El planteamiento de los crímenes me resulta increíble, no hay muchos que sepan a repetición. Sólo hay un problema con esta serie, y es Horatio. Él y su equipo hacen que la serie se me atragante.
Sinceramente, veo un poquito complicado que una persona sea capaz de ver un pelo negro sobre un felpudo negro llevando encima gafas de sol. Nos exageran demasiado a estos personajes; resultan demasiado artificiales en todos los aspectos, especialmente con eso de que son expertos en múltiples campos del saber, incluso en aquellos totalmente ajenos y opuestos a su campo de investigación. Y su chulería no se queda corta: da igual que se enfrenten a dos ladrones de barrio armados con tirachinas que a todas las mafias de la ciudad, deben de creerse que cada uno de ellos vale por todas las SWAT, ya que nada de esperar refuerzos ni gente especializada ni armamento ni protección básica (olvídate ya del chaleco antibalas), que ellos cojen su pistolita, un único cargador y van a por ellos.
Y la guinda en este pastel que se hace amargo es Horatio. Ese tio debe leer la mente o ver el pasado o algo, ya que es ver a un testigo, familiar o lo que sea al principio del episodio, liarse a hablar con él y depende de en qué tono acabe la conversación se sabe con certeza absoluta quién ha sido. Más tarde, una vez que haya acabado el episodio, te fijas en el culpable y, ¡oh, qué sorpresa!, es justo el que Horatio miraba mal. Por no decir que es todavía más chulo que sus subordinados, si cabe.

En resumen, los crímenes no me decepcionan, y algunos me dejan boquiabierto; pero con esos personajes, que dejan a Dios en pañales y no hay quien los trague, el conjunto queda muy descompensado.