Lo que sabemos

Los inicios son apagados, no derivan, sin que podamos descubrir que esconde. A medida que los minutos transcurren, comienza un episodio lúdico de diversión, donde la intersexualidad se manifiesta, así como esos roles indefinidos, de parejas que surgen y se eclipsan.

Toda ella emite una sensación indolente que la envuelve, fundamentalmente en el último tercio, donde la fuerza de los personajes se deja sentir. Para ir decreciendo de nuevo en el tramo donde concluye.

Considero que a Jordi Nuñez, su director, le hace falta mayor rodaje para alejarse de la típica bisoñez del novato.

Lo primero que hice al terminarla, fue ver quien la había dirigido, comprobando que es el primer largo de Jordi Núñez y se nota la inexperiencia.

Dirigida sin soltura, con un ritmo que se enquista en superficialidades intrascendentes; personajes secundarios sin definir, carentes de entidad. Incluso los protagonistas dicen poco. Con excepción de los gays, tratados con naturalidad, sin estridencias.

La historia ni siquiera es histérica, como lo son habitualmente, las películas de jóvenes, algo que hubiera aportado una mínima afección.