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Venezuela Venezuela · Caracas
Críticas de casandra
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Críticas 68
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
7
28 de enero de 2024
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Con Pánico en la escena, al igual que con Bajo el signo de Capricornio, Hitchcock había tenido dos fracasos consecutivos tanto de la crítica como de taquilla. El estreno de Extraños en un tren significó una espectacular recuperación para Hitchcock. Producida por él mismo junto a Fred Ahern, éste no era un film que le hubieran propuesto o mucho menos impuesto, sino una novela que él había elegido y había considerado un buen material para hacer una película: Strangers on a Train, de Patricia Highsmith. El guión fue elaborado al principio por Raymond Chandler, un escritor del género de novela negra, pero a Hitchcock no le gustó lo que hizo y lo concluyó Czenzi Ormonde. A Truffaut tampoco le gustó el guión, pero sí la película, lo que quiere decir que se trata de un trabajo puramente visual, donde el elemento cinematográfico es mérito absoluto del director, dada la conocida manera de trabajar de Hitchcock: planificación absoluta y rodaje de pequeños trocitos de película que sólo él sabría cómo reunir porque habían sido filmados para montarlos de una sola manera.

Ya es célebre el comienzo de este film, en el cual los rieles del tren se van uniendo en la vía a la vez que los pies de los protagonistas se van acercando hasta que el encontronazo es inevitable y la cámara asciende y por fin muestra sus rostros. También la secuencia del crimen de Miriam, la esposa de Guy: Bruno la agarra por el cuello, los lentes de ella caen sobre la hierba del parque de atracciones, y reflejan a Bruno mientras la estrangula. La película está llena de pequeños momentos de suspenso que engañan al espectador dentro de una gran escena de misterio: Guy, quien no quiere matar al padre de Bruno, entra a su casa de noche para advertirlo, sube por la escalera y se encuentra a un perro enorme atravesado. Suspenso…el perro le lame la mano. Entra a la habitación, pero… el que se encuentra allí es el propio Bruno. Hacia el final del film, dos montajes paralelos: en uno Guy desesperado, trata de terminar cuanto antes el partido de tenis y en el otro, a Bruno se le cae el encendedor comprometedor de Guy por un albañal.
Un componente sobresaliente de Extraños en un tren es el manejo del tiempo. En algunas escenas Hitchcock estruja el tiempo, en otras lo relaja.
Todo el elemento narrativo del film, especialmente el montaje, son manejados con inmensa destreza.
Las interpretaciones son muy alabadas por Truffaut, especialmente la de Robert Walker, quien llega a representar al villano perfecto. Un auténtico trastorno antisocial de la personalidad.
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casandra
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2
21 de enero de 2024
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Vi esta película para la fecha de estreno(1977) en un cine y con una copia buena. Aunque me espelucó [no,corrector, no es "especuló", sino espelucó, de espelucar, espelucarse | Diccionario de americanismos: Sacar flecos, destejiendo las orillas o extremos de una tela, cinta o algo semejante] fui benévolo con ella dándole el beneficio de la duda al miserabilismo de Chalbaud por aquello del color local y la inevitable crítica marxista del momento.
Ahora, 47 años después, la sufro en una infame copia de DVD. No ha envejecido: está decrépita. O más exactamente es una vieja loca.
No se entiende nada por el mal sonido. Los cambios de plano son tópicos o nulos; resalta sólo la sordidez y no es algo hecho adrede, con un propósito, digamos buñueliano, surrealista. Es basura. Lamento estar de acuerdo con la crítica de Juve cuando habla de inmundicia.
Y no es la inmundicia de los "pequeños seres"que pueblan un lupanar. También hay prostitutas en los evangelios y en la prosa de Baroja o de Mauriac. Es la inmundicia de quien escribió [?] el guión o filmó el plano que resulta infame. Pura proyección del inconsciente.
"El hombre bueno saca el bien del tesoro de bondad que tiene en su corazón. El malo saca el mal de maldad, porque de la abundancia del corazón habla la boca" (cf. Lc 6:46)... y el cine.
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casandra
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2
21 de diciembre de 2023
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No estoy de acuerdo con el coro de lamentos sobre "el pobre Willy, que hizo una mala película, pero se le perdona todo porque se murió".No conozco los intríngulis de la filmación de este desagradable bodrio, pero pienso que precisamente por su larga y brillante trayectoria anterior, a Billy Wilder se le debe juzgar según su vara. Wilder no se caracterizó por su clemencia o amabilidad sino por su cinismo y sarcasmo. "Noblesse oblige", decía el dicho: nos merecíamos algo mejor de su talento.
Esta es una película lamentable por donde se la mire. El personaje de Matthau no tiene nada de gracioso. Coloca un sobre-bomba en el buzón de uno de los testigos y este muere en el acto. Lo mismo ocurre con la leche con cianuro y su víctima,a quien vemos morir en la mesa. ¿Cuál es el chiste? ¿Dónde está el humor? ¿Es que Wilder se regodea viendo morir a estos seres humanos? Ojo:no digo que esté mal interpretado. Sólo que su personaje no es cómico. Es odioso. Lo malo no está en el actor sino en el guión. De Diamond, por cierto.
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casandra
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6
17 de octubre de 2023
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¿Por qué la ausencia de la crítica acerca del cine venezolano? Y no sólo de la crítica. De la mera contabilidad. Hasta el momento de este comentario sólo había en Filmaffinity UNA (1) crítica, y la presente es la número DOS (2).
¿Por qué este ausentismo, esta negación?
Y no me vengan con el cuento de la precariedad del cine venezolano.
Está probado que nuestro público ve las películas venezolanas.
Ni tampoco con la escasez del autor: Román Chalbaud, para la fecha de su fallecimiento (2023) había estrenado más de 20 películas. Según una página de la Universidad del Zulia (Venezuela) "...con más de 30 títulos en su carrera y casi una veintena de obras de teatro...".
¿Es cuestión de la temática?
Dicen: "Estamos hartos de mostrar delincuentes y prostitutas".
Y responden: "¿Acaso Buñuel no insistió en el tema de los mendigos y las monjas?"
Yo añadiría "Y de mezclar lo sagrado y lo obsceno", para utilizar el título de la película homónima de Chalbaud (1974).
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casandra
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5
3 de octubre de 2023
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La célebre novela de Dickens ha sido llevada a la pantalla no menos de diez veces. La de 1922 (Frank Lloyd) fue protagonizada por Lon Chaney y Jackie Coogan, el famoso niño que acompañó a Charlie Chaplin en El Chicuelo (The Kid). Pero la referencia más importante es "Oliver Twist", la versión en blanco y negro de David Lean de 1948, con Alec Guiness, como el malvado judío Fagin , Robert Newton como el asesino Bill Sykes, Kay Walsh en el papel de Nancy y los niños John Howard Davies y Anthony Newly y interpretando respectivamente a Oliver Twist y a Jack Dawkins, alias Artful Dodger o "El Truhán".
La película de Lean logra transmitir la atmósfera sombría de la novela de Dickens, esencialmente dramática y tenebrosa. Su fotografía está pautada en claves expresionistas, con sus claroscuros y contrapicados. La narración logra sumergir al espectador en la miseria, la ruina y la infelicidad de aquellos tiempos, especialmente la condición de los niños y los menores rodeados de seres mezquinos y crueles, aunque no faltan los generosos y bondadosos. La adaptación de la novela a la pantalla es bastante fiel a la novela, dentro de lo que cabe en los 116 minutos que dura la película. Todo lo relativo al nacimiento del niño que se llamará Oliver Twist por un capricho del celador será contado detalladamente.
Todo el film está cargado de dramatismo. Lean no suaviza en ningún momento las tintas a la hora de mostrar la crueldad de los adultos, la ceguera de las instituciones en aquella Inglaterra que mostraba los efectos secundarios de la revolución industrial a un altísimo costo en sufrimiento humano.

Carol Reed tiene en su haber nada menos que El Tercer Hombre (1949), la famosa y exitosa película protagonizada por Joseph Cotten, Orson Welles y Alida Vali y que dio a conocer la inolvidable música en la cítara de de Anton Karas. El breve pero excepcional trabajo de Orson Welles, así como los tonos expresionistas de la fotografía dieron lugar a que algunos malhablados llegaran a decir que la había dirigido Welles. Pero Reed ya había filmado, entre muchas películas: en 1940 Tren nocturno a Munich, En 1953 "Se interpone un hombre", con James Mason y Claire Bloom, en 1959 "Nuestro hombre en La Habana", basada en la homónima novela de Graham Greene, con Alec Guiness y en 1965 "La agonía y el éxtasis", biopic de la relación de Miguel Ángel y el papa Julio II durante la realización de la obra del genio florentino en la Capilla Sixtina, con Charlton Heston y Rex Harrison, basado en la novela de Irving Stone . De modo que no se trataba de ningún advenedizo el que se encargó de este musical que se alzó con cuatro Óscars y seis candidaturas (no me gusta la palabrita “nominación”).

La producción de ¡Oliver! es suntuosa. La partitura de John Green, basada en el musical de Lionel Bart es agradable y reconfortante. Los actores muy competentes, en especial Oliver Reed como el implacable Bill Sykes y Ron Moody como Fagin, ésta vez más afable y algo bondadoso. Se nota que Carol Reed, al igual que Polanski en su momento y por razones previsibles, no trata de destacar la condición de judío de Fagin (como, siguiendo a Dickens, sí lo hizo Lean). El resto del elenco me pareció que cumplió su cometido: Mark Lester es un Oliver Twist bastante más ingenuo y lírico, Joseph O' Connor un señor Brunlow verdaderamente bondadoso y caritativo, Shani Wallis una convincente Nancy, pero no tanto como Kay Walsh en la versión de David Lean. Hugh Griffith desarrolla una versión alcoholizada del magistrado que no aparece en la novela, pero que le queda muy bien; tanto Harry Secombe como Hylda Baker son los previsibles esposos Bumbles y Jack Wild es un Dodger bastante parecido al de Lean, aunque menos agresivo. La coreografía me resultó bastante convencional. La película es totalmente deudora de la versión de 1948 de David Lean: la escena en que Fagin se hace el que se deja robar por los muchachos, es idéntica a la de Lean, sólo que aquí es cantada.
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casandra
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