Hace más de treinta años se estrenó en televisión una serie-documental de 13 episodios de una hora de duración que fue todo un hito en el momento, haciendo que niños y adolescentes quisiesen ser astrónomos en el futuro. De hecho, una de las principales razones por las que los estudiantes deciden escoger la Facultad de Física aún hoy día tiene nombre y apellido: Carl Sagan.

Las similitudes entre esta serie y la de 1980 son evidentes: mismo título (a pesar del cambio de “Un viaje personal” a “Una odisea del espacio-tiempo”), mismo número de capítulos y duración, la presencia de una nave con la que el capitán (esta vez Neil deGrasse Tyson) nos lleva hasta los confines del universo, y la misma intención divulgativa de transmitir a un amplio abanico de receptores dónde estamos y de dónde venimos.

También es semejante la estructura de los episodios, con una primera parte de historia de la ciencia antes de subirnos a la nave y estudiar las peculiaridades del espacio. No obstante, esta vez se ha decidido realizar esta primera parte mediante animación en dos dimensiones, otro narrador y dobladores para los distintos personajes representados, en vez del "live action" con la voz en off de Carl Sagan de la predecesora.

Yo, un chaval de 18 años con la ilusión de estudiar Física impulsado por Carl Sagan, he decidido acompañar a Neil deGrasse Tyson en esta nueva aventura, y espero que también sirva para inspirar a nuevas generaciones. Os espero en la nave.

Después de la decadencia de la saga con Superman III y IV, y un intento de retomarla que llevó la historia a un callejón sin salida, el reinicio estaba totalmente justificado.

En este nuevo comienzo se hace especial hincapié en el desarrollo psicológico del héroe, en la gran responsabilidad que sus padres adoptivos (interpretados con un gran nivel por Kevin Costner y Diane Lane) le inculcaron desde pequeño.

La película se podría dividir en tres partes atendiendo a su ritmo:
- El comienzo en Krypton, con ritmo alto, donde nos empezamos a hacer una idea sobre cómo será la acción durante la película y nos damos cuenta del gran uso de efectos especiales.
- El desarrollo del protagonista, con un ritmo lento y pausado, donde se muestra la infancia del protagonista y la búsqueda por el saber de su procedencia.
- La hora final, caracterizada por acción de un gran nivel casi ininterrumpida, la batalla del patriotismo de los militares de Zod contra la moral y ética del hombre de acero, la lucha entre dos mundos. Aquí y en la parte inicial es donde más se nota la mano de Zack Snyder.

El reparto cuenta con un gran elenco de nominados y ganadores de Oscar, pero vayamos al que realmente interesa, Henry Cavill; el actor británico está en estado de gracia y ha hecho un papel impecable, donde si no llega al Superman de Reeve, se queda muy cerca.
Y no menos es el de Michael Shannon, que ha hecho una interpretación casi perfecta, pero a causa del doblaje al castellano ha perdido bastante.
Amy Adams está bien en todas las escenas (que son muchas), pero no destaca.
Kevin Costner ha demostrado de la pasta que está hecho, brillante en su interpretación como padre protector, al igual que Diane Lane en su rol como madre (pienso que esta actriz no ha sido aprovechada durante su carrera, y es toda una lástima ya que posee un gran nivel).
Fishburne está correcto, y pienso que Russel Crowe es el peor de la película (lo que no quiere decir malo). Le ha faltado más expresividad, sobre todo durante la parte central del filme.

Y sobre la banda sonora y su cambio de sinfonía, Hans Zimmer, sin crear una melodía característica para el héroe, ha logrado un gran acompañamiento para el metraje.

En conclusión, es una película redonda en la que se ha conseguido plasmar la identidad de Superman, y donde por fin renace y vuelve al nivel que merece.

Nadie nace odiando ni con prejuicios: eso es algo que vamos adquiriendo de nuestro entorno a lo largo de los años.

Aquí Clint Eastwood representa el resultado de toda una vida en contacto con esas ideas inculcadas sobre las personas que no pertenecen a tu misma cultura: son raras, no quieren adaptarse a la sociedad, no se relacionan... y no son de fiar.

Sin embargo, a lo largo de la película el viejo gruñón se va dando cuenta, con ayuda de Sue y Thao, del gran error que es hacer generalizaciones:

"God, I've got more in common with these gooks than I do with my own spoilt rotten family" (Dios, tengo más cosas en común con estos amarillos que con mi propia familia echada a perder).

La cultura a la que esté expuesta una persona influye en ella, pero cada uno realiza su propio camino: su procedencia no tiene importancia a la hora de que se convierta o no en un ser querido. Y esto es lo que el prejuicioso señor Kowalski y nosotros vemos durante la segunda mitad de la película, pues esos nuevos vecinos que inicialmente no parecían buenas personas han pasado a formar parte de nuestras vidas y, si les hacen daño, a nosotros también nos duele.

Y con esto llegamos al soberbio desenlace en el que, con las emociones a flor de piel, la película asciende a la categoría de arte.

Después de ver la trilogía "Before..." era para mí una obligación ir al estreno de la nueva obra dramática de Linklater. Sin trailers, ni críticas. Nada. No era necesario. Para mí la película ya tenía sello de calidad, como muchos de vosotros coincidiréis.

Y es que "Boyhood" tiene mucho de las tres películas, con el gran aliciente de ser mucho más ambiciosa: la infancia de un niño con el mismo casting durante todo el rodaje.

No obstante, el nivel de la película, en mi opinión, es inferior al de la anterior obra del director (sin dejar de ser una muy buena cinta). Utiliza los mismos ingredientes: profundización de personajes, planos-secuencia en los que vemos a los personajes conversar, escenas en las que les vemos reír, llorar, divagar... pero no funciona como en la trilogía. Los diálogos están a la altura, esta vez centrados en el paso del tiempo y lo que hacemos con él, pero la maquinaria no engrana tan bien, quizá porque no esté en pantalla la calidad interpretativa de la pareja Hawke-Delpy.
De hecho, considero las escenas en las que sale Ethan las mejores de la película, habiendo una mejora más que notable en la naturalidad de la acción.

Eso sí, igualmente consigues estar dentro de la película y dejarte llevar durante el desarrollo de la vida de los personajes, y cuando te levantas de la butaca sientes haber estado presente durante todo el crecimiento del chaval de 6 años como ninguna otra obra ha hecho antes.

En resumen, si te gustó la trilogía romántica de Linklater, siéntate y disfruta de los 165 minutos de metraje de su último film.
Te parecerán pocos.

Muchas películas tocan el tema de la elección que cada uno hace de su identidad a partir de sus actos. Esta es una de mis favoritas.

Haciendo de su sencillez una gran baza, sus 75 minutos bastan para que nos encariñemos con los personajes y una gran dirección hace que se pasen volando y que no nos aburramos en ningún instante: como apunta KesheR, es tan agradable como emotiva en los momentos oportunos, siendo el mejor de todos su inolvidable final.