Frears ha retorcido una historia simple, los personajes están cortados por un patrón tremendamente ególatra e interesado. ¿Realismo? no lo sé, ni me importa. Pero si es así, no me siento nada atraído por la mayoría de las historias que relata.

De hecho, parece más un desfile de historias a la moda, donde las relaciones marcan las colecciones de temporada.

Carece de energía en sus historias, no ahonda ni en el drama, ni en el humor. Salpica pero no moja, pretende pero no llega. Vamos, desasosiego fue lo que sentí al ver los títulos de crédito y no precisamente por su potencial vertiginosidad.

Personalmente no la recomiendo, a pesar de que Gemma Arteton esté como un queso (y donde el público femenino sospecho también podrá recrearse con el potranco masculino).