Continúo con mi ciclo cronológico de Francois Truffaut, totalmente ilusionado, descubriendo película a película (algunas revisitando), propuesta a propuesta, con su gran maestría y seguro de que estoy asistiendo a uno de los más grandes directores de la historia del cine.

Como espectador, la película te deja pensativo. Hace reflexionar, cosa que para mí es muy importante. Se especula con que Tarantino se basó en esta película para hacer “Kill Bill”. Cierto o no (Taratino lo niega, ja), el solo hecho de que se especule con esta posibilidad, ya le da una importancia extra a esta obra.

Basada en una novela de Cornel Woolrich, “La novia vestía de negro” es la película más “hitchcokiana” de Truffaut. La banda sonora corre a cargo de Bernard Herman (también "Fahrenheit 451"), habitual colaborador de Hitchcock. Además hay guiños al director británico como la escena del palco, la galería de arte o los cambios de vestuario de la protagonista, entre otros, lo que constituye un sentido homenaje a su admirado Hitchcock.

Más allá de esto, la película tiene un tono deliberadamente como de fábula, buscando una narración sencilla y bastante previsible, salvo al final. Por ejemplo, esto se hace notar en la poca inteligencia de las víctimas, unido a su poca resistencia. No quiere Truffaut enredarse mucho en los detalles. Comprendo que aquí surjan detractores y posibles fallos de guión, aunque ya digo que el tono es más bien fabulesco.

Entrando de lleno en la película, me cuesta entender que se la tache de obra menor en la carrera del director galo. Menor, ¿en qué? Me parece que es una película que con el tiempo incluso ha ganado, a pesar de que el propio Truffaut pudiera no haber acabado muy contento en su momento. En lo que veo un fallo bastante evidente es en la caracterización de los personajes cuando se hace el flash-back, pues deberían ser bastante más jóvenes, y no lo son.

Todo el peso lo lleva Jeanne Moreau que está fantástica. Su frialdad traspasa la pantalla. Pero a la vez llena de magnetismo, a pesar de su semblante serio.
Hay pocos ejemplos más claros de lo que viene a ser una femme fatale. Y con qué maestría lo ejecuta Jeanne Moreau. Es una interpretación absolutamente para el recuerdo. Fría, cortante y muy segura de sí misma. No cabe duda de que Truffaut es uno de los grandes directores de actrices de la historia. Si la película no es un 10 por algunos aspectos o detalles, ella sí que es un 10.

La película contiene como varios episodios, la del pintor es absolutamente absorbente. Y el final, bastante menos previsible de lo que se nos había mostrado hasta entonces, es totalmente genial.