El cambio de personalidades, algo tan fomentado por los anónimos chats donde los usuarios ilusoriamente creen estar "perfectamente conectados", es el tema central de este thriller del cineasta James Foley, especializado en historias de suspenso que giran sobre obsesiones. La red de redes le ofrece un campo de infinitas posibilidades para una historia que apela a los tics básicos del llamado "thriller psicológico", sin logros originales a la vista.

Entre sus puntos fuertes, el film cuenta con los nombres de Bruce Willis y Halle Berry, con la particularidad de que esta última es la exclusiva protagonista, limitando el rol de Willis a un papel secundario.

Es una película llena de pistas falsas que como cortinas de humo desorientan al espectador y que en su comienzo promete mucho más de lo que entrega.
El film se bifurca en subtramas y cada personaje se desdobla asumiendo otras identidades según los vientos que corren y con poca verosimilitud.

También son interesantes los lugares que se recorren desde la estilizada fotografía que una vez más confirma el indiscutible oficio de Anastas Michos, quien nos conduce con su cámara -entre poética y melosa- por edificios reciclados de la Zona Cero neoyorquina.

Publicitada como thriller erótico, tal vez la aproximación más exacta a este producto esté en el título original "perfecto extraño", pero en plural, donde esa comunidad invisible en torno de un sexo virtualizado y mediatizado remite básicamente a individuos solitarios, incomunicados y frustrados que conviven perfectamente desconectados.