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Críticas de LibertyVallance
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Críticas 25
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
8
12 de marzo de 2007
12 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
La primera virtud de esta compleja película es un guión que huye de lo fácil (el sentimentalismo barato, el trazo grueso de personajes y situaciones, la moralina y el sensacionalismo) y apuesta por moverse en la frontera, siempre difícil pero genuina (y muy agradecida desde el punto de vista artístico), de esas luces y sombras que matizan -y explican-el alma humana.

El resultado son situaciones con aristas, personajes agujereados de secretos, claroscuros, soledades y silencios. Contradicciones. Terreno extraordinariamente fértil para actores y actrices con talento.

El segundo gran acierto, que da aliento a la historia, y verdad y dolor y movimiento, es saber encontrar esas actrices enormes y en estado de gracia que los dos personajes centrales de la historia necesitan; y darles espacio, oxígeno, para desplegar todo su potencial. No sólo eso: indagar también, crear, explotar los hilos sueltos, recovecos, vacíos, de cada uno de ellos. Judi Dench y Cate Blanchett se comen la pantalla, la mirada del espectador y su capacidad de sorpresa con dos creaciones medidas y vividas, plenas de matices, aportes personales, miradas, palabras y silencios inteligentemente compuestos.

La película logra hablar de muchas cosas sin pronunciarlas. Extraordinario y difícil mérito.

Cómo la soledad puede aplastar a un ser humano. Cómo en cualquier cielo puede esconderse un infierno (y viceversa). Cómo se rompe el amor y que difícil es saber que demonios es. Y lo mismo para la amistad. En definitiva, la imposible radiografía de ese montón de minas antipersona conque la lucha por sobrevivir nos siembra el corazón cada día.

Notable película. Y puesto a criticar algo, quizá esa ligera estridencia final del escándalo, los periodistas, los gritos, la cárcel; en mi opinión desenfoca algo el mansaje e introduce demasiado ruido dramático. Mantener la contención hasta el final, no salir de la cueva de lo más íntimo, seguir agarrado al corazón de los personajes -sin otra sorpresa que la que nace de sus miserias y sus deseos, sus frustraciones y sus tinieblas- haría la película aún más grande. Más exacta. Más verdadera.
LibertyVallance
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9
12 de marzo de 2007
3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si en "Banderas de nuestros padres" (especie de cara A de este impresionante díptico sobre la Batalla de Iwo Jima que ha construido Clint Eastwood) la cámara salía y regresaba de Japón a Estados Unidos para desvelar el poder de destrucción sobre la naturaleza humana que pueden ejercer tanto la guerra como el aparato propagandístico que la acompaña, en esta apabullante cara B Eastwood convierte su cámara en bísturi y disecciona sin contemplaciones las tripas de la bestia.

La cámara sólo se concede la tregua de un puñado de flashbacks -tan sintéticos como necesarios- para matizar algunos personajes. Pero incluso esas breves rupturas con el humo, las bombas y el presagio de la muerte que lo inunda todo, sirven para subrayar el dolor y horror que nos rodea y aumentan la potencia de fuego de una película que inadvertidamente, casi sin pretenderlo, golpea el alma de quien se mete en ella.

La cámara se demora antes de entrar en batalla, aunque cuando ésta llegue no rehuirá el combate: las balas, la sangre, la barbarie. (¡Guerra a la guerra¡). Antes, arrastra piedras, cava zanjas, construye trincheras (tumbas de sueños para los otros o para uno mismo). Acompaña esa brutal espera de la muerte que significa preparar la batalla .Cotidaneidad brutal de "héroes" que no han elegido serlo.

"Haga lo correcto". "Cumpla las órdenes". Desde Fort Apache nadie había filmado con exactitud tan brutal la contradicción del militar de carrera.Órdenes. Buenas, malas, desesperadas, arbitararias. Rivalidades. Miedos. Kamikazes frustrados. Héroes. Amistad y respeto. Sueños. La rutina de una guerra que es ésa pero podría ser cualquiera.

Y cuando ya casi nos hemos acostumbrado, explota toda la dinamita que el guión encerraba dentro y la cámara escupe su genial bombardeo de metralla moral y artística. De esa que imprime su huella en la retina largo tiempo.Genial ese asomarnos al espejo de uno mismo que a veces son los ojos de otro. El enemigo incluso. El descubrimiento de los soldados japoneses de que el prisionero estadounidense es también un ser humano. Con dolor, sangre, miedo...Y madre, como ellos.

Ellos. Todos. La carne de cañón de las guerras de los de siempre. Genial también como la cámara nos empuja de lo mejor del ser humano, esa bomba de solidaridad y humanidad que estalla en medio de tantas bombas que destrozan vidas y arrancan brazos y piernas, a lo peor: el hombre acostumbrado a las tinieblas. Abu Ghraib en Iwo Jima. La lucha por la supervivencia y su mayor expresión, el combate a vida o muerte, es la mejor taladradora de almas humanas que se conoce.

Genial, conmovedora, la magnífica contención de ese puñado de excelentes actores japoneses que, con hieratismo de teatro "NO", infunden vida y angustia a ese harakiri que el Emperador, la burguesía japonesa, el Estado Mayor y la madre que los parió a todos hacen con el corazón y las vísceras de "su" pueblo.
LibertyVallance
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10
7 de marzo de 2007
19 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ford viaja a las minas de Gales con el mismo amor y pasión que si fuera a su Inishfree irlandés. Hay muchas verdades distintas y muchos matices, como suele ocurrir con el mejor Ford, en esta historia. El dolor de la infancia perdida, la nostalgia por el paisaje real o hasta cierto punto idealizado que nos ha visto ser. El desastre humano, ecológico y social de la industrialización salvaje. Ese amor profundo entre padres e hijos, y cómo éste agoniza erosionado por los problemas cotidianos. La vida.

Pero también, la muerte,la sangre, ese dolor inexplicable para quien no lo ha sentido cerca, de la mina.El espíritu de la minería. La lucha por construir los primeros sindicatos. Los conflictos dentro de la propia clase obrera entre los trabajadores más atrasados y acostumbrados al paternalismo de viejo cuño del patrón y la nueva capa de jóvenes trabajadores que toma conciencia de la opresión capitalista y decide organizarse. la fuerza estremecedora, sin par, de la mujer trabajadora. Y la lucha de clases en estado puro.

Todo eso está presente en esta historia y mucho más. Voces infinitas, como ese coro de mineros que canta cada vez que vuelve del trabajo. Ford es capaz de colocar a todos sus personajes en pantalla al mismo tiempo y que se oigan sus voces, y que cada voz tenga su propia verdad y su propia consistencia. Un talento inusual que lo convierte en genio de la verdad y la complejidad cinematográfica.

Ford , al que le gustaba mucho pintar, estaba considerado en su época un artesano, un director con oficio apropiado para encargos. En todas sus películas encontramos planos que son auténticas obras de arte, cuadros que habrían hecho las delicias del mismo Leonardo. En Que verde era mi valle Ford logra algunos de sus planos más impresionantes. Algunos primeros planos de Maureen O, Hara recuerdan a esas vírgenes renacentistas de Caravaggio e imporesionan como ellas. Ford demuestra que cuando hay talento y sensibilidad el blanco y negro puede sugerir cualquier color. Y aunque nunca las vemos verdes nos estremecemos con ese verde intenso de las colinas galesas.
LibertyVallance
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5
7 de marzo de 2007
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tykwer, con un apuesta en escena bien pensada y mejor realizada, acierta en la recreación del contexto de la historia y logra mostrar de un modo convincente el hedor (nunca mejor dicho) físico, social y moral que explica al asesino protagonista de la historia.

Bien, aunque quizás un pelín larga, la presentación de personajes y el planteamiento de la historia pero a partir de ahí, y sobre todo al final, da la sensación de que la historia se atropella y la película intenta contarnos demasiadas cosas (y demasiado increíbles muchas de ellas) en muy poco tiempo y de un modo bastante apresurado. El resultado es que va perdiendo fuerza a medida que se acerca el final.

La escena del ajusticiamiento, enormemente compleja, bordea el ridículo y no resulta creíble. al menos yo no me la creo. El problema es que la película, que acierta en transmitir cómo se va forjando ese asesino, no logra hacernos partícipes de su devoción por los aromas ni mucho menos que sintamos el poder transformador y embriagador de ese perfume que ha fabricado. Sin eso, el efecto de esa escena se convierte en su contrario. Lo que consigue Suskind, que sus palabras se transformen en aromas y nos metan en la piel d esu asesino, no lo consigue Tykwer. Sin eso, la película pierde la mitad de su valor y se queda en un thriller de época con cierto encanto y virtudes pero sin vida. Y con una resolución muy por debajo del tono general de la historia.
LibertyVallance
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9
6 de marzo de 2007
72 de 82 usuarios han encontrado esta crítica útil
Algunos de los mejores momentos de ese genio absoluto del cine llamado John Ford se encuentran en las que ,a menudo injustamente, son consideradas obras menores suyas. En teoría Wagon Master pertenece a ese grupo. Sin embargo, en esta película -como en "No eran imprescindibles", "The rising of the moon" y tantas otras de sus obras menos conocidas- encontramos mucho del Ford más libre y genuino.

Película de argumento leve, casi anecdótico, Ford se siente en su salsa filmándola, y se nota. La pantalla se va llenando de profundidades y matices inesperados; los gestos, el trabajo, la cotidaneidad imprsionante de esa caravana de colonos en lucha contra la naturaleza y los mil peligros que les amenazan se convierte en epopeya de la lucha del ser humano por superarse y encontrarse.

La cámara de Ford huye de lo obvio y se recrea allí donde una mirada mediocre no encontraría nada salvo polvo y cactus. Con la verdad de un documental y el arte de un drama, Ford sabe descubrir en un cubo de agua, una rueda que se rompe, una tormenta o una estampida, amor, dolor, ilusiones y sueños. Pasiones profundamente humanas.

Petróleo artístico construido con sedimentos de gestos y miradas.

La capacidad de Ford para captar un punto de vista y su contrario en la misma historia y saber mostar los dos sin traicionar ninguno y no traicionarse tambièn está presente en Wagon Master. Como en La Diligencia, Fort Apache y otras muchas. Los indios. Demonios, enemigos, seres humanos. Demasiado humanos.

La cámara de Ford siempre baila y canta. Y lo hace como nadie. Con los colonos blancos, con los indios, hasta con los forajidos más detestables. Ford construye a partir de detalles tan pequeños como inesperados poemas de un plano, o una mirada, sobre la solidaridad y la convivencia humana. Y sobre lo teriblemente difícil que resultar alcanzar ambas.

Ford ,al que no se le conoce ninguna gran comedia ni musical, filma como nadie el humor, las canciones y los bailes, construyendo musicales y comedias tan imposibles como fugaces en medio de la historia más dramática.

Ford libre para hacer lo que le da la gana. Gran cine disfrazado de modestia que hay que disfrutar como los vinos muy especiales. Además de con buen paladar, con paciencia y sin prejuicios, ni prisas, ni móviles sonando ni ruidos. Dejándose llevar por cada escena y cada movimiento de cámara.
LibertyVallance
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