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Argentina Argentina · Buenos Aires
Voto de urbana:
8
Drama A través de un territorio vagamente histórico, un fugitivo es acechado por una partida de soldados. La huida queda registrada en borrosas huellas que los rastreadores descifran. Los días se suceden, las distancias se desvanecen. El reo ha hecho algo terrible: la evocación de su pasado provoca temblores. Una tarde, su figura se torna visible en el horizonte de sus perseguidores. A un joven soldado le cabe la dudosa gloria de enfrentarlo ... [+]
1 de enero de 2014
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Interesante y asombrosa. “El desierto negro” es la recreación de un tema gauchesco, una historia muy pequeña, con una apuesta estética experimental, audaz y verdaderamente asombrosa.

Nos situamos en los campos de la pampa argentina de mediados del siglo XIX, unos años antes de las denominadas “campañas al desierto”. Un gaucho fugitivo, Miguel Irusta, huye de una banda de soldados del ejército, hacia el interior, más allá de la frontera con el “desierto” (nombre que recibía en ese entonces el territorio dominado por los aborígenes, y que aún no había sido conquistado por el hombre blanco).

Una fotografía y una banda sonora deslumbrantes e hipnóticas se ponen al servicio de este relato pequeño, que discurre lacónico, pero que resulta altamente atractivo gracias a su asombrosa factura artística. Esos campos, acaso testigos de las durísimas batallas y derramamiento de sangre desatados durante un inestable siglo XIX por estos territorios, son ahora testigos de los pasos de Irusta, que los recorre lleno de agonía y desesperanza. A lo largo de toda la película late un profundo dolor, que es el dolor de Miguel Irusta, y es seguramente el dolor del que estos campos negros fueron y serían aún testigos.

Cada fotograma es de una belleza y una fuerza inusitadas. El director baña a estos desiertos con una luz entre mágica y tenebrosa y, por momentos, la Pampa aparece retratada casi con la belleza de una pintura abstracta. Merecidamente el filme resulta galardonado con el premio a la mejor fotografía en el festival de Buenos Aires (el Bafici) del año 2007.

La banda sonora es el otro gran acierto de esta película, que se conjuga muy bien con sus aspectos visuales. Sonidos sugestivos provenientes de instrumentos de viento y percusión, junto con los sonidos del campo profundo, acompañan magistralmente la inquietante tensión.

Es sin dudas una película pequeña y sencilla, elaborada con escasos recursos, pero que nos brinda como resultado una pequeña joya, una pequeña obra de arte de este lado del mundo que vale la pena descubrir y disfrutar. Por su naturaleza experimental, no es un cine para el público masivo, pero sí seguramente será tendrá un agradable sabor para quien guste de este tipo de apuestas.
urbana
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