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Bagheria, un dueño de libertad

Comedia. Drama Los últimos 70 años de la historia de Italia vistos desde el pequeño pueblo siciliano de Bagheria (coloquialmente Baaría). El protagonista, Peppino Torrenuova, pertenece a una familia trabajadora y, a pesar de que es pastor de cabras, tiene una gran conciencia social. A través de él y de sus hijos vemos un mundo en el que el tiempo parece haberse detenido sin afectar a los usos y costumbres tradicionales. Y, sin embargo, ha habido ... [+]
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Críticas 26
Críticas ordenadas por utilidad
25 de febrero de 2010
30 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tornatore nos cuenta la historia de tres generaciones de una familia italiana, los Torrenova, en el marco histórico de la evolución del comunismo en Italia y aunque en menor medida, el surgimiento del fascismo.

Como Bertolucci en la que probablemente es su mayor obra, 'Novecento', ya nos habló del Partido Comunista durante los inicios, el desarrollo, y el final de la Segunda Guerra Mundial, Tornatore, que también lo sabe, salta en cuestión de minutos ese período de tiempo que da paso a una de las mejores secuencias de la película, "la ribellione del popolo". El resto de la película acaba siendo una sucesión de altibajos con escasos momentos que realmente transmitan tanto emotividad, como emoción. Una pena, desde luego, ya que es el vivo ejemplo de cómo una historia que peca de partes flojas puede acabar con una buena puesta en escena que poseía el resto de la película.

Por supuesto, no faltan guiños al cine que recuerdan al Tornatore de la emotiva 'Cinema Paradiso': el negativo de joyas italianas como 'El bueno, el feo y el malo', la cartelera, o la primera experiencia de asistir a una sala de cine. La banda sonora no solo destaca sobre todo lo demás: es sencillamente magistral. Morricone ha firmado en 'Baarìa' uno de sus mejores trabajos no solo de los últimos años, sino de todas sus composiciones para el cine. Es una pena que una banda sonora tan potente se desaproveche en una película que transmite más bien poco, y cuya emoción reside en muchos casos en las notas del genio de Morricone.

Tornatore ha fallado en su película más ambiciosa, pero Morricone nos ha vuelto a demostrar que es uno de los más grandes. Es una lástima, porque 'Baarìa' carece de alma, y prometía.
Álex
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29 de mayo de 2010
18 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
Particularmente encontrarme con un nuevo film de Giuseppe Tornatore, es sentir de nuevo la importancia del cine. Creo que ya lo he escrito, pero vale la pena recordarlo. Umberto Eco en su libro, “Apocalíptico e integrado ante la cultura de masas”, escribe: “La civilización democrática se salvará únicamente si hace del lenguaje de la imagen, una provocación a la reflexión crítica, no a una invitación a la ignosis”.

No es que “Baaría” trate sobre el comunismo, aunque podría pensarse en ello en una primera lectura. Considero que el film trata del crecimiento de un personaje como “Pepino”, que siempre corrió detrás de algo, aunque el autor traza una propuesta en forma de crónica sobre la familia y de sus apegos con cierta trivialidad en algunos casos, aunque faltándole un toque de humor e ironía a pesar de esa futilidad que señalo.

Familia y seres humanos quienes, con todos los saltos en el perecedero tiempo y espacio de un pueblo, no es otra cosa que la metáfora vista a través de dos generaciones, de nuestras civilizaciones contemporáneas, nada urdidas por el interés inconsciente del avance en el tiempo, donde parece que no despojara nada. Ahora, es evidente que Tornatore lo cuenta con todas sus obsesiones visuales ya palpables en “Cinema Paraíso”.

¡Qué bien por la música de Ennio Morricone! Con los ritmos de las partituras se hace eco de voces y espacios que se conocen tanto y se adhieren a los diferentes períodos que transitan por una Sicilia, que siempre navegará en las singularidades temporales.

Gonzalo Restrepo Sánchez (Film critic. Barranquilla. Colombia)
gonzalo restrepo sanchez
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23 de mayo de 2010
22 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
Apelando a la épica, Giuseppe Tornatore intenta dibujar los sentimientos que él mismo vivió desde su palermitana Bagheria natal, en Sicilia, repasando así de manera intimista la infancia, adolescencia, madurez y posterior vejez de uno de los muchos habitantes que pudieron vivir en el municipio, haciendo todo esto a través de varias generaciones que recorren toda una serie de acontecimientos socio-políticos que van desde el nacimiento del fascismo en Italia hasta la llegada de las tropas americanas al país durante la Segunda Guerra Mundial y las consecuencias políticas que surgieron en la posguerra, hasta llegar a nuestros días.

El personaje elegido para guiar la trama escrita por el propio Tornatore es Peppino Terranova (Francesco Scianna), al que veremos nacer, crecer y vivir principalmente a través de su vida política, enganchada a un Partido Comunista italiano que busca en esta película una forma de glorificarse o quizá de recordar desde el siglo de producción de este filme, que antaño existió la izquierda en el país donde hoy sólo quedan las cenizas de la misma y la ausencia de alternativa es clamorosa. La película utiliza el tono nostálgico de Cinema Paradiso y la simpatía de Malèna, evocando a la Amarcord de Fellini, pero no es capaz de alcanzar a ninguna de las tres obras citadas ni siquiera al nivel de la suela de unos zapatos que en esta cinta pisan sobre la amarillenta fotografía de Enrico Lucidi, que envuelve a un sinfín de escenas que, desde el drama, no emocionan, y desde la comedia, salvo el pequeño detalle del eterno comprador de dólares de la esquina, no divierte.

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SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Sandro Fiorito
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31 de enero de 2012
14 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me confieso un profundo admirador del cine de Tornatore. Sus cintas suelen emocionarme de una manera especial y única, pese a que en ocasiones se maneja al borde de la cursilería. Por lo tanto, siempre que el italiano estrena una película trato de verla lo antes posible, de preferencia en la tranquilidad de mi hogar. Más aún cuando me entero que cuenta con un presupuesto millonario y la prensa especializada la presenta como el "Novecento" del siglo XXI.

Cuando terminé de ver "Baaria" quedé con un sabor amargo en la boca. Fue una gran decepción. El film se queda a medio camino a la hora de emocionar y cuesta mucho empatizar con los personajes, pese a los constantes intentos del director y la brillante banda sonora. Es más, siento que en ningún momento alcanza un clímax.

Algo que atenta contra la obra es el exceso de personajes, algunos de los cuales son muy similares o no están bien desarrollados, lo que provoca confusión al momento de seguir el hilo de la historia. Entran y salen de forma desordenada y sin ningún tipo de patrón. Tampoco ayuda el exceso de expresiones y costumbres sicilianas, las que en muchas ocasiones entorpecen y saturan la trama, más que enriquecerla.

Sobre los aspectos positivos de la cinta cabe resaltar su excelente ambientación. También destacaría su cuidada fotografía y pulcro vestuario. Además, me gustó el hecho de que Tornatore no intentara hacer una apología del comunismo, algo a lo que pudo haberse visto tentado en más de una ocasión.

Un párrafo aparte merece Ennio Morricone. Su banda sonora es sencillamente sublime y, a mi juicio, lo único emocionante en los 150 minutos de metraje. Es una lástima que un trabajo de tanta calidad no haya sido bien aprovechado. Sin lugar a dudas, "Il Maestro" es lo mejor de un film que no cumple con las expectativas.
Felipescu
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8 de octubre de 2011
12 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tornatore vuelve una vez más a su juventud en Sicilia y filma un mosaico barroco, tierno, rudo, romántico, bullanguero, supersticioso, esperanzado, desilusionado, pleno de hambres y vendettas, luchas y griterío, maldiciones, juramentos, insultos, burlas, gente que se quiere o se odia a su ruidosa manera, niños contestones y rapazuelos de ojos colmados de sed, mayores agobiados de problemas, carencias y golpes de una suerte demasiado adversa. El pulso de Bagheria desde el ascenso del fascismo hasta la actualidad es el latido de toda una isla dotada de unas señas de identidad que ya conocemos gracias a obras como “El gatopardo” de Lampedusa, o la gran ópera prima de Tornatore, “Cinema Paradiso”.
El devenir de Peppino Torrenuova y los suyos compone una red profusa de situaciones por las que Italia atravesó durante gran parte de un siglo veinte convulso. Tan nostálgico como irónico, y sobre todo retratista del carácter de un pueblo singular, del que ha sabido exprimir (aunque quizás con excesiva aceleración y confusión) sus rasgos chocantemente y escandalosamente humanos, Tornatore evoca las hambrunas, los campesinos apaleados, los niños que maduraban prematuramente con los trancazos de la pobreza, la mafia opresora, los fascistas que no consiguieron lavar el cerebro del todo a unos aldeanos analfabetos y resabiados, las costumbres locales, las supercherías, las tradiciones recalcitrantes, el abrazo del comunismo al que se agarraron muchos sicilianos aunque no fuera nada más porque estaban hartos de la mafia y de los caciques y políticos corruptos.
Los ciclos vitales giraban en Baarìa, o Bagheria, igual que siempre y que en todas partes, nacimiento, infancia, juventud, amor, tragedia, inquietudes por un futuro en el que todos aspiramos a encontrar algún jirón de felicidad, pillos traviesos jugando en las calles y robando frutas en los campos de los terratenientes, vendedores pregonando, mujeres de luto, jóvenes casaderos heridos por los dardos de la pasión, viejos reunidos en las cantinas, guerras, pérdidas, ausencias, migraciones, mítines políticos en las plazas, gritos, discusiones, risas, bromas, provocaciones y llantos, el fuerte viento arrastrando el polvo, las piedras antiguas de los monumentos esculpidas con resistente belleza, las humildes viviendas.
Y entre tanto ruido sólo los ojos hablan en silencio, los de Peppino y los de Mannina, los de Michele, Angela y Pietro, los de Ninno, Cicco y la nonna.
Son en realidad esos dos pequeños espejos redondos los que más cosas dicen, cuando la verborrea no alcanza a expresar pensamientos impronunciables, emociones que sólo se entienden en un brevísimo intercambio de miradas compartido como un secreto de los de guardar bajo llave.
Tal vez no hay diferencia entre soñar la vida y vivir un sueño.
Cuando uno crece se da cuenta de algo: que los tesoros ocultos de las leyendas no están ahí para ser encontrados, sino para ser buscados.
Vivoleyendo
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