Thinner parece más una de las historias de Creepshow que poblaron los años 80 que una película en sí, de modo que si te gusta ese tipo de terror la película de Tom Holland es exactamente lo que buscas.

Lo mejor de la película es el momento en el que llega, en 1996, cuando ese género está abandonado y las películas de terror ya se alejan de la comercialidad aquella de los años 80 y principios de los 90. Terror que, a día de hoy parece más para niños que para otra cosa pero que al menos sigue siendo bastante entretenido.

Maldiciones, sangre, "mutaciones" y personajes que sobreactúan hasta decir basta son ingredientes básicos para un pastel que además remata con dosis macabras en su final ideal (también muy de la época). Con Thinner te reirás más de una vez y probablemente no te asustarás ni una, pero no deja de ser una experiencia muy divertida, interesante y casi melancólica. Añoranza de un género ya muerto pero que sigue teniendo un gran número de fieles.