(Un día cualquiera en clase de dibujo)


Profesora: Niños, os dejo tiempo libre para pintar cada uno lo que queráis. Dentro de un rato los comentamos y enseñamos a todos los compañeros.

Niños: Siiiiiiiii!!

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(30 min. más tarde)


Profesora: A ver, niños, ¿Qué dibujos me habéis hecho?
Peppino, ¿puedes mostrarnos el tuyo?

Peppino saca tres folios juntados mediante pliegues de celo horizontalmente, presentando en cada folio dibujos con rotuladores Carioca de trazo grueso. Se distinguen varios monigotes esparcidos aleatoriamente sobre el fondo blanco del folio. Estos se presentan garabateados, sin rellenar de color, seguramente por falta de tiempo.

Profesora: Peppino, explícanos un poco tu dibujo para que todos lo entendamos.

Peppino: Pues.... mi dibujo es muy chulo. Son sueños que he tenido, donde salían "crabras" por el monte y jugaba con mi peonza. En este otro salgo yo de mayor jugado a "políticos y rebeliones", es muy diver. A mi lado sale la chica que me gusta, y estos serán los futuros bebés que tengamos (se tapa la boca para reírse tímidamente). Y en este otro salgo yo de mayor y de peque, y este es el vecino al que le robamos los limones (los demás niños se ríen), y esta es la vecina que espiamos a veces (los niños se ríen de nuevo), y este otro es el loco del pueblo y su madre vidente, y este es mi amigo Luigi, y este es Paolo...

Profesora: Vaya, Peppino, pero están la mayoría sin colorear, sólo son trazos gordotes.

Peppino: Es que no me dio tiempo, profe....

Profesora: Quien mucho abarca poco aprieta, Peppino. ¿No podrías haber hecho uno sólo y no tres en uno?

Peppino (se encoje de hombros): Nu se, pensé que quedaría chulo cuanto más grande y vistoso...

Profesora: Peppino, ¿pero recuerdas aquel dibujo tuyo de la semana pasada? El de las acuarelas... Era sólo un folio, pero estuviste toda la tarde dibujando con el lápiz el paisaje, después usaste las cartulinas que te habían sobrado de otro trabajo y colocaste partes generales del paisaje, el cielo y el suelo, montañas... Y con las acuarelas terminaste de rellenarlo todo y no paraste hasta que tenías todas las manos y la cara llenas de pintura. Y todo orgulloso me lo enseñaste y ahora adorna la clase en el corcho. ¿Ves que viveza?
Recuerda siempre: en un paisaje, hasta la más ínfima piedra tiene importancia.