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España España · Zaragoza
Voto de Juan Solo:
7
Drama Nelly y Paul son una pareja feliz. Mientras él dirige el bonito hotel que acaba de comprar en el campo, a orillas de un lago, ella cuida del hijo de ambos. Pero, como Nelly es muy guapa y atrae a todos los clientes del hotel, Paul, dominado por unos celos incontrolados y obsesivos, llega a creer que su mujer se acuesta con todo el mundo. (FILMAFFINITY)
29 de noviembre de 2017
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Claude Chabrol nos vuelve a enredar en otro de sus habituales y retorcidos juegos cinematográficos. Lo curioso es que esta vez lo hace partiendo de un material ajeno y de un guión que empezó a filmar allá por los sesenta el director Henri George Clouzot. Nunca sabremos qué tenía pensado hacer con esta historia el autor de “El salario del miedo”, que tuvo que abandonar el proyecto tras sufrir un ataque al corazón en pleno rodaje, pero no sorprende en absoluto que fuese Chabrol quien la retomase casi tres décadas después. Porque la historia, al menos la que ha llegado hasta nosotros, más “chabroliana” no puede ser.

Por obra y gracia del título, estamos avisados desde el principio de que el matrimonio no va a ser un camino de rosas para Nelly y para Paul. La idílica relación entre los protagonistas avanza y da sus primeros pasos a golpe de elipsis, resuelta alguna de ellas tal vez de manera algo abrupta. No existe un punto de inflexión claro, y el conflicto se cocina a fuego lento para generar “in crescendo” dudas y desasosiego a partes iguales en el sufrido espectador. Nelly se siente casi halagada cuando su marido le confiesa que la sigue por que no se fía de ella esgrimiendo el argumento tópico de “si tienes celos es porque me quieres”. No será sino un primer brote que derivará en una obsesión enfermiza que tal vez no tenga final. Chabrol va también más allá del tópico alegato contra el machismo compulsivo de los celos, recreando una atmósfera de verdadera pesadilla – excepcional toda la secuencia del apagón- y valiéndose del trabajo sobresaliente de sus dos actores principales. Cluzet – que de joven aún se parecía más incluso a Dustin Hoffman que ahora- se mueve a sus anchas y da muy mal rollito en la piel del mismo demonio; a la bella Beart el guión la obliga a desdoblarse, dulce y doliente esposa a los ojos del espectador, lasciva y carnal si quien la mira es el marido. ¿Quién será la verdadera Nelly? La duda siempre nos aboca al infierno.
Juan Solo
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