Que no nos engañen. Nos han cambiado nuestro amado género de cine de terror por penosidades como ésta basada en sustos puramente sonoros a base de efectos. Igualmente nos asustariamos si nos cayera un huevo en la cabeza al salir a la calle y no por ello pasaríamos terror.
A Hideo Nakata y sus compañeros de este último cine susto japonés les vendría bien sentarse a reflexionar porque empieza a agotarse la gallina de los huevos de oro.
Dos o tres escenas visualmente atractivas y lo demás un batiburrillo de maldiciones, fantasmas y niño que las pasa canutas. La pregunta es ¿ Cuánto le habran pagado a Naomi Watts por repetir esto ? Porque dudo que no tuviera algo mejor que hacer.
Y la verdad al final da igual como acabe porque uno nunca tiene ( desafortunadamente ) la seguridad de que por lo menos se ha acabado la historia porque cuando hay dinero de por medio esto, no se engañen, no tiene fin.