Los celos y el sexo, ambos presentes aquí, son los temas principales de la irregular carrera de Vicente Aranda. Ya sea en adaptaciones históricas o de premios planeta tirando a casposetes. El resultado no es, ni de lejos, el mismo siempre.
Capaz de lo peor (La Mirada del Otro, Tirant el Blanco) y de productos más satisfactorios (Celos, El Lute, Juana la Loca).
La que nos ocupa es, sin duda, la obra cumbre de un autor que, junto con Bigas Luna y Almodóvar, ostenta el título de ser el que más secuencias de carne carne nos han dado. Y además con alegria. Aquí plenamente justificadas y completamente necesarias.

Recuerdo cuando siendo bastante joven alquilé el VHS. Sin despegar la mirada, sin pestañear, iba conociendo a aquellos personajes que habían vivido en la época de mis abuelos pero que poseían, traicionaban y follaban sin los tapujos que se les presuponía. Abril inmensa, ocupándolo todo con su presencia. Abriendo una bandeja de fiambre o en frases tales como "dime que me quieres... y ahora dile a éste que me lo diga también...me tienes loca cabrón". Impresionante oda musical a la higiene íntima de la realeza incluida. Es obligatorio mencionar la ya clásica secuencia del pañuelo. Sanz mantuvo el tipo y solventó la mayor parte de su texto, aunque se me viene a la cabeza algún momento "abre la puerta...me dejas en el desconsuelo" que aquello cantó por Carmen Amaya y pos soleares. Con todo, me gusta cien veces más que Liberto Rabal.
Y qué decir de Verdú. Pues que aquí despegó definitivamente. Actriz dotadísima que, junto con éste nos ha regalado personajes dramáticos (la Buena Estrella, el Laberinto del Fauno, Y tu Mamá También, hasta, por fin, un merecidísimo goya con 7 Mesas de Billar Francés) de los que se escriben con letras mayúsculas.

Film de mirada clara, cruda, sobre bajas naturalezas. De una España ya extinta de pueblo y pandereta, de duros inviernos en la ciudad, de páginas de sucesos, de navidades tristes. Aranda nunca estuvo más oportuno al recrear un hecho verídico y explicar sus motores de acción, sus orígenes y sus desencadenantes. La partitura de José Nieto engrasó adecuadamente el conjunto. Rotunda, desgarradora e inevitable en la historia del reciente cine español.

Desde mi primera crítica en esta web quiero defender la trayectoria de mi más querido director español. Al que siempre admiraré aunque no volviese a filmar nada más en su vida o se dedicase a hacer anuncios de productos de limpieza para cocinas difíciles. Pero esta es la primera vez desde "Kika", y eso que aquella vez me reí a carcajadas, que pienso que pincha en hueso. Es que ni "Matador". Siempre defendí desde"Entre Tinieblas" hasta "Carne Trémula". Me he visto siendo el único defensor de "La Mala Educación" en conversaciones con amigos y he idolatrado "Átame" y muchas otras. Pero en este caso la sensación ha sido del todo contraria. Es más como una sensación de que me han tomado el pelo. De que esta cinta sobrecargada y excesiva, ¿por qué dirán que es lo más contenido y sobrio de su autor?, ¿será porque hay menos cuadros en las paredes?, que está mezclada con los elementos más reconocibles de su factura, hace aguas desde apenas media hora de su comienzo. Cuando ha descubierto al monstruo y nos lo ha enseñado en su jaula. Es entonces cuando se le ve el cartón.
En esta piel que ahora habita Almodóvar cabe casi todo lo de siempre pero desangelado como nunca. Sin rumbo claro.
Cuenta con un reparto como los de antes, con Marisa y Antonio como en los ochenta, con montador y director de fotografía habituales. Mención a la maravillosa banda sonora de Alberto Iglesias. El director manchego y su compositor hacen ya un tandem tan sugestivo como Burton/Elfman, Spielberg/Williams o Leone/Morricone. Aparecen cameos de familiares y amigos marca de la casa, referencias a libros, diálogos imposibles como el ya mítico "...estaba carbonizada pero con un hilo de vida...", fiestas con artistas, ya sea Caetano cantando o Joaquín bailando. en este caso le toca a Buika. Como siempre vaya.
Hasta aquí todo bien.
El problema viene cuando me acuerdo del Antonio Banderas de "Átame" o de la Marisa Paredes monja comedora de tripis de "Entre Tinieblas". Del ansia de sus historias por alcanzar una realidad forzada, ecléctica, adjetivo del todo almodovariano, y muy pop. Con situaciones tronchantes y extremas, disparatadas pero de las que manaba una realidad certera. En las que la capacidad cómica se apoyaba en sus cimientos dramáticos. Ahora todo parece un disparate a secas. La historia se pasa de vueltas hasta más allá del estilo y de la propia lógica. Vamos que me he quedado con el culo torcido. Con las ganas que tengo siempre de la nueva de Almodóvar...
Como consuelo queda toda la parte técnica y la dirección artística.
Cambiando de tercio, el personaje del tigre es de juzgado de guardia.
Elena Anaya hace lo que puede con un papel más atípico que el de Watling en "Hable con Ella" aunque sin duda más lucido. Es lo mejor de la cinta. Marisa Paredes y Antonio Banderas no es que estén mal, pero brillar brillan más bien poco. Tampoco la cosa da para más.