¡Hola! Señor Rueda, espero que lea esto. Es usted un maleducado. Me ha hecho perder 90 valiosos minutos de mi vida que podría haber dedicado a mirar una lata de cocacola vacía o abrir y cerrar una tijera repetidas veces (ambas cosas, más provechosas que ver su film). No sé cómo ni cuándo, pero juro que algún día usted me devolverá estos 90 minutos que he desperdiciado de mi vida viendo semejante bodrio.

Una historia insulsa, falta de ritmo y lo que es peor, pretenciosa, como si de cada escena el director (aunque si no llego a saber que la ha dirigido una persona, hubiera apostado mi sueldo de un mes a que la ha dirigido un chimpancé con neurosis) se dijera así mismo: "jeje, la de lágrimas que causara esta película, menudo dramote". Pues estaba en lo cierto caballero, lágrimas de rabia al no poder abofetear al pleno del reparto.

En especial, al niño. Por favor, ¿Se llama Víctor Valdivia (V. V.) o Loquendo? Tiene la misma voz para decir que está triste como para estar más feliz que unas castañuelas. Hubiera preferido que en lugar de V. V., el director hubiera escogido a una caja de cartón con un careto pintado y en lugar de esa voz tan molesta hubiera puesto un graznido de buitre salomónico. Hubiera sido más efectivo. En cuanto a Irene Jacob y Bebe (la rusa y la argelí), penosas, tanto que hicieron de Darín un pésimo actor con menos recursos que Ramón Sampedro corriendo los 110 metros vallas.

Respecto a las dos mujeres, una pequeña aclaración. Ya que va a poner imágenes de ambas desnudas gratuitamente, busque mujeres mínimamente guapas o por lo menos con un buen cuerpo. Ya que historia no puede contar, enséñenos unos buenos pechos.