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Voto de SunshineReactor:
1
Drama. Comedia Después de obtener un éxito rotundo, un director de cine atraviesa una crisis de creatividad e intenta inútilmente hacer una nueva película. En esta situación, empieza a pasar revista a los hechos más importantes de su vida y a recordar a todas las mujeres a las que ha amado. (FILMAFFINITY)
27 de octubre de 2014
37 de 52 usuarios han encontrado esta crítica útil
"El siguiente", exclama mirando a un grupo de gente que se apelotona ante la puerta de su consulta. Unos sentados, otros de pie, algunos desnudos y otros vestidos. Se levanta un hombre joven con una gorra del Villarreal C.F.. "Usted no, usted tiene lumbago". El médico le da un empujón y lo lanza contra el suelo, reaccionando el agredido con un quejido ahogado. Se levanta una anciana y sin mirar al médico entra en la consulta y se sienta tras la mesa, en la silla que antes ocupaba el médico. Éste se sienta en la silla al otro lado de la mesa y concentrándose en el cuadro que hay en la pared detrás de la anciana y en el que aparece Lola Flores de joven comienza a recitar la tabla de multiplicar del 7, la difícil, del revés y tapándose el ojo derecho, el bueno.
"Bien", felicita la anciana al terminar el siete por nueve. El médico se levanta y sale por la puerta a la pata coja mientras la anciana se concentra en forzar uno de los cajones de la mesa. Se escucha ceder el mecanismo metálico y la madera avanzar. Lo siguiente que ve la mujer que se asoma desde la sala de espera es a la señora agarrando a un conejo negro de las orejas y elevándolo por encima de su cabeza. Lo voltea y lo arroja hacia la ventana. Suena ruido de cristales y un grito lejano, en la calle. Ha golpeado la cabeza de un hombre en pijama. Se cae y se levanta indignado. El conejo se excusa pero parece tarde. Se hace de noche prematuramente y un operario arregla el mecanismo del cajón. El médico se cae al fin al ser incapaz de rebasar un bordillo y tras el golpe en la cabeza cree ser aficionado del Villarreal también, pero solo por lástima. Un samurai le rebana la cabeza nada más traspasar la puerta de su casa y la cabeza cae en la frutería, entre los melones piel de sapo. El sapo llora y el conejo se cocina a la anciana. Se hace de día. A Fellini no le funciona el despertador, por eso son ocho y medio y no nueve.
SunshineReactor
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