Cuando escribo estas líneas, hace apenas un rato que he vuelto a ver "El gigante de hierro", muchos años después (o esa es mi impresión) de la última vez. Y me sigue gustando tanto como siempre. Una película impecable desde el punto de vista técnico y visual, al igual que la historia en sí. Perfecta para niños (que quizá tengan la suerte de poder querer al robot tanto como lo quise yo) y para adultos, que sabrán apreciar el trabajo bien hecho.
He de advertir de que personalmente es una película muy especial para mi al ser mi favorita de niño, razón por la cual la he visto en infinidad de ocasiones, quizá la que más. Y por ello, verla ahora otra vez, ya de mayor y desde otra perspectiva, me ha supuesto una bonita experiencia.
Más allá de eso, tengan la edad que tengan no dejen de verla. Quizá ustedes no vean la película de su vida, al fin y al cabo es profundamente subjetivo, pero sin duda podrán disfrutarla.

Realmente es la película más extraña que he visto en mi vida. De ritmo lento, en ocasiones exasperante, transmite una cuidada armonía entre la historia que narra acerca del ser humano y el propio universo, creando una atmósfera muy especial en el espectador difícil de emular.

A pesar de la ya comentada pesadez de algunos momentos de la película, verla es de obligado cumplimiento. Le podrá gustar más o menos, quizá la aborrezca si simplemente busca puro entretenimiento. Pero es que está película va mucho más allá: no se trata de un producto puramente comercial dedicado al ocio, si no de una obra de arte en si misma. Y por eso hay que verla, aunque sea una vez en la vida.

La nota que la he puesto es en agradecimiento, por poder haber visto algo radicalmente diferente a lo que estoy acostumbrado.

"Idiocracia" es al mismo tiempo un aviso a la humanidad y un intento de comedia divertida. Mediante la burla de la sociedad que nos presenta, nos enseña aquello en lo que nos convertiremos si seguimos por el mismo camino, aunque de una manera ciertamente grotesca. La idea está bien, pero la película es prescindible por completo. Eso sí, si la ve siempre podrá decir que usted vió una vez la película más absurdamente absurda de la historia.

Esta película la había visto de niño, cuando aún se llevaba aquello de las cintas VHS y ciertamente tenía un buen (pero vaguísimo) recuerdo de la misma, lo que me ha llevado a verla otra vez, tantísimos años después. Y la verdad es que la he disfrutado, probablemente más que de niño porque en realidad trata temas de gran calado. ¿Qué mejor personaje que una hormiga desubicada en una colonia de millones de hormigas para tratar problemas humanos como el vacío existencial o la reivindicación de uno mismo frente a una sociedad cada vez mas uniforme?
Además, presenta otro debate interesante ¿Qué es más importante, la sociedad o el individuo? En mi opinión la película nos trata de mostrar que la diversidad, y por tanto el desarrollo del individuo (nadie sobra) fuera de los moldes establecidos conlleva de forma irremediable la mejora de la sociedad (en este caso colonia), siempre y cuando se actúe siempre de forma colaborativa. Y esto puede ser una buena enseñanza.
Me detengo en este punto de la breve reflexión y les invito a que vean la película, es sin duda entretenida.