Whiplash

Cuando ya has visto casi todo el cine negro, siempre queda algún film que sobresale de la media y te sorprende. Lewis Seiler es un director todo terreno que hace lo que le piden; tiene un par de obras notables ésta y alguna más como "It all Came True" (1940). El film sigue los cánones del mejor cine negro americano, una buena historia y un guión bien construído, con elementos conocidos pero que funcionan a la perfección, y con algunas escenas notables como el final del combate en el Madison Sq. Garden. Quizás adolezca de una cierta carencia en los intérpretes, Dane Clark cumple pero uno siempre está viendo en ausencia el rostro de John Garfield. Alexis Smith no es Lizabeth Scott y le falta expresividad. Zachary Scott es lo mejor del reparto en un trabajo notable de expresividad e intensidad. Eve Arden en sus breves intervenciones da siempre la nota sobresaliente,es una de esas impagables actrices, siempre de secundaria, que roba la escena cuando aparece. En resumen, un film que alegra la velada ante la falta de interés de la mayor parte del cine actual.

Este pintor metido a boxeador no es como aquella del lechero que hace lo propio y que, de tongo en tongo y de vals en vals, se convierte en campeón (aunque algo de eso hay).
Aquí no hay tongo que valga pero sí una mujer, la única razón que puede hacerle colgar los pinceles para calzarse los guantes.
En estos cuadriláteros siempre hay tres personas. Una que parece que se mantiene neutral sin ser el árbitro y los dos rivales a pelear, el aspirante recién llegado que todavía no se empana de nada y el campeón que quiere revalidar el título y que se las sabe todas.
Podríamos apostar para ver quién gana pero yo os aseguro que la cosa está bastante reñida y, si no fuera porque los aficionados al boxeo ya hemos visto bastantes combates de este estilo, no recomendaría arriesgar vuestro dinero por ninguno.
Una buena película de cine negro, que no nos va a deparar grandes sorpresas ya que la estructura de su trama se parece demasiado a otras de más calado pero que aun así nos va a hacer disfrutar porque está bien realizada y bien interpretada. Seiler consigue imprimir a lo largo de todo el film cierto nerviosismo en los implicados y que se traslada al espectador. No hay sorpresas pero sí tensión. Sufrimos y bastante, por Alexis en muchas escenas. Sufrimos, también, por el doctor, porque creemos que esconde algo. Y sufrimos, mucho, por Clark que sabemos que le van a hacer papilla. Todo eso está muy bien llevado y va a hacer que no perdamos ni un momento nuestra atención. Los protagonistas (Dane Clark y Alexis Smith), están, además, muy bien acompañados por secundarios, más que correctos, de la talla de Jeffrey Lynn, haciendo de médico con un papel importante en la trama. Eve Arden, aportando la nota cínica y humorística (era enorme también esta actriz). Alan Hale, haciendo el papel de entrenador que le va como un guante. S,Z,Sakall, el amigo simpático y, por supuesto, Zachary Scott, amenazadora presencia turbia siempre inquietante. Cuenta con un guion cuidado y jugosos diálogos. Una de esas cintas que siempre se ven con agrado. Entretenida y correcta.

Nervioso thriller del artesano, ocasionalmente entonado, director americano Lewis Seiler.

Un manager vengativo en silla de ruedas, una cantante y un boxeador pintor conforman un enfermizo triangulo, protagonizado por Dane Clark, un actor que hubiera merecido mejores papeles en su errática carrera, dando vida a un pintor que boxea -lo que nos podría recordar a “Golden boy” (1939) de Rouben Mamoulian, donde William Holden boxea y toca el violín- junto a –no podía ser de otro modo- un malvado Zachary Scott y la cínica Eve Arden.

Buen pulso para una historia un poco rutinaria que, sin embargo, no desentona en una poco exigente sesión continua.