Parenti serpenti

Interesante semblanza de carácter familiar que exhibe un profundo sentido crítico así como una envidiable habilidad para exponer las situaciones con claridad meridiana en un contexto siempre resbaladizo y con diversas implicaciones de orden ético y afectivo.
Introduce los temas de modo sutil pero certero, la acción se ajusta en cada momento a la intensidad de la problemática que se dirime y cada circunstancia se presenta en toda su complejidad pero, al mismo tiempo, con esa sencillez de quien tiene claro lo que desea trasmitir al espectador: el serpenteo familiar.
M. Monicelli conduce la trama por los caminos que más le conviene y un selecto elenco, amplio y competente, aborda sus papeles demostrando una profesionalidad a la altura de lo que se espera de una gran película.

No estoy muy de acuerdo con la clasificación de comedia. Lo más suave sería "comedia dramática".
Quienes estamos en la edad de esa pareja de ancianos, no podemos dejar de pensar mucho en la situación por más buena relación que tengamos con nuestros hijos.
El humor satírico está muy bien logrado, nos reímos mucho con cada trozo de la película, pero después del final nos quedamos pensando, porque la solución que aparece en el guión no es tan disparatada sino que debe ser el pensamiento de muchos hijos adultos. No me incluyo porque mis padres murieron jóvenes, y antes de mi matrimonio, pero por lo que veo o presiento a mi alrededor, se deben dar casos similares.
La actuación de todo el elenco es excelente, buena dirección, gran ritmo. También buena la fotografía, ambientación y banda sonora.
Seguramente hay bromas que no entendemos al no ser italianos, como las menciones a algunos artistas o animadores de la TV.

06/06(06/01/23) Con motivo de la Navidad me he visto este film transalpino que cumple precisamente 30 años desde su estreno (26/03/1992), y me he encontrado una atractiva dramedia, de las que calan por su acidez y clarividencia. Escrita (junto a Carmine Amoroso, Piero de Bernardi [“Habitación para cuatro”], y la gran Suso Cecchi d'Amico [“Ladrón de bicicletas”, “Rufufú” o “El Gatopardo”, ) y dirigida por el veterano (más de 4 décadas en la dirección de películas llevaba) Mario Monicelli, autor de obras tan buenas como “Guardias y ladrones”, “La Gran Guerra” o su gran Obra Maestra (para mí) “Rufufú”, en un estilo muy berlanguiano nos cuenta temas serios a través de mucho humor que desbroza el patetismo humano, las miserias de nuestra sociedad. En este caso deconstruye con mucha mordacidad las fiestas navideñas y sus recurrentes reuniones familiares, con una primera parte todo un festival de hipocresía impostada en su felicidad artificiosa, con sus sonrisas falsas, sus regalos, su entusiasmo farisaico, los villancicos, los adornos, las comidas, el bingo, las charlas, las calles nevadas, la misa del gallo (muy bueno el tramo en que están más preocupados de criticar a los conocidos que asisten a la liturgia que a sentir el espíritu de la Navidad). Todo muy aparentemente idealizado, con incluso peleas de bolas de nieve. Que aquí el director y guionista implosiona con la ‘bomba’ que lanza la matriarca de que alguien de los varios hijos se tiene que hacer cargo de ella y su marido con senilidad, este elemento sirve para en la segunda parte del film provocar el caos y que salgan a relucir el cainismo inherente a las personas, los rencores soterrados, los secretos de familia, la avaricia, los celos, las envidias, es un torpedo contra el espíritu navideño, donde aflora el egoísmo por encima del amor a los padres, todos tienen excusas para no hospedarlos, dejando en la palestra la superficialidad de estas personas, vamos, muy humanas. Un film de esos con los que te ríes, pero con mueca retorcida, todo un despliegue del cinismo demagogia familiar, ante todo la mezquindad.

Ambientada en Sulmona en los Abruzzo, blanqueado por una abundante nevada durante las vacaciones de Navidad. En la casa de los ancianos Trieste (Pia Velsi, la actriz que sobresale sobre el resto con la humanidad y ternura que desprende) y Saverio (Paolo Panelli) se encuentran las familias de sus cuatro hijos: Lina y su esposo Michele (Tommaso Bianco) Lina (Marina Confalone), neurótica que trabaja en la biblioteca municipal de Teramo, su marido Michele (Tommaso Bianco), agrimensor del mismo municipio, cazador apasionado, fanático de Pescara y miembro de la Democracia Cristiana, su hijo es el cándido cronista de la historia, Mauro (Riccardo Scontrini); Milena (Monica Scattini), ama de casa apasionada por los concursos de televisión, deprimida por su esterilidad, y su marido Filippo (Renato Cecchetto), mariscal de la fuerza aérea en Roma; el soltero Alfredo (Alessandro Haber), profesor de italiano en un instituto privado de mujeres en Como , soltero, y sin hijos; y finalmente Gina (Cinzia Leone), con su esposo Alessandro (Eugenio Massari) empleado de Correos de Módena , de ideas naturalistas y comunistas (aunque encontró trabajo gracias a su cuñado democratacristiano), y su hija Monica (Eleonora Alberti), chica con sobrepeso y no especialmente brillante, mayor ambición es convertirse en bailarina de Fantástico

Arranca en el presente con el pequeño Mauro, narrador de la historia, lo vemos contándole a su clase cómo pasó las vacaciones de Navidad. Tras lo que hace una descripción de lo que fue esta reunión familiar (del 24 diciembre al 1 de enero). Y entramos en el flash-back que será el grueso de la cinta, embarcándonos en situaciones típicas con las que todos nos podemos identificar, con diálogos naturalistas, los saludos de familiares que hace tiempo no se ven, los chascarrillos, los chistes, los chismorreos, los juegos, la preparación de las comidas. Conviviremos con personas que tras su fachada de felicidad esconden insatisfacción general con su vida (como casi todo el mundo),

Una obra coral no lo suficientemente sólida como para ser una obra maestra, pero si con la suficiente mala leche como para engancharte en su exposición del trampantojo de estas fechas. Falta quizás unos personajes más sólidos y no que rezumen cierto estereotipo. También se le puede echar en falta algún giro más interesante, y no que todo sea tan previsible, me queda la sensación dejá vù.

Son muy jugosas las discusiones increscendo que suceden entre los hijos, como denotan su egocentrismo, como sacan a relucir sus secretos hirientes, hasta, por ejemplo, desembocar en esa revista erótica que da mucho juego. Y teniendo además un final excelente en como exhibe a una familia ‘unida’ ante solucionar un problema de cuajo (entiéndaseme la fina ironía).

Como ya digo en el epígrafe esta película bien la podrían haber firmado y filmado este dueto.
La película tiene una actualidad vigente, valga la redundancia.
Incluso ahora más que muchas familias optan por el asilo, eufemismo residencia, hotel para ancianos, etc.
Creo que es un filme para ver en familia, a ver que remueve, en navidad la fecha más propicia.
Porque de entrada somos todos muy buenos, de boquilla.

Habla de la hipocresía, egoísmo, el eterno desagradecimiento de hijos a padres.
Uno de los méritos está en contar las cosas con una meridiana claridad, cotidiana, de andar por casa.
Cualquier familia, persona, puede comprenderlo y darse o no por aludido.

Los chispazos de humor salpican la cinta arrojando un balance destacable.
Una familia de clase media, (aparentemente muy unida) que puede ser la tuya, la mía, la del vecino del quinto.
Me gusta toda esa carrocería de familia católica, esa chapa y pintura.
Que bien siguen los mandatos de la tradición más rancia pero a la hora de la verdad afloran los verdaderos egoímos personales.
Monicelli, narra con bastantes planos secuencia esta sátira familiar, real como la vida que nos toca vivir.
Un reparto coral, dónde cada cuál aporta su grano que conforma la familia, esa montaña que nadie quiere escalar.
Un necesario y veraz reflejo de la Italia mohosa, estancada en la puta madre iglesia y sus meados de tradición y pamplinas que guían a una sociedad en declive, agonía imparable y ascedente, es tan parecida a nuestra España; españoles Franco ha muerto, esa es la noticia más gloriosa que ha dado la televisión patria en su historia.

Hace ya más de treinta años que escucho hablar de esta película y me parecía que encontraría algo más pomposo. La veo en los prolegómenos de las Navidades de 2023, unas fiestas que solían encantarme pero que hoy me saben a tristeza e hipocresía. Las miserias de las familias están expuestas ahí: los chismorreos, las envidias, la falta de amor sincero, el cuñado indeseado.

Que la madre proponga a los hijos lo que propone, sinceramente me ha parecido imposible hoy día. En el final del primer cuarto del siglo XXI la familia está ya tan destruida, que ni siquiera le ocurriría a una madre de ochenta años ir a vivir con alguno de sus hijos. Sencillamente porque apenas restan familias de verdad que puedan recibir en casa unos padres mayores. Y, cuando las hay, lo que falta es la autoridad de una madre como Nicoletta Orsomando, la matriarca que tiene la última palabra y que no pregunta si puede, sino que informa que va a hacerlo.

La película es de 1992 -- allá se van ya 30 años --, pero parece mucho más antigua.