deja caer en los brazos de una apasionante sucesión de casualidades y causalidades.

Cada detalle de la travesía está construido con el mayor de los cariños. El viaje es tierno, acogedor, bien improvisado, idílico, romántico. Sin prisa alguna por cerrar el billete de vuelta. Fluyen ríos y ríos de sensibilidad. El azar, gran protagonista, convierte al espectador en el copiloto perfecto que se mantiene expectante por la siguiente parada, el nuevo destino.

‘La casa Emak Bakia’ es una película pequeña que te hace sentir gigante hinchándote las arterias con el mejor de los entusiasmos. El equilibrio perfecto entre lo obsesivo y lo poético. Una auténtica fascinación ultrasensorial. Una de las mejores experiencias que he tenido jamás en una sala de cine. Gracias, Oskar.
Melón tajá en mano
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19 de diciembre de 2012
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Enterremos nuestros prejuicios y dejémonos llevar, parece decirnos la primera imagen de esta película, en la que el mar y el cielo aparecen invertidos: nuestros prejuicios genéricos (¿narración o documental, cine o videocreación?) o de denominación de origen (esa tan denostada entelequia que se conoce como “cine español”), y que tales ramas no nos impidan ver la belleza de este bosque.

Para aquellos que precisen una definición genérica, esta película ofrece, a mi juicio, un parentesco inequívoco con las narraciones contaminadas de ensayo y poesía de Enrique Vila-Matas. En el ámbito del cine, podemos encontrarle paralelismos con obras como Los espigadores y la espigadora de Agnes Varda, o con algunas de Guerín; en el coloquio con el director que siguió a la proyección a la que asistí en la filmoteca, un miembro del público apuntó también a Mapa, de León Simianini (que no he visto).

Siguiendo con las convergencias, la preocupación por las palabras que desaparecen (en la poética de la película, lo que nadie nombra es como si hubiera dejado de existir) me recuerda a la glosa del diccionario de esloveno antiguo del hermano ausente que recupera el narrador de La repetición, de Peter Handke -otra narración en el límite de la novela convencional.

El director comentaba en el coloquio que, desde su punto de vista, el documental dura hasta el minuto 7. Entonces aparece un guante de plástico de supermercado arrastrado por el viento: el periodista se convierte en poeta, y decide seguirlo. El resultado de su rastro es, metafóricamente, la película.

Esta se construye a partir del rodaje de la búsqueda de la casa denominada, en euskera antiguo, Emak Bakia, situada en los alrededores de Biarritz, en la que Man Ray rodó en los años 20 una película con ese título. Su curso se inspira en la libertad del surrealismo, pero sin abandonarse a sus limitaciones, que resume tan bien la frase de Claudio Rodríguez: “el soñar es sencillo, pero no el contemplar”.

Pues bien, Oskar Alegría demuestra aquí que es un poeta capaz de contemplar, además de soñar, y su película posee un encanto naïf quizá impropio de nuestros tiempos, en los que estamos tan de vuelta de todo.

Me doy cuenta de que he repetido ya varias veces la palabra poesía, de la que se ha abusado en la crítica hasta el punto de que apenas significa ya más que una forma de elogio trivial; así que quiero aclarar que la utilizo en el sentido que expresa, precisamente, Vila-Matas: “El poeta no es un tipo que escribe poemas. El poeta es el que busca y descubre lo que hay oculto detrás de la realidad o de una situación. El poeta revela.”

El final es triple (que nadie se vaya antes de que terminen los títulos de crédito), y nos muestra una triple resurrección: los fantasmas del pasado, del deseo, cobran vida, recuperan su ser.

Veo en la película un mensaje de esperanza: el cine puede influir en la realidad, para mejorarla.

Y también una inspiración: la realidad es poética; sólo nuestra mirada prosaica nos impide reconocerla como tal.

Termino con unas líneas de Ida Vitale, que leí (casualmente) poco después de verla, y que evocan para mí el regusto que deja la película:

“El azar, ese dios extraviado
que libra su batalla, fuego a fuego,
no está sólo escondido en la catástrofe;
a veces un gorjeo lo delata
y sobornado, entonces
admite durar un poco en la alegría.”
el pastor de la polvorosa
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13 de mayo de 2013
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace poco menos de un mes pudimos leer en los periódicos sobre el inminente cierre de Alta Films, distribuidora, productora y exhibidora a través de la cadena de de cines Renoir. Sin duda no es una buena noticia para los que hemos podido disfrutar desde antes de los años 90 de buenas películas que en el circuito convencional no era posible ver. Sin embargo también es cierto que ha medida que el emporio fue creciendo exponencialmente (más de 80 salas en toda España) el llamado cine de autor, independiente en versión original que tanto propugnaba fue degenerando en una especie de cine de autor comercial y dependiente del éxito que tuviera en taquilla y del beneficio que reportara.

Lo irritante del caso son las palabras de Enrique González Macho (también presidente de la Academia de "la industría" cinematográfica de España), ante los cierres de su distribuidora - productora y un buen número de salas de exhibición:"La cartelera se empobrecerá..." "El público español de cine de autor en salas irá desapareciendo a medida que se vayan quedando sin oferta..." Por un lado la cartelera de la cadena de cines Renoir tampoco es que enriquezca mucho la oferta, una cartelera que cada vez aburre más por lo predecible y porque se ha convertido en un coto cerrado por los autores de siempre. Las excepciones de un cine de verdadera calidad y minoritario son contadas. Por otro lado el público de cine de autor no desaparecerá porque hay bastantes más salas, más imaginativas y con mayor calidad en lo que exhiben dónde nos podremos seguir refugiando.

Y todos estos movimientos de liebre, de aquí para allá, circundando el tema principal sirven para decir que Emak Bakia Baita no se estrenará en la cadena de cines ya mencionados, es posible que no esté en los cálculos de ganancias y rentabilidades requeridos. Sin embargo todavía hay espacios minoritarios que pueden ofrecer un cine como expresión de obra creativa, imaginativa y no exclusivamente lucrativa. Películas como ésta que sí enriquecen la cartelera aunque el número de pases sea mínimo y tengamos que estar ojo avizor a estas programaciones alternativas.

Emak Bakia Baita (La casa Emak Bakia) es la ópera prima de Oskar Alegría en la que nos cuenta la búsqueda de la casa de Man Ray que puso por nombre Emak Bakia (Déjame en paz, en euskera) y que sirvió de inspiración para realizar, en el año 1926, su famosa película vanguardista titulada con el mismo nombre. Como pistas para encontrar la casa tenía un plano de los alrededores, en la costa, cerca de Biarriz y un plano de dos columnas de la misma casa. Para seguir el rastro, Oskar Alegría se hace amigo del viento, el azar, y de la sabiduría de la liebre que recorre las periferias de lo casual, o no tanto, para irse acercando a su anhelado objetivo. Unas periferias en las que nos encontramos con la historia de una princesa rumana, la nostalgia de un clown y desde el humor con el mundo onírico de una piara de cerdos.

Una película con muchas imágenes sugestivas, que hablan por sí solas e invitan a soñar con otras historias posibles, tantas como queramos. Es poesía por su poder evocador, pero sobre todo es cine por la vitalidad de sus imágenes.
Alberto
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