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Argentina Argentina · Buenos Aires
Críticas de urbana
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Críticas 44
Críticas ordenadas por utilidad
9
18 de agosto de 2014
42 de 50 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ida es una obra exquisita, una pequeña joya. Preciosa, en su sobriedad y ascetismo.

Para algunos podrá parecer una película fría y distante; yo la encuentro particularmente conmovedora en su austeridad y en su contención. Los universos interiores son demasiado hondos como para intentar revelarlos explícitamente, y las realidades humanas muchas veces demasiado amargas como para buscar explicitarlas. Una historia como ésta necesita y pide de un tono sobrio, a mi juicio sabiamente logrado en este filme.

Con unas imágenes en blanco y negro de una belleza gélida y potente, ambientadas en la Polonia de los años 50, nos sitúa a Ida, su delicada protagonista, en búsqueda de su identidad y de su verdad antes de tomar los votos para transformarse en monja. Acompañada de su tía Wanda a quien acaba de conocer, ambas recorren un camino que las lleva a indagar en los detalles de un pasado doloroso y sórdido. El telón de fondo es una Polonia en la era soviética, que aún no ha terminado de curar sus heridas después de la guerra.

Interesante es el contrapunto que se traza entre estas dos mujeres, que parecen tan opuestas y que sin embargo veremos que están tan unidas. A Ida acaso la oprimen los muros del claustro y el hábito que lleva puesto de manera permanente; a Wanda, el alcohol y el vacío asfixiante en el que vive inmersa.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
urbana
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10
5 de septiembre de 2009
19 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Son varios los adjetivos con los que podría calificar esta película: sublime, maravillosa, inmensa, profunda...

Es una de las películas más bellas que ví. Una verdadera obra maestra. Un manjar para los sentidos y para el alma.

Comencemos hablando de los aspectos formales: una increible puesta en escena y recreación de época y una exquisita fotografía que se nutre de la estética de la pintura barroca. Para quien ama la pintura, como es el caso de quien escribe esta nota, cada fotograma es digno de ser degustado como se merece, incluyendo un homenaje a la obra del pintor Lubin Baugin "El Postre de Barquillo" (cuadro que vemos en la película, cuyo original se puede apreciar en el museo del Louvre de París).

Una banda sonora exquisita, que nos deleita con el sonido áspero de la madera de las violas, los borbotones de un vino cuyo aroma casi podemos adivinar, cayendo en las finas copas de cristal, o el crujir de los barquillos.

Unas actuaciones conmovedoras, profundas e inolvidables. Unos diálogos repletos de poesía. Y ni que hablar de la música, la principal protagonista de esta película. Inmensas composiciones barrocas de Saint. Colombe y otras tantas que disfrutamos y que le otorgan todo su significado a esta película.

Pero más allá de la exquisitez de todos sus aspectos formales, se retrata una profunda y bella historia que nos habla sobre el sentido del arte, la ambición y el amor, en el contexto de una historia real (la relación entre el músico compositor Saint Colombe y su discípulo Marain Marais).

No es un cine para cualquiera. Requiere de un espectador que ame el arte, aprecie la música, y sea capaz de sumergirse en una historia que necesita degustarse lentamente, y con cada fotograma. Pero la experiencia es maravillosa y merece ser disfrutada.
urbana
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10
29 de agosto de 2009
17 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lucrecia Martel es una gran directora, y sus películas constituyen exquisito arte. Puro placer estético. Su cine es un cine de climas, de sensaciones. Qué maravilla que los recursos del cine y el talento de una directora puedan permitir estas composiciones.

Es notable su capacidad para crear climas, para transmitir y comunicar sensaciones, mucho más a partir de lo que no se dice que de lo que se dice (y esto sin duda constituye su sello de autora). Los gestos, las miradas, la asfixiante ambientación, el calor, los olores que se adivinan desde la pantalla, el sonido de la respiración, son lo suficientemente expresivos y potentes como para contarnos lo que se nos desea contar.

Desde ya que no es un cine fácil y exige a un espectador comprometido y dispuesto a apreciar este tipo de lenguaje cinematográfico. Pero quien esté abierto a miradas diferentes y conciba el cine como un refugio para sentir, reflexionar, o simplemente disfrutar estéticamente, esta película no lo defraudará.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
urbana
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10
19 de enero de 2010
14 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Uno de los usuarios de este sitio definió a Bergman como a Dios disfrazado de director de cine revelándonos los secretos más íntimos de este matrimonio, y me pareció una brillante definición... Porque estamos frente a una mirada admirablemente lúcida sobre las cuestiones matrimoniales, los problemas por los que atraviesa una pareja, a través de un guión impecable, sin fisuras, perfecto. Y unas actuaciones en estado de gracia.

¿Quién que esté casado no ha experimentado en algún punto lo que aquí sucede, no se ha hecho los planteos que aquí se hacen? Bergman los enfrenta con un grado de honestidad absoluta, descarnada, eludiendo cualquier juicio de valor, desnudando los problemas, las dudas, los dolores, las miserias, exponiéndolos y reflexionando sobre ellos, sin dar respuestas, sólo formulando las preguntas.

En una sociedad como la nuestra (la occidental cristiana, al menos) nuestras ideas sobre temas como la fidelidad, el amor, la institución matrimonial, están teñidas de prejuicios y de mandatos. Bergman nos presenta estas cuestiones y nos ayuda en el ejercicio de pensarlas.

La película dura unos 160 minutos. Demasiado larga pensarán algunos. A mí no me sobró ni un solo minuto. Sus diálogos son tan portentosos y de una intensidad tal que es imposible no sumergirse en la película y olvidarse del tiempo. Y las actuaciones son sobresalientes. Liv Ullman, delicada, sutil e inmensamente expresiva, brilla y conmueve. Y Ehrland Josephson, representando a este rudo Johan, tan lleno de miserias, también está magistral.

La puesta en escena es muy simple, y no hay música. Creo que fue la elección correcta, ya que semejante duelo actoral y semejantes diálogos merecían estar por encima de todo el resto, y cualquier otro aditamento formal le hubiera alterado ese equilibrio justo y perfecto al que llegó Bergman.
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urbana
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9
23 de septiembre de 2013
13 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Magnífica película de esta realizadora australiana. Magistral, intensa y delicada.

Tengo en lo personal una relación especial con Alemania, pues es un lugar que visito con frecuencia; pienso que una película como ésta aporta una mirada sutil, especial y necesaria respecto de lo que fueron los tiempos inmediatos de la posguerra, tras la caída del III Reich y la toma de Alemania por parte de los aliados vencedores.

Hannelore (o simplemente Lore), una adolescente alemana de unos dieciséis años y sus pequeños hermanos, hijos del desquiciado nacionalsocialismo, son víctimas de la caída de este régimen. Sus padres son perseguidos y ella debe hacerse cargo de sus cuatro hermanitos (incluido un bebé de pocos meses) y emprender una tortuosa huida a pie desde el sur de Alemania hacia el norte en busca de refugio en la casa de su abuela. La cruda realidad circundante (soberbiamente retratada), el absurdo de la guerra llevado al paroxismo, la incredulidad, el miedo abismal, el desamparo, el hambre, la muerte que les toca de cerca, el peligro latente constante obligan a Lore a resguardarse, a tomar conciencia, a madurar de golpe, a entender una realidad diferente de la que había mamado desde su acomodado hogar nacionalsocialista. Lore se transforma en mujer, con toda su fuerza y su sensualidad, acunando frágil a su pequeño hermanito en brazos. El dolor implacable la transforma. El entendimiento del horror del holocausto desmorona su frágil estructura, y un sentimiento de transformación va calando hondo.

Probablemente Lore y sus hermanitos simbolicen a la generación de la posguerra alemana. Esa generación que heredó la vergüenza del holocausto. Lore representa además a esa mujer que levantó a la Alemania en ruinas (porque debemos saber que después de la guerra no quedaron hombres vivos en este país, y fueron las mujeres sobrevivientes las hacedoras de la reconstrucción). Mientras los padres y la abuela de Lore (rancios especímenes de lo que fue el enfermo régimen nazi) representan a esa generación que avergonzó a Alemania (como Michael Haenecke la retrata magistralmente en su filme La Cinta Blanca), Lore y sus hermanos parecieran encarnar a esa nueva generación que debió reinventarse y renacer de sus cenizas desde el vacío y el fracaso.

Sutil y delicado tratamiento visual, cadencia, banda sonora y ritmo. Los momentos de intimidad entre los niños resultan increíblemente conmovedores. Una película intensa y muy disfrutable. Sin maniqueísmos ni estereotipos, es una mirada necesaria e interesante de un terrible momento de la historia.
urbana
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