Basada en un hecho real, la película nos narra la historia de un joven condenado a cadena perpetua por asesinato. Su hermana está covencida de su inocencia, y debido a que no tiene posibilidades de sacarle de la cárcel por medios habituales; decide estudiar la carrera de derecho para que en unos años pueda ser su abogada y encontrar las pruebas que confirmen que la condena se trata de un error de la justicia.
Debo reconocer que la película me ha sorprendido, ya que me esperaba una historia estilo sesión de tarde televisiva. Pero la verdad es que la trama está muy bien llevada y consigue engancharte a esos personajes que hipotecan su vida con el único fin de poder conseguir justicia.
Los actores están fantásticos. Hilary Swank es una actriz que siempre está perfecta. Todavía no he visto una actuación que no me convenza y me emocione. En este caso no es una excepción, y nos regala un personaje que confía en la inocencia de su hermano por encima de todo. Una mujer que dejó de lado su vida con el único objetivo de poder ver de nuevo a su hermano en libertad y recuperarle en su día a día.
Sam Rockwell da vida a ese hermano que ha sido encarcelado. Un hombre al que todas las pruebas le incriminan y los testigos del juicio también. Su interpretación es buena ya que uno observa esa debilidad que tiene el personaje, junto con la duda de saber si realmente es culpable o no.
Es cierto que la película cuenta con momentos que no consigue brillar del todo, haciendo que la trama no conecte al cien por cien. Pero dichos momentos no hacen que uno pierda el interés. Se trata de un guión que cuenta con una historia curiosa y que por consiguiente atrae por sí solo.
En fin, nos encontramos ante un film que cuenta con un trabajo de maquillaje muy bueno, ofreciendo unos personajes que resultan mucho más cercanos a la realidad. Una película interesante con el que uno se enganchará. Se vivirá junto a esos personajes una situación que hasta el final no se sabe si es una condena justa o no.