Haz click aquí para copiar la URL
España España · Barcelona
Voto de zoquete:
6
Comedia Un trabajador de una empresa de preservativos se entera de que va a ser despedido. Aconsejado por un amigo, se hace pasar por homosexual para demandar a la empresa alegando discriminación sexual. Sin embargo, la representación de su nuevo papel sólo le traerá quebraderos de cabeza y dará lugar a más de un malentendido. (FILMAFFINITY)
19 de julio de 2005
11 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
´No hagas nada, tu homosexualidad estará en sus ojos´

Pignon es un tipo gris, su mujer le ha dejado, su hijo le ignora y va a ser despedido. Primer quiebro del guión y el pobre desgraciado simula ser homosexual para evitarlo. Segundo ¿quiebro? del guión y de forma nada sorprendente, tal estratagema resulta exitosa y, como bonus extra, toda su aséptica vida empieza a adquirir color.

La historia arranca con un planteamiento casi gemelo a ´La Crisis´, protagonizada por Vicent Lindon, pero sin la misma esencia propia del cine francés. En su lugar, encontramos reclamos típicamente publicitarios:

1. la siempre efectiva tolerancia hacia la homosexualidad por heterosexuales (entonces percibimos el roce del vecino de butaca, nos apartamos molestos y evitamos contactos sospechosos);

2. la universal misericordia para los tímidos crónicos tratados como apestados (hasta que abandonamos la sala y no tardamos en recuperar los términos ´freak´, ´caspa´ o ´plasta´);

3. el salto del mediocre a la notoriedad (con lo que no hace falta recordarnos que sólo estamos viendo una película);

a los que debe añadirse el co-protagonismo de un espléndido pero maltratado Gerard Depardieu, en un brusco cambio de sensibilidad, y la firma del autor de ´La cena de los idiotas´, Francis Veber. Son todos ellos elementos tan populares, que a menudo se pierde la frescura de una historia más personal.

Con todo, ´Salir del armario´ está realizada con moderado acierto, y la mezcla del simpaticón cine cómico francés con una clara vocación transoceánica tampoco llega a desentonar en exceso. El guión lleva diálogos que, sin acaparar el ritmo narrativo, hacen de comparsas. Buen ejemplo es el momento en que el pobre Pignon declara su inutilidad para simular una homosexualidad no sentida, un amaneramiento que puede quedar forzado, a lo que su mentor le replica con una frase como la que encabeza esta opinión. Ese hábil comentario nos ofrece la evolución del triste oficinista desde los ojos de sus compañeros, lo que amplifica su forzada transformación.

¿Qué os sugeriría algo del tipo:
´soñaba que mi madre me había dado a luz, pero tanto ella como los doctores seguían esforzándose en que naciera, pues aún no habían caído en que yo ya había salido´
zoquete
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow