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España España · Zaragoza
Voto de Juan Solo:
6
Fantástico. Ciencia ficción Extraño cuento acerca de los individuos más poderosos en el sistema solar, quienes están a punto de convertirse en dioses y controlar el universo. (FILMAFFINITY)
8 de abril de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
En “La montaña sagrada” conviven elementos típicos del cine de los setenta con otros más propios del primer surrealismo cinematográfico. Antes que nada, deberíamos pararnos a reflexionar acerca de lo alegremente que utilizamos siempre el concepto “surrealismo”. Decimos que algo es surrealista cuando en realidad estamos queriendo decir que es grotesco, estrafalario, o que simplemente está fuera de lugar. Y no. El surrealismo tiene sus propias normas específicas. También el surrealismo cinematográfico.

A través de sus imágenes perturbadoras y de sus inclasificables argumentos que partían del mismo subconsciente, Buñuel y los suyos buscaban incomodar y escandalizar a las clases más pudientes de su tiempo, dejar en evidencia los preceptos de la moral biempensante. Su ambicioso proyecto de cambiar la sociedad y el mundo fracasó como así se encargarían de constatar décadas más tarde ellos mismos. En un contexto diferente, surge años después la figura del mexicano Alejandro Jodorowsky; su obra cumbre, nunca mejor dicho, se emparenta de manera reconocible con estos principios surrealistas. Detrás de “La montaña sagrada” está también la llamada cultura de las drogas y la espiritualidad característica de las religiones orientales y precristianas cuyos mantras tan buena acogida hallaron entre la comunidad hippie.

La imagen del viaje en tanto que experiencia alucinógena y casi religiosa sirve a Jodorowsky para construir una fábula cargada de simbología no siempre accesible que apunta en varios frentes. Hay, siguiendo el ejemplo de los surrealistas, un deseo por meter el dedo en el ojo a los poderosos que pretenden manejar el mundo, referencias a la religión, el sexo o la violencia con claro afán provocador, hay ataques al consumismo, hay alusiones a la escatología como metáfora de la corruptibilidad humana. Y un mensaje final que apunta al cine como la tabla de salvación definitiva.

Pero ante todo, “La montaña sagrada” supone un ejercicio de imaginación desbordante por parte de su creador. Gracias a su fuerza visual y al deslumbrante trabajo en materia de puesta en escena, Jodorowsky consigue que su película pueda ser disfrutable al margen de otras consideraciones. Eso sí, el ritmo irregular del que adolece la película puede provocar que en ocasiones la borrachera de imágenes termine por hacerse incluso algo indigesta, y lo que a priori era la principal baza de la obra acabe convirtiéndose también en su mayor hándicap. ¿Cosas del LSD?
Juan Solo
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