Raro film de Truffaut, especie de comedia dramática negra, que me parece que está muy por debajo de su nivel como realizador.

Ensalza el papel de mujer con problemas desde la infancia, que comete fechorías basándose en su desgraciada vida. Utiliza a los hombres en beneficio propio y para ascender socialmente.

Alocada por momentos, nos remite a flash-backs donde vamos conociendo cómo ha ido evolucionando la vida de la protagonista, una mujer deseada por muchos hombres, hasta su paso por prisión. Está fenomenal Bernadette Lafont, realizando una gran interpretación. Hechiza a todos los hombres a su paso, con una gran sensualidad.

Tiene partes como de folletín, emparentada con la comedia italiana con pequeños toques de destape, que Truffaut sabe endulzar y mostrando algunas constantes de su cine (cinefilia en el niño que graba imágenes, por ejemplo).

Me parece bastante irregular, con saltos temporales constantes, y parece como si realmente Truffaut no se la tomase demasiado en serio, que realmente es la manera en que hay que verla, como un mero divertimento desenfadado y sin demasiadas pretensiones. Nada que ver con obras maestras como “La noche americana”, “Los 400 golpes” o “El pequeño salvaje”. Está en otra onda.

Es inevitable compararla con “Besos robados”, a pesar de que es una evolución natural de los personajes. Antoine tiene 26 años y está casado con Cristine, que es profesora particular de violín. Viven en un barrio algo caótico, con unos vecinos muy peculiares, tipo 13 rue del Percebe. Esto lo reviste de un tono humorístico, incluso surrealista por momentos (me estoy acordando de la cena de potitos).

Antoine sigue siendo como un niño con cuerpo de adulto, y a pesar de que es feliz con Cristine, tiene un algo indescriptible que no acaba de asentarsen (libertad, curiosidad, infantilismo, ¿?)

Cuando se convierte en padre la cosa se pone seria, y ahí es donde sus responsabilidades se turban. Veo un cierto estancamiento en el personaje de Jean Pierre Leaud.

El retrato de Truffaut sobre las relaciones de pareja es magnífico, con abundantes matices. Cristine sigue siendo elegante, sensible, adorable mientras que Antoine es alocado, vago y soñador. Juntos han de afrontar las dificultades de una vida en común.

Sin embargo, el tono final resulta bastante menos entusiasta, a pesar del cariño que el director muestra por Antoine y su gran capacidad para crear atmósferas de convivencia de pareja y su choque con la realidad. Personalmente, no me ha llegado tanto como “Besos robados”, y en cierto modo, me ha dejado algo frío. No es una continuación mejorada. Quizá esto se deba en gran medida porque se me hace más difícil empatizar aquí con Antoine. La relación con la guapísima japonesa es un tanto desconcertante.
No me parece que sea ésta una de las mejores obras de Truffaut.

Es difícil hablar de esta película sin hacer spoilers. Porque se trata de una película de amor, que no romántica, de un amor fatal.
Un rico industrial del tabaco cuyas fábricas se hallan en la remota isla de Reunión, en el Pacífico, mantiene correspondencia para contraer matrimonio con una mujer a la que ni siquiera ha visto ni una sola vez. A pesar de que se percata de que no es la misma persona que él creía haber visto en fotografías, acepta unirse en matrimonio.
Está ilusionado, por lo que intuimos que su vida no tenía chispa: “"Antes de conocerte detestaba los días festivos, ahora empiezo a detestar los días laborales" .

Así comienza esta historia de amor enfermizo. Lo primero que me llama la atención es que es una película con una mujer con gran personalidad y fría, como en “La novia vestida de negro”, su anterior film, que me sigue gustando mucho, a pesar de sus fallos. Ésta, sin embargo, parece una película con una estética y una narrativa más “clásica”.
En el reparto aparecen dos estrellas mundiales como Jean Paul Belmondo, por entonces un sex-symbol, y Catherine Deneuve, por entonces con una belleza joven aplastante, en un papel que borda y que parece hecho para ella.
De nuevo, el amor como centro, como pocos directores saben retratar y desde distintas ópticas. Esta película ofrece otra de esas ópticas, bastante corrosiva.

Truffaut va dejando algunas chinitas por el camino, de manera que el espectador puede ir auscultando que no es oro todo lo que reluce. Incluso hay un detective privado bastante importante para la trama.

Una increíble historia de autodestrucción, con un destino absolutamente cambiante.

Melodrama, thriller, cine negro, romántica, no se puede encasillar esta película. Me ha parecido turbante, con un final que me cuesta encajar, al gusto de Truffaut. Por momentos, se acerca a Hitcochck, con una fatalidad que lo impregna todo, para acercarse al sentido romántico más puro.
No podría calificar la forma del film (en el sentido estético) como de genial, pero el fondo es de lo más reflexivo.
No hay unanimidad con este film. He podido ver que se califica por algunos críticos como obra maestra. Siendo una gran película, no me parece que llegue a tanto, pero din dudad, merece ser vista varias veces y meditarlo,

Esta película me produce sentimientos encontrados. Está muy bien valorada, pero a mi parecer no es de las mejores de Truffaut. Sí que consigue captar como momentos de vida, atrapar esas pequeñas cosas propias de una etapa de la vida, y eso… eso lo hace como pocos. También retrata París como un maestro, llena de cotidianeidad, cercana, a veces con personajes bufonescos, en un tono delicioso.
Y sigue con el personaje de Antoine, que a mi me parece un alter ego suyo. Él es el hilo conductor del film, un joven inmaduro, sin estabilidad laboral y varios flirteos. El despertar sexual es otro de los temas que maneja Truffaut aquí.

Antoine Doiniel es un personaje inseguro, volátil, torpe. No se acaba de asentar en ningún sitio. Sin muchos rodeos, al inicio Truffaut nos lo presenta cuando es expulsado del ejército, dando sensación de un inadaptado. Seguimos su trayectoria vital, en el que se plasma un bello retrato del amor juvenil y los vaivenes emocionales propios de la edad. Todo nos da la sensación de momentáneo, narrado con la frescura y vitalidad propia de su protagonista.

En efecto, la narración no es muy convencional, con un argumento poco definido, más allá de los avatares del inadaptado Antoine. Me recuerda un poco a algunos pasajes del primer Woody Allen. No es fácil captar esa transición entre la niñez y la edad adulta, y él lo consigue. Película irregular en algunos tramos, pero en definitiva, un acto de amor al cine como él lo concebía.

Por cierto, deliciosa la joven protagonista, Cristine (Claude Jade).

Continúo con mi ciclo cronológico de Francois Truffaut, totalmente ilusionado, descubriendo película a película (algunas revisitando), propuesta a propuesta, con su gran maestría y seguro de que estoy asistiendo a uno de los más grandes directores de la historia del cine.

Como espectador, la película te deja pensativo. Hace reflexionar, cosa que para mí es muy importante. Se especula con que Tarantino se basó en esta película para hacer “Kill Bill”. Cierto o no (Taratino lo niega, ja), el solo hecho de que se especule con esta posibilidad, ya le da una importancia extra a esta obra.

Basada en una novela de Cornel Woolrich, “La novia vestía de negro” es la película más “hitchcokiana” de Truffaut. La banda sonora corre a cargo de Bernard Herman (también "Fahrenheit 451"), habitual colaborador de Hitchcock. Además hay guiños al director británico como la escena del palco, la galería de arte o los cambios de vestuario de la protagonista, entre otros, lo que constituye un sentido homenaje a su admirado Hitchcock.

Más allá de esto, la película tiene un tono deliberadamente como de fábula, buscando una narración sencilla y bastante previsible, salvo al final. Por ejemplo, esto se hace notar en la poca inteligencia de las víctimas, unido a su poca resistencia. No quiere Truffaut enredarse mucho en los detalles. Comprendo que aquí surjan detractores y posibles fallos de guión, aunque ya digo que el tono es más bien fabulesco.

Entrando de lleno en la película, me cuesta entender que se la tache de obra menor en la carrera del director galo. Menor, ¿en qué? Me parece que es una película que con el tiempo incluso ha ganado, a pesar de que el propio Truffaut pudiera no haber acabado muy contento en su momento. En lo que veo un fallo bastante evidente es en la caracterización de los personajes cuando se hace el flash-back, pues deberían ser bastante más jóvenes, y no lo son.

Todo el peso lo lleva Jeanne Moreau que está fantástica. Su frialdad traspasa la pantalla. Pero a la vez llena de magnetismo, a pesar de su semblante serio.
Hay pocos ejemplos más claros de lo que viene a ser una femme fatale. Y con qué maestría lo ejecuta Jeanne Moreau. Es una interpretación absolutamente para el recuerdo. Fría, cortante y muy segura de sí misma. No cabe duda de que Truffaut es uno de los grandes directores de actrices de la historia. Si la película no es un 10 por algunos aspectos o detalles, ella sí que es un 10.

La película contiene como varios episodios, la del pintor es absolutamente absorbente. Y el final, bastante menos previsible de lo que se nos había mostrado hasta entonces, es totalmente genial.